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Meta análisis de las hormonas e inmunidad

María José VZEnsayo29 de Septiembre de 2023

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UNIVERSIDAD LAICA ELOY ALFARO DE MANABÍ

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD CARRERA DE PSICOLOGIA

NOMBRE(s):

Melanie Vera

CURSO:

     2º Semestre

ASIGNATURA:

Psicofisiologia 2

TRABAJO:

INGESTA DE ALIMENTOS Y SALUD

DOCENTE:

Dra, Lourdes Arias

Fecha de entrega: 19-09-2023

METÁNALISIS

Hormonas y el sistema inmune

        Arbo-Sosa, Antonio, & Santos, José Ignacio. (2005). “El cuerpo humano equilibra sus funciones gracias a tres sistemas reguladores principales: el sistema nervioso central, el endocrino y el inmune. Estos sistemas responden a estímulos desequilibrantes internos y externos, como el estrés.

        En respuesta al estrés causado por infecciones, se activa el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HHA). Esto provoca la liberación de hormonas desde el hipotálamo hasta la corteza suprarrenal, que a su vez libera glucocorticoides.

        El estrés también activa el sistema nervioso simpático, que libera catecolaminas. La interacción entre el sistema nervioso y el endocrino con el sistema inmune es bidireccional y tiene efectos inmunosupresores y proinflamatorios.

        Las hormonas del HHA tienen propiedades inmunopotenciadoras y proinflamatorias. Los glucocorticoides influyen en el sistema inmune reduciendo la acumulación de células y afectando el número de linfocitos y monocitos. Las citocinas producidas durante el estrés pueden activar el eje HHA.

        La interacción entre el estrés, el sistema endocrino y el sistema inmune tiene como objetivo regular la respuesta del sistema inmune para prevenir una respuesta excesiva que pueda dañar al cuerpo en situaciones de crisis, como una infección grave. El equilibrio del eje HHA es esencial para la adaptación y la homeostasis en pacientes críticamente enfermos y, por lo tanto, para su supervivencia.”

        El artículo explora un tema de gran relevancia en la fisiología y la inmunología humana: la respuesta al estrés y su impacto en la homeostasis del organismo. A lo largo del texto, los autores ofrecen una visión profunda de cómo el cuerpo humano reacciona ante situaciones desafiantes, particularmente enfocándose en el contexto de enfermedades infecciosas graves. Este equilibrio es esencial para que todas las funciones corporales operen de manera eficiente. Sin embargo, este equilibrio es constantemente desafiado por estímulos tanto internos como externos, y uno de los desafíos más comunes es la infección por microorganismos patógenos. En respuesta a una infección grave, se desencadena una compleja serie de eventos fisiológicos. Uno de los sistemas clave en esta respuesta es el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HHA). El texto describe cómo el HHA se activa en respuesta al estrés infeccioso, lo que lleva a la liberación de la hormona liberadora de corticotropina del hipotálamo y, a su vez, a la producción de glucocorticoides por la corteza suprarrenal. Simultáneamente, el estrés también induce la activación del sistema nervioso simpático, lo que resulta en la liberación de catecolaminas desde las terminales nerviosas autónomas y la médula adrenal. Esta interacción entre el sistema nervioso y el sistema endocrino es fundamental para la respuesta al estrés. Una de las contribuciones clave del artículo es su énfasis en la interacción bidireccional entre el sistema inmunológico y el sistema endocrino. Los autores señalan que tanto el sistema inmunológico como las hormonas del HHA pueden influenciarse mutuamente. Por ejemplo, citocinas como el factor de necrosis tumoral alfa y diversas interleucinas, producidas por células inmunes durante el estrés, pueden activar el eje HHA. A su vez, células inmunes en la glándula suprarrenal pueden producir hormona liberadora de corticotropina.

        Esta interacción compleja tiene una finalidad: prevenir una respuesta inmunológica excesiva que podría resultar dañina para el cuerpo cuando se enfrenta a una infección grave. En otras palabras, el mantenimiento de la integridad del eje HHA es esencial para la adaptación y la supervivencia del paciente críticamente enfermo.

        Barañao, Rosa Ines; 2009; 24-44 “Existe una evidente interrelación entre el sistema endócrino y el sistema inmunológico. Un ejemplo de esto es el efecto que las hormonas sexuales ejercen sobre las distintas poblaciones de leucocitos (linfocitos T y B, Células NK, granulocitos y macrófagos), así como sobre la producción y liberación de citoquinas y proteínas inmunoreguladoras. Tanto en las mujeres como en las hembras de otras especies, los estrógenos y la progesterona harían que primase una respuesta inmune humoral, lo cual resultaría beneficioso para la gestación, pero al mismo tiempo favorecería la aparición de ciertas enfermedades autoinmunes. Contrariamente, la testosterona haría que en los machos predominase la respuesta inmune celular. Los estrogenos estimulan la produccion de anticuerpos, alteran la actividad de las celulas T perifericas aumentando los LTreg, reducen el numero y la actividad de las celulas NK, aumentan el numero y la actividad de los granulocitos y los macrofagos, reducen la estimulacion osteoclastica mediante la disminucion de IL-1 y TNF-A y aumentan la respuesta tipo Th2. La progesterona inhibe la activación y la proliferación linfocitaria, aumenta la apoptosis de los linfocitos T y B, inhibe la generación y la actividad de células killer-T, induce la producción de PIBF, PP14 y Gal-1, inhibe la producción de anticuerpos, favorece la sobrevida de injertos y reduce la citoquinas Th1. Los andrógenos aumentan los linfocitos T citotóxicos CD8+, reducen la población de células pre-B en la médula ósea, no tienen efecto sobre los linfocitos B periféricos y estimulan la respuesta Th1. Por todo lo expuesto anteriormente, es indudable la interrelación sistema endócrino-sistema inmunológico y es importante tener en cuenta que las alteraciones hormonales tendrán como consecuencia alteraciones inmunológicas. Estas pueden presentarse como una respuesta autoinmune o como alteraciones más localizadas, como las observadas en la cavidad peritoneal de las pacientes con endometriosis.”

        Los autores destacan la interrelación entre el sistema endócrino y el sistema inmunológico y cómo las hormonas sexuales influyen en esta relación. El artículo se centra en los efectos de los estrógenos, la progesterona y la testosterona en la respuesta inmunológica. Se menciona que las hormonas sexuales tienen efectos diferentes en hombres y mujeres, lo que sugiere que las respuestas inmunológicas pueden variar según el sexo y ser relevantes para la salud y la enfermedad.

        Los estrógenos estimulan la producción de anticuerpos y afectan a varias poblaciones de células inmunitarias, como linfocitos T y B, células NK, granulocitos y macrófagos. También influyen en la producción de citoquinas y proteínas inmunoreguladoras. Esto puede ser beneficioso para la gestación pero también puede contribuir a enfermedades autoinmunes. La progesterona parece tener efectos inmunosupresores, inhibiendo la activación y proliferación de linfocitos y estimulando la apoptosis de células T y B. También modula la producción de ciertas proteínas inmunorreguladoras. Esto sugiere un papel en la regulación de la respuesta inmunológica, pero con posibles efectos negativos a largo plazo. Los andrógenos afectan a las células T citotóxicas CD8+ y la producción de células pre-B en la médula ósea. Estimulan la respuesta inmunitaria tipo Th1, que está relacionada con la inmunidad celular y puede fortalecer la respuesta inmune en hombres.

        Se resalta la importancia de comprender cómo las alteraciones hormonales pueden llevar a cambios en el sistema inmunológico y cómo esto puede manifestarse en respuestas autoinmunes o en afecciones específicas, como la endometriosis.

En general, el artículo proporciona una visión detallada de la influencia de las hormonas sexuales en la respuesta inmunológica y cómo estas interacciones pueden ser relevantes en la práctica clínica.

        Rico-Rosillo y Vega-Robledo (2018) “El sueño es un proceso que ocupa la tercera parte de la vida del ser humano y resulta imprescindible para que el individuo mantenga la homeostasis del organismo. Emerge como un regulador importante del sistema inmune, ya que durante el sueño se llevan a cabo las funciones necesarias para mantener su equilibrio. Por otro lado, la reducción de sueño tiene efectos adversos que alteran el metabolismo y produce incremento en la secreción de la proteína C reactiva, interleucina (IL)-6 y factor de necrosis tumoral (TNF). Estas citocinas activan a NF-κB, por lo que la alteración en el sueño puede ser un factor de riesgo para desarrollar enfermedades inflamatorias crónicas y metabólicas. Las citocinas proinflamatorias IL-1, IL-6 y TNF aumentan el sueño de movimientos oculares no rápidos y las antiinflamatorias como IL-4 e IL-10 lo disminuyen. El sueño puede modificar la función del sistema inmune induciendo cambios en el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y el sistema nervioso simpático. A su vez, el ritmo circadiano de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que descienden en la noche, favorece diferentes actividades del sistema inmune. El objetivo de la presente revisión es abordar diversos aspectos del sueño y su relación con el sistema inmune.”

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