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QUIEBRE DE LA ESCUELA MODERNA


Enviado por   •  2 de Mayo de 2014  •  1.048 Palabras (5 Páginas)  •  609 Visitas

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EL QUIEBRE DE LA ESCUELA MODERNA. De la promesa de futuro a la

contención social

Introducción

Estamos concurriendo a un verdadero quiebre de la escuela moderna. En los barrios pobres,

dicho fenómeno es quizás más notorio. La escuela no parece ya garantizar las promesas de

progreso, inserción y movilidad social que fueran su característica durante mucho tiempo. La

implosión de la exclusión social hacia la década del 90 en Argentina hizo que el futuro posible

se convirtiera en incógnita, incertidumbre. Y la escuela pasa a funcionar en muchas ocasiones

como un dique de contención social de los desplazados, de los excluidos.

Es pertinente aclarar al lector algunas cosas. Lo que uno escribe y produce está evidentemente

teñido de la propia subjetividad y por el contexto en que uno se desenvuelve como profesional.

Cuando en el estudio digo barrios humildes o pobres, me refiero especialmente a Villa Soldati y

Bajo Flores en la Ciudad de Buenos Aires, donde desarrollo mi labor profesional. Que sea

aplicable a otros barrios, ciudades o quizás países es un efecto no necesariamente buscado,

pero que pondría de relieve la amplitud y generalización de la problemática de la que se ocupa

este trabajo.

Escuela, modernidad, capitalismo

La escuela se origina como una institución de la modernidad y su promesa de progreso

indefinido asociado a la ciencia. En la Argentina aparece fuertemente ligada a la fundación del

Estado Nacional. Testigo de ello es la ley 1420 del año 1884 de educación laica y obligatoria,

en tiempos en que se comenzó a consolidar el Estado argentino una vez que se impusieron las

clases dominantes sobre los sectores postergados y autóctonos de entonces: el gaucho, el

orillero y el indio.

Es imposible concebir a la escuela sin el capitalismo. La escuela nace para formar a la mano

de obra. Su mismo modo de funcionamiento lo atestigua: momentos de trabajo y ocio

claramente pautados; acceso al conocimiento graduado; organización rígida del horario

escolar. De hecho, una de las funciones de la escuela moderna es el disciplinamiento. Para

Michel Foucault, “…la disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos ‘dóciles’:

aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas

fuerzas (en términos políticos de obediencia)…” (Foucault, 2003: 83).

La escuela ejercita la disciplina y un principio básico que sostiene es la jerarquía. El docente, el

directivo ordena y el alumno obedece, se somete a esa autoridad.

Recapitulando, se puede decir que la escuela moderna es portadora de la promesa de

progreso. Pero para que dicho progreso sea posible, es necesario e imprescindible el

disciplinamiento. El disciplinamiento busca ejercitar en los alumnos su función utilitaria que será

luego aprovechada por la economía capitalista en que se insertarán. Por otro lado, el

disciplinamiento implica sometimiento político. En nuestro país, los organizadores del Estado

Nacional son los sectores dominantes que triunfaron en las guerras civiles, los vencedores de

las batallas de Caseros y de Pavón, los que se impusieron a los sectores autóctonos.

Además, la disciplina incluye una apropiación de los conocimientos secuenciada, dividida en

fases. Siguiendo a Foucault, “…es el tiempo disciplinario el que se impone en la práctica

pedagógica…, disponiendo diferentes

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