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Competitividad En Los Negocios Internacionales


Enviado por   •  12 de Febrero de 2014  •  4.953 Palabras (20 Páginas)  •  426 Visitas

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Competitividad en los Negocios Internacionales

INTRODUCCIÓN

Si partimos de que los negocios internacionales son, en general, las transacciones privadas y gubernamentales que involucran a dos o más países, lo que en este estudio analizaremos, es un elemento que mide la eficiencia con la que se realizan estas transacciones, esto es, la competitividad, misma que se ha convertido en una preocupación central para gobiernos e industrias en todos los países, no obstante, la cantidad y calidad de las discusiones y debates, aún no existe consenso sobre el significado del término, aunque sí diversos medios para medirla.

Algunas personas ven a la competitividad de un país como el resultado de:

• el entorno macroeconómico en el que se desenvuelven las compañías e industrias.

• la relativa abundancia y bajo costo de la mano de obra de la que se dispone.

• la abundancia de recursos naturales.

• el tipo de políticas gubernamentales del país en términos de protección a la industria nacional, promoción de las exportaciones y subsidios a determinados sectores industriales.

• las diferencias en las prácticas gerenciales del país, incluyendo la forma en que se conducen y resuelven los conflictos obrero patronales.

Sin embargo, la pregunta persiste: ¿cómo puede ser competitivo un país que no cuenta con abundantes recursos naturales y que incluso han tenido un importante déficit presupuestal por años, como es el caso de Japón, Corea del Sur o Singapur?

¿Cómo explicar los casos de Alemania y Suiza?, donde por mucho tiempo sus monedas estuvieron claramente sobrevaluadas con respecto al dólar de Estados Unidos, o el caso de Italia, donde aún con políticas gubernamentales inconsistentes, se logró hacer florecer una importante industria de pequeños talleres dedicados a la exportación de calzado.

Es evidente que ninguna de las respuestas han sido suficientes para explicar, por sí mismas, ¿cuál es la base para que un país logre ser competitivo? E incluso habría que precisar ¿qué se debe entender por una nación competitiva?, ¿acaso, es aquella en la que la mayoría de sus compañías e industrias son competitivas?, o bien ¿es la que cuenta con una moneda, en la que el tipo de cambio le ayuda a que sus productos puedan venderse a los precios más bajos en los mercados internacionales y disfrutan de una balanza comercial positiva?

Nuevamente, si se analizan con detenimiento las preguntas anteriores y tratamos de contestarlas a la luz de las experiencias obtenidas por países considerados por los organismos internacionales de comercio como los más competitivos en el escenario mundial, tendríamos que decir que el concepto que buscamos no es el de competitividad, sino el de productividad, entendida como el resultado que obtiene un país al lograr altos niveles de eficiencia en el uso de su capital humano (talento) y económico. La productividad, desde luego, debe reflejarse forzosamente en el nivel de vida de la población y debe ser el criterio fundamental para determinar la remuneración económica que reciben los habitantes y la tasa de retorno del capital utilizado en proyectos de inversión a largo plazo.

Así, cada nación busca mejorar su nivel de productividad día a día, de diversas maneras, por ejemplo, busca que su sistema educativo les permita formar personal, mejorar la tecnología; identificar los procesos y las fallas en ellos para desarrollar las nuevas capacidades que les permitan competir a nivel mundial en los segmentos industriales, cada vez más sofisticados, y en nuevas industrias que se están formando en el mundo.

Si consideramos al comercio exterior, la inversión extranjera y el turismo, como las fuentes de divisas que mejor caracterizan a los negocios internacionales, para que estos produzcan beneficios se requiere mejorar la productividad de las industrias y segmentos en los que se desempeñan sus compañías. Específicamente el comercio internacional y los flujos de inversión extranjera son benéficos porque ponen a prueba a la industria doméstica al enfrentarla a nuevos niveles de productividad internacional.

Sin embargo, lograr un equilibrio o superávit en la balanza comercial puede ser inapropiado para una nación si sólo está basado en expandir las exportaciones con base en bajos salarios y una moneda débil, importando aquellos bienes de consumo que sus compañías no producen o lo hacen a muy alto costo, esta situación puede llegar a provocar desequilibrios financieros en el mediano y largo plazo.

El interés del gobierno y la industria por lograr una mayor competitividad no debe centrarse simplemente en crear empleos sino, más bien, en crear empleos que tengan elevados requerimientos en términos de habilidades y conocimientos que propicien la elevación del poder adquisitivo de los trabajadores y una mayor prosperidad nacional.

En el caso de México, por ejemplo, lograr una mayor captación de divisas producto del trabajo de su población migrante en Estados Unidos, puede ser equivocado cuando su campo se esta quedando sin gente para trabajarlo, y en consecuencia se convierte en un consumidor de productos agropecuarios provenientes de Estados Unidos , o si no existe una estrategia que permita que esta captación, que mayormente se destina a la subsistencia, pueda emplearse para crear proyectos productivos que les den independencia económica y un mejor nivel de vida a la población que recibe las remesas.

Esta situación que por un lado acentúa la dependencia alimentaría, por otro, lleva a preguntarse ¿qué va a pasar, en el largo plazo, con los migrantes que enfermos o imposibilitados de trabajar regresen al país, quién va a cubrir los costos de salud?, ¿o qué va a pasar si los migrantes que se quedan en Estados Unidos dejan de enviar dinero porque pierden el vínculo con su lugar de origen? El interés del gobierno y las industrias por lograr una mayor competitividad no debe centrarse simplemente en captar divisas sino, en reactivar la actividad primaria, y con ello la manufactura y los servicios.

Así, las políticas nacionales enfocadas a elevar la productividad deberían ir más allá de buscar las ventajas comparativas (recursos naturales, bajos salarios, políticas protectoras, etc.) y centrarse en lograr ventajas competitivas, esto es, ventajas que se deriven de un mayor aprovechamiento del capital humano y de los recursos naturales o materiales. Si partimos de que la competencia

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