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DERECHO Reporte de lectura “Tus zonas erróneas”


Enviado por   •  27 de Mayo de 2018  •  Tareas  •  2.703 Palabras (11 Páginas)  •  177 Visitas

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Instituto Tecnológico      Latinoamericano

Hábitos de la lectura y comunicación oral

DERECHO

Reporte de lectura

“Tus zonas erróneas”

Alumno: Diana Azucena Pedraza Monroy

Profesor: Lic. Miguel Rosales Pérez

1er. Cuatrimestre

Fecha de entrega: 24/01/2018

Reporte de lectura

El objetivo de este reporte darle el valor a este libro de autoayuda, que es de gran utilidad para los que quieran conocerse mejor, y de igual manera para saber reconocer cuando las demás personas, nos podrían utilizar para  su conveniencia, o pretenden manipularnos, para saber cómo actuar ante estas situaciones y así poder prevenirlas, es un libro que te hace pensar y reconocer en ti misma esos errores que tanto nos limitan, y que de cierta forma no te dejan avanzar para ser mejor persona. Nos invita de una forma  muy interesante a identificar, asumir, ver y hacer frente a los retos de la vida, con consejos que podemos o no ponerlos en práctica en nuestra vida diaria. El libro cuenta con doce apartados los cuales nos hablan de las zonas erróneas que podemos tener en nuestra vida y cómo podemos mejorarlas y así comienza el primer capítulo el cual es:

Haciéndote cargo de ti mismo

“¿Debo evitar las cosas que realmente quiero hacer?”, ¿“viviré mi vida como los demás quieren que la viva?” (Dyer, 1976, p. 4) Los sentimientos no son simples emociones que nos suceden. Los sentimientos son reacciones que elegimos tener. En la sociedad actual se tiende a pensar que las personas inteligentes son las que tienen muchos títulos académicos, sacan buenas notas en los exámenes, son buenos en  matemáticas o física, hablan muy bien y de forma educada o tienen mucha memoria. Los sentimientos no son simples emociones que nos suceden. Los sentimientos son reacciones que elegimos tener. Nosotros somos los responsables de lo que pensamos y lo que sentimos y podemos aprender pensar de forma diferente respecto a cualquier cosa. De nosotros y de las elecciones que hagamos depende que las experiencias de nuestra vida sean estimulantes y agradables.

 Si tu estancia en la tierra es tan corta, debería ser por lo menos agradable. En pocas palabras, se trata de tu vida; haz con ella lo que tú quieres”. (Dyer, 1976, p. 5)

El primer amor

Cuando somos niños, los padres, los maestros, y la sociedad en general, nos enseñan lo que se llama educación, que no es más que la manera que la sociedad espera que nosotros nos comportemos. Junto con esta necesaria adaptación a las normas sociales, se transmite una desconfianza en nuestros propios valores y creencias. Podemos valorarnos de distinta manera en las distintas áreas en las que te desempeñas, pero lo que no puedes dejar de hacer es amarte a ti mismo. La autoestima se refiere tanto al aspecto físico como a nuestro interior.

La sociedad ejerce una gran presión para convencernos de que debemos tener un físico y una apariencia determinados, y para vendernos los productos y servicios que según nos ayudaran a lograr aquello.

Amarte a ti mismo no significa que los demás tengan que amarte o reconocerte, no quiere decir que tengas que ser el mejor ni te obliga a convencer a los demás de ello.

Tú no necesitas la aprobación de los demás

La búsqueda de la aprobación de los demás es algo que detiene el desarrollo personal cuando llega al punto de convertirse en una necesidad. Uno puede desear la aprobación de los demás, y esto no es un mal en sí mismo. Cuando necesitamos que cada uno de nuestros actos o cada uno de nuestros pensamientos, sea bien recibido por una o más personas, estamos poniendo nuestra vida en manos de esas otras personas. La búsqueda de aprobación implica la pérdida de la verdad: los otros no te hablarán con franqueza cuando reciban esa necesidad, y tú dejaras atrás tu propia opinión para adaptarte a las opiniones de los otros.

La sociedad ejerce una constante presión sobre las personas para que éstos no piensen por sí mismos y, por el contrario, adopten los puntos de vista socialmente aceptables en lugar de los propios. La presión para que la persona no piense por sí misma comienza desde pequeños en la familia y continúa así en el día a día hasta que crecemos.

La ruptura con el pasado

Muchas veces algunas etiquetas que nos definen no son el producto de un verdadero análisis, sino que nos fueron inculcadas por otra persona en una época en que no podíamos elegir por nosotros mismos.

Existe una cantidad de variantes del “Yo soy…” que nos permiten no tener que esforzarnos, no correr riesgos de enfrentar situaciones desagradables, continuar como estamos sin hacer nada para mejorarnos, justificar nuestros comportamientos indeseables, y seguir haciendo lo mismo de siempre sin intentar nada nuevo. Si por definición eres así como eres, nunca podrías cambiar y nunca podrás demostrar que eres de otra manera. La naturaleza de las personas, su forma de ser, no son inciertas. Todos elegimos ser como somos. Si lo que hemos elegido no nos conviene por un motivo u otro, siempre estamos a tiempo para cambiarlo. Como dice el autor “Sólo los fantasmas se revuelcan en el pasado, explicándose a sí mismos con descripciones basadas en sus vidas ya pasadas. Tú eres lo que eliges ser hoy en día, no lo que antes elegiste ser” (Dyer, 1976, p. 33)

 

Las emociones inútiles: culpabilidad y preocupación

A veces creemos que sentirnos mal o preocuparnos lo suficiente cambiará un hecho pasado o futuro, quiere decir que vivimos en otro planeta con un diferente sistema de realidad. Dos de las emociones más inútiles de toda la vida son la culpabilidad por lo hecho y la preocupación por lo que pasará. Con la culpabilidad desperdicias tus momentos presentes y con la preocupación te mantienes estancado. 

Podemos seguir lamentándonos todos los días, sintiéndonos culpables y aun así no solucionara nada, ni mejoraremos la forma de comportarnos. Aunque nos sintamos culpables, no vamos a cambiar nada. Lo que si lo haremos es proponernos a cambiar y salir a delante. Además, la preocupación sirve para evadirse de lo que realmente se necesita afrontar. Si te observas preocupándote, pregúntate: ¿De qué me estoy evadiendo al gastar este momento en preocupaciones? Tras ello, actúa sobre lo que estas evitando. Lo mejor para la preocupación es la acción.

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