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Trabajo Colaborativo 1

dandre075 de Septiembre de 2014

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La teoría de la localización

Néstor Duch Brown

Universitat de Barcelona

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0. Introducción

La literatura económica reciente, especialmente aquella que se ocupa de explicar las

causas del crecimiento económico, ha focalizado su análisis en el papel del territorio y

de sus determinantes históricos. La introducción de la dimensión espacial en la teoría

económica convencional supone modificaciones rigurosas a los resultados tradicionales

del análisis competitivo, sobre todo en referencia a su influencia sobre la organización

industrial local y su capacidad de potenciar el crecimiento.

Las decisiones locacionales, mediante las cuales se elige un lugar determinado para

instalar una empresa, generan una distribución espacial de las actividades económicas,

que pueden estar concentradas en algunos puntos o dispersas por todo un territorio.

Estas decisiones pueden obedecer a ciertas regularidades o ser totalmente aleatorias. La

teoría tradicional de la localización ha tenido un enfoque incompleto ante el problema

de explicar los patrones de localización y los factores que los determinan, muchas veces

sin siquiera hacer explícitos los mecanismos microeconómicos que inducen a las

empresas y a los consumidores a ubicarse los unos cerca de los otros.

Los avances en la teoría de la organización industrial y del crecimiento económico,

ocurridos durante la década de los setenta, han permitido la aparición de modelos

basados en los principios de la competencia imperfecta, que permiten un análisis más

profundo de la realidad económica y que encajan muy bien en el estudio de la

localización. En este planteamiento, se considera que el espacio actúa como fallo de

mercado, por lo que asumir la existencia de competencia perfecta es, aunque

teóricamente válido, un supuesto en exceso restrictivo. De esta forma, las economías de

escala en la producción juegan un papel preponderante en la explicación de no pocos

fenómenos económicos. Los modelos con externalidades se han constituido como una

alternativa lo suficientemente rigurosa para hacer frente a la teoría económica

tradicional, apuntalada en la competencia perfecta y los rendimientos constantes a escala

y resultan especialmente atractivos para el análisis de la aglomeración de las actividades

económicas.

Para que la teoría de la localización tenga sentido, es necesario alejarse del enfoque de

rendimientos constantes a escala y mercados competitivos, ya que la introducción del

espacio limita la competencia. La propia localización se constituye como una barrera a

la entrada y proporciona un cierto poder de mercado a las empresas ahí ubicadas. Los

rendimientos crecientes son fundamentales para explicar la concentración territorial de

la producción. Si nos enfrentáramos a rendimientos no crecientes, sería deseable para

cada empresa distribuir sus actividades entre todas las áreas de consumo posible, en

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donde el nivel de producción sería el que satisface la demanda local. Los costes de

transporte se ahorrarían y cada mercado sería una autarquía. Sin embargo, las ciudades

son la evidencia más convincente de la magnitud de las externalidades en las economías

reales. La concentración espacial provee a las empresas de una serie de beneficios que

generan un tipo especial de economías externas: las economías de aglomeración, por

medio de las cuales se reducen los costes locales de producción . Dichas economías se

derivan del aglutinamiento territorial de las actividades económicas. En el territorio, las

economías son internas, pero a nivel de la empresa individual, las economías son

externas. Existen, además, otro tipo de efectos externos, o externalidades, que afectan

las decisiones locacionales: las externalidades tecnológicas (o no pecuniarias) que se

refieren a las ventajas que disfrutan las empresas de la capacidad innovadora de otras

geográficamente próximas.

Las razones de la marginación del espacio en la teoría económica todavía se

desconocen. Blaug (1985) sostiene que von Thünen adolecía de falta de claridad en sus

trabajos mientras que Launhardt desarrolló sus teorías siguiendo un formalismo poco

accesible para su época. Sin embargo, la explicación de haber carecido de precursores

eminentes parece poco satisfactoria. Para que la economía espacial tenga relevancia, es

necesario que los teóricos del espacio demuestren la importancia real que tiene éste en el

seno de la teoría económica. El interés de un modelo no reside en el realismo de sus

hipótesis, sino en su poder explicativo. En este sentido, los teóricos del espacio deben

reconocer la importancia y multitud de problemas económicos fundamentales que

pueden estudiarse de manera profunda a partir de modelos puntuales (no espaciales).

Resulta equivocado inferir de lo anterior que el espacio es económicamente neutro y que

debe ser menospreciado como objeto de análisis, aun cuando muchos de los intentos

serios por construir teorías del espacio económico se contabilicen como fracasos.

Paradójicamente, el espacio juega un papel fundamental en el funcionamiento real de los

mercados, pero está ausente de los modelos teóricos. La paradoja resulta aparente, ya

que integrar espacio y competencia exige alejarse de la comodidad de los principios del

análisis competitivo e impone restricciones complejas sobre cualquier otra forma de

competencia. Por consiguiente, resulta más cómodo jugar con los triángulos de Weber o

los hexágonos de Lösch, dando la impresión de que la economía espacial se reduce a

cuestiones de geometría aplicada, sin considerar las implicaciones fundamentales que

tiene la interdependencia espacial y el territorio en el análisis económico.

El nuevo enfoque del análisis locacional justifica la concentración espacial de las

actividades económicas mediante la existencia de economías externas de aglomeración

que reducen los costes de producción dentro de unos determinados límites territoriales.

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Este proceso genera, asimismo, una dinámica industrial capaz de atraer actividades

complementarias y de generar servicios especializados, así como de fomentar la

innovación tecnológica. Este nuevo enfoque recupera la tradición de Marshall sobre las

economías externas a la empresa pero internas al territorio, lo que permitía, según el

propio Marshall, mantener el supuesto de competencia perfecta.

Si suponemos que las economías externas tienen una limitación geográfica que favorece

la aglomeración, debemos suponer también la imposibilidad de que dichas economías

sean trasladadas de un lugar a otro, lo que hace que las regiones se diferencien unas de

otras. Por lo tanto, dichas economías están circunscritas por ciertas barreras territoriales.

Sin embargo, los procesos de integración económica modifican, debido a la alteración

de los mecanismos de atracción y repulsión, el espacio económico en consideración. La

ampliación de dicho espacio o la adición de nuevas unidades territoriales con otro tipo

de fuerzas, alteran el equilibrio espacial y tienden a modificar la estructura de regiones

particulares, en la búsqueda de una organización espacial general más eficiente.

Este trabajo se plantea investigar sobre los determinantes de la localización industrial

bajo este nuevo enfoque, sobre todo dirigiéndose a los efectos que sobre la

relocalización de las actividades tienen los procesos de integración económica o de

Globalización. En el primer apartado se ofrece una breve reseña histórica de la teoría de

la localización, sobre todo lo que se conocen como modelos normativos y se plantea el

nuevo enfoque basado en la existencia de externalidades a nivel territorial, poniendo

énfasis en el papel que han desempeñado las economías externas en la literatura sobre

crecimiento económico y organización industrial. Se intenta hacer ver cómo se ha

modificado el paradigma de la teoría de la localización. En un primer momento, las

consideraciones teóricas giraban sobre la determinación de la localización óptima, desde

la perspectiva del equilibrio parcial, y de configuración de una estructura espacial

eficiente en términos de ventajas distributivas, desde la perspectiva del equilibrio

general en el espacio. Sin embargo el cambio de enfoque, el paso del análisis normativo

hacia uno positivo, debe explicar no el patrón óptimo, sino los factores que explican lo

que realmente ocurre y las consecuencias de dicho comportamiento. Es aquí donde se

presentan los avances en la teoría del crecimiento y de la organización industrial que

utilizan intensivamente el concepto marshalliano de economías externas y que han

impulsado una nueva línea de investigación en la teoría de la localización. El punto

principal del nuevo argumento es la revelación de la importancia de las economías

externas pecuniarias, ya que se derivan explícitamente de efectos asociados al tamaño de

mercado (Krugman, 1992).

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