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URBANISMO Y SPD I

dragor23 de Noviembre de 2013

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LA CUESTIÓN URBANA: ALGUNAS PERSPECTIVAS CRÍTICAS

Por M.a JOSÉ GONZÁLEZ ORDOVÁS

SUMARIO

HENRI LEFEBVRE: Acerca de Lefebvre.—MANUEL CASTELLS.—HORACIO CAPEL.—BOA-

VENTURA DE SOUSA SANTOS.

De las voces discordantes que a partir de los años sesenta comienzan a hacerse oír en el pensamiento urbanístico destacan, por su resonancia, una serie de nombres de los que sólo algunos representan corrientes metodológicas determinadas, como en el caso del enfoque marxista (1). Los unos y los otros aquí relacionados aportan reacciones críticas a la consideración sociopolítica del habitar que por distintos

(1) «El enfoque marxista representado en las figuras de Henri Lefebvre, Manuel Castells, David Harvey y Milton Santos aunque con planteamientos no coincidentcs, argumentan que las injusticias sociales y sus manifestaciones espaciales son inherentes al sistema capitalista; por consiguiente, sólo es posible alterar su forma y el contenido de la ciudad aboliendo el sistema capitalista que descansa en la propiedad privada y en la posesión monopolista del suelo urbano. Una consecuencia de este enfoque es que el geógrafo urbano no puede abordar el estudio de la ciudad desde una posición de neutralidad con la pretensión de explicar y comprender la estructura espacial de un modo aséptico, sino que debe tomar parte activa de denuncia y compromiso, contribuyendo así, con su esfuerzo intelectual y la práctica política, a la destrucción del sistema capitalista», JOSÉ ESTÉBANEZ: «LOS espacios urbanos», en VV. AA., Geografía humana. Cátedra, Madrid, 1988, pág. 363. Las aportaciones de estos autores, como por otra parte ellos mismos se han encargado de precisar en alguno de los textos comentados, son no tanto doctrinales como metodológicas. Y ello, explica Milton Santos, «porque nos sentiríamos incómodos, ya que hemos puesto en tela de juicio, implícita y explícitamente, algunas afirmaciones de Marx, especial- mente sobre las relaciones ciudad-campo, que no son válidas en la actualidad (...), porque las nuevas condiciones que sobrevinieron después de la segunda guerra mundial tornan caduco todo estudio que alegando a Marx, trataría de interpretar sus ideas sin tener en cuenta la renovación de las categorías históricas (...) es utilizando la noción misma de tiempo histórico, fundamental en el método marxista, que se comprende por qué algunas de las interpretaciones de Marx se han vuelto insuficientes», MILTON SANTOS: «Espacio y dominación: un enfoque marxista», Revista internacional de ciencias sociales, vol. XXVII, núm. 2, 1976, págs. 368-386.

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Revista de Estudios Políticos (Nueva Época) Núm. 101. Julio-Scpticmbrc 1998

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motivos no han pasado inadvertidas. En cualquier caso, son todos los que están pero no están todos los que son. También eso es una cuestión de espacio y tiempo (2).

HENRILEFEBVRE

Henri Lefebvre ha sido uno de los autores contemporáneos que mayor atención ha dedicado al fenómeno urbano, probablemente porque adopta la concepción mar- xiana de la ciudad como gigantesco laboratorio de la historia y porque crea la noción de «sociedad urbana» para referirse a la urbanización completa de la sociedad contemporánea, «caracterizando así a la vez su realidad y su tendencia» (3). El concepto 'sociedad urbana' no es sólo una definición sino también una hipótesis de trabajo, ya que, constituye el término de llegada de la compleja situación a la que el autor llama 'revolución urbana', entendiendo por tal «el conjunto de transformacio- nes que se producen en la sociedad contemporánea para marcar el paso desde el período en que predominan los problemas de crecimiento y de industrialización a aquel otro en que predominará ante todo la problemática urbana y donde la búsqueda de soluciones y modelos propios a la sociedad urbana pasará a un primer plano» (4). «El punto de partida (...) es el proceso de industrialización, el máximo proceso transformador de la sociedad contemporánea. Este proceso es inductor de otros hechos; los hechos de urbanización son hechos inducidos (...) Siendo el proceso de industrialización el proceso inductor, me parece más justo calificar esta sociedad por el efecto inducido, la urbanización, es decir, llamarla sociedad urbana» (5). Esa irrefrenable transmutación va acompañada de una forma propia de racionalidad: la urbana. Su formación supone en sí misma la superación de las racionalidades antes hegemónicas: «A la razón lógica formulada por el pensamiento griego (Aristóteles) sucedió la razón analítica (Descartes y la filosofía europea) y más tarde la razón dialéctica (Hegel y Marx, el análisis contemporáneo). Cada forma critica las ante- riores sin destruirlas, aunque esto conlleve problemas. De la misma manera, a la razón filosófica, elaborada por toda la tradición occidental, sucedió la razón práctica industrial (Saint-Simón, Marx, etc.); que actualmente es superada por la racionali- dad urbana en formación» (6).

(2) En el (¡mero queda, por ejemplo. Jane Jacobs cuyas aceradas censuras a la destrucción de la vida colectiva, la disociación de funciones vitales o la incapacidad de generar una auténtica vida urbana a que el urbanismo funcionalista había conducido la hacen merecedora de un lugar destacado en el análisis de las perspectivas críticas al urbanismo establecido.

(3) HENRI LEFEBVRE: De lo rural a lo urbano. 4.' ed.. tr. JAVIER GONZÁLEZ PUEYO, Península, Barcelona. 1988. pág. 227. (4) HENRI LEFEBVRE: La revolución urbana, tr. MARIO NOLLA, Alianza Editorial, Madrid, 1972, págs. II y 12. (5) HENRI LEFEBVRE: De lo rural a lo urbano, pág. 215. (6) HENRI LEFF.BVRE: La revolución urbana, pág. 79.

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Con todo, quizás la mayor particularidad de la propuesta de Lefebvre a ese respecto sea la de «considerar la industrialización como una etapa de la urbanización, como un momento, un intermediario, un instrumento» (7). El hecho de que lo rural, lo industrial y lo urbano se sucedan no implica que se trate de un proceso lineal, «la sociedad urbana sólo aporta el fin y el sentido de la industrialización en la medida en que nace de ella, la engloba y la encamina hacia otra cosa» (8). Pero en la crónica de esa sociedad anunciada concurren una serie de hechos, valores y visiones institu- cionales e ideológicas que aumentan progresivemente la complejidad del fenómeno urbano hasta otorgar un doble sentido a su elemento básico, el espacio, que no sólo constituye una insoslayable proyección en el tiempo, sino que aparece también como ámbito y objeto de estrategias políticas e intereses económicos. El tejido urbano interesa al proceso productivo tanto por la estructura y disposición del espacio como por el sistema de valores ofertado por la ciudad que logra la combinación óptima como 'consumo de lugar y lugar de consumo'. La noción de consumo no resulta contingente pues el autor emplaza la gestación de la sociedad urbana a través y en el seno de la que denomina «sociedad burocrática de consumo dirigido», que, caracterizada por una determinada organización del consumo, se desenvuelve en el marco de la sociedad neocapitalista. En ese sentido, cuando Baudrillard rechaza la expresión «sociedad de consumo» en tanto que refe- rente de un sistema de valores universal y en su lugar define el consumo como «una institución, una moral (...) como un elemento de la estrategia del poder» parece desechar una preeminencia del consumo respecto al conjunto de la sociedad, pero lo cierto es que lo concibe como un universal más de aquellos que han ido sirviendo como coartada democrática a «la lógica cultural de clase de la sociedad burguesa» atribuyéndose la evidencia de lo concreto (9). Y es precisamente en ese imperio de lo material y lo concreto, donde el consumo como satisfacción de un deseo instan- táneo pero continuo va desplazando, según Lefebvre, la problemática originada por el propio proceso de producción para dar paso a la hipervaloración de la cotidianei- dad como generalidad de deseos instantáneos (10).

(7) HIÍNRI LEFEBVRE: Ibidem, pág. 145. El tratamiento que Lefebvre da a lo urbano como parte constitutiva de la realidad social se manifiesta claramente en esta ambiciosa proyección: «La revolución industrial y la revolución urbana son dos partes, dos aspectos de una radical transformación del mundo. Son dos elementos dialécticamente unidos de un solo proceso, de una sola ¡dea de la revolución mundial», Ibidem, pág. 146. (8) Evidentemente la linealidad o no del citado proceso no guarda relación alguna con la distinción que el propio Lefebvre realiza entre 'tiempo cíclico' para referirse al que «surge del cambio en las ocupaciones agrícolas de temporada» y el 'tiempo lineal', el que prima en la organización industrial y urbana. Una reflexión más pormenorizada sobre éste y otros distingos aparece en EDWAKD P. THOMPSON: Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, 3." ed., tr. EVA RODRICUEZ, Crítica, Barcelona. 1988, pág. 24S. (9) JEAN BAUDRILLARD: Crítica de la economía política del signo, 8.* ed., tr. AURELIO GARZÓN DEL CAMINO, Siglo XXI, México, 1989, págs. 44-45 y 50-51. (10) HENRI LEFEBVRE: El derecho a la ciudad, 4* ed., Tr. J. GONZÁLEZ PUEYO, Península, Barcelona, 1978. pág. 33.

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La visión de ambos autores se cimenta en un concepto ideológico de necesidad y, en consecuencia, de consumo ya que carece de sentido elaborar una teoría de las necesidades cuando de hecho no existe «un mínimo vital antropológico»

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