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Cualificación O Profesionalización


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  1.017 Palabras (5 Páginas)  •  214 Visitas

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Cualificación o profesionalización

En caso de confirmarse la tendencia que indica una creciente “tercerización” del empleo, los criterios de selección y de contratación de personal deberán modificarse. Esto ya esta sucediendo implícitamente y de forma empírica en numerosas empresas. Como consecuencia lógica, habrá que plantearse la capacidad de adaptación del sistema educativo en su conjunto a esta nueva situación. No se puede pretender que los factores comporta mentales, actitudinales y de relaciones cobren cada vez mayor protagonismo en el mundo profesional sin que la formación tome estos aspectos en consideración. Esto implica una modificación de los criterios de evaluación, al tener que tomar más en consideración variables relativas a la persona, en detrimento de las apreciaciones puramente “objetivas”. La transformación esta ahí: es profunda e irreversible.

En el modelo de empleo que ha prevalecido durante las tres décadas anteriores a la introducción masiva de las nuevas tecnologías (sin duda la causa de los profundos cambios en la organización de la producción ) existía un vínculo entre la definición del trabajo industrial -taylorismo, y lo que se denominaba la cualificación ; a una función precisa, correspondía una formación concreta, acreditada por el correspondiente diploma. Esta clasificación y estas demarcaciones eran definidas y consensuadas entre las fuerzas sociales. Era necesario sancionar unos conocimientos técnicos, un saber y un saber-hacer específicos. De acuerdo con esta lógica, el sistema educativo producía - y aún produce - diplomados y licenciados acreedores de esos conocimientos que posteriormente debían ser seleccionados en base a su dominio de determinadas “ciencias exactas”. La enseñanza permite la detección de los mejores de forma “igualitaria” y según unos criterios normativos indiscutibles, nunca sospechosos de subjetividad. Es decir que, entre el modelo de enseñanza basada en una supuesta igualdad de oportunidades, y el “modus operandi” económico vigente, existía un vinculo materializado por la exigencia de un cualificación concreta y predeterminada.

Ahora bien, a partir del momento en que el desarrollo del empleo se produce en el sector servicios y que el fenómeno de tercerización se extiende hasta la propia actividad industrial, las equivalencias que anteriormente fueron coherentes ya no funcionan. Más allá de un saber-hacer y de ciertos conocimientos técnicos o tecnológicos, el contenido del trabajo implica cada vez en mayor medida un “saber-estar” y un “hacer-saber” que se basan en cualidades inherentes a la propia personalidad. La calidad del servicio depende de una implicación personal que se traduce en actitudes y comportamientos y que requiere habilidades tales como la aptitud para la comunicación (en el sentido más amplio), la capacidad de convicción, el criterio propio, y la visión de conjunto, todas extremadamente difíciles de normalizar y de cuantificar.

Ya no se valora a un jefe de equipo, en una fábrica por ejemplo, exclusivamente a partir de su competencia profesional. Debe mostrar espíritu analítico, sentido de las relaciones humanas, y aptitud pedagógica. Cuanto mejor sepa motivar o “movilizar”, más se le “cotizará”. Al mecánico de un taller, se le exigirá prestar atención al cliente, y así sucesivamente.

El objetivo de calidad total esta en el origen de lo que se perfila como una

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