APROXIMACIONES TEÓRICAS Y EPISTEMOLÓGICAS DE LA PSICOLOGÍA SOCIA APLICADA EN EL AMBITO COMUNITARIO

El comportamiento del ser humano, se construye con base en experiencias y conocimientos recabados durante a lo largo de su vida, gracias a las interacciones que construye con su entorno social. Dichos interacciones nos limitan y posibilitan al momento de relacionarnos con los demás dejando huellas en el inconsciente que son la pauta para nuestras futuras actividades.

A partir de este planteamiento es lógico pensar que el aprendiza obtenido en algún punto de la historia del individuo, sea retomado bajo diferentes circunstancias, con el fin de formar parte de la dinámica actual. Esta necesidad de pertenecía es la que da origen a los diversos planteamientos que se encuentran dentro del área que se avoca al estudio de la conducta humana en relación con las esferas sociales que mediatizan su participación dentro de un contexto específico.

Así, la psicología social viene a constituir una plataforma de carácter fundamental para el entendimiento de los comportamientos y actitudes de todos nosotros en relación con nuestro medio social. Enfocándose de manera particular a la comprensión de la conducta social (Znaniecki, 1969), tomando en cuenta en todo momento dos situaciones fundamentales: el interés del individuo por ser un participante social, y la importancia de los procesos sociales y su influencia sobre la persona.

Debido a este interés donde se toman en cuenta diversas variables para entender el influjo de los mecanismos sociales sobre la construcción cognitiva de la persona, podemos encontrar que la acepción “psicología social” puede tener diversas acepciones. Entre ellas, destacan las que ponen acento en su carácter de disciplina que estudia las influencias que las personas tienen sobre las creencias o conductas de otros, o bien aquellas que afirman que la psicología social intenta comprender como el pensamiento, los sentimientos y la conducta de los individuos están influidos por la presencia actual, imaginada o implícita de los demás. O como en el caso de Allport (1969) quien la define como el estudio científico de las manifestaciones de comportamiento de carácter situacional producidas por la interacción de una persona con otras; o por la simple expectativa de interacción futura, generando así estados internos y futuras manifestaciones de los mismos.

De cualquier manera, como se puede observar en todos los casos sobresalen las referencias con respecto a la influencia social y la interacción entre individuos. Esta relación sociedad-individuo, permite que el espacio conceptual de la psicología social tenga un carácter interdisciplinario, apoyándose de tanto sociológicas, políticas, y demás áreas de las ciencias sociales.

De ahí que sus reflexiones según Rizo (2006), se constituyan a partir de la comunión con otros enfoques científicos, llegando a complicar su definición y acotación, gracias a las diversas perspectivas que conforman el presente campo.

Desde su nacimiento la psicología social aborda temas relacionados con la influencia social y las interacciones hombre-sociedad, pero en términos más específicos Proshansky y Seidenberg (1973) enlistan algunos conceptos o campos de reflexión privilegiados por este enfoque como: percepción social, cognición social, actitudes, persuasión, procesos de socialización, conductas sociales, personalidad y estructura de grupos sociales, entre otros.

Con base en esto podemos empezar a darnos cuenta de cómo la psicología social se ha interesado por un amplio abanico de fenómenos, que de alguna manera, también han sido abordados por otras disciplinas. Esto se debe a que todos los fenómenos arriba enlistados, comparte como variable de estudio al ser humano (individual y colectivamente) lo cual conlleva a la creación y utilización de teorías como el psicoanálisis social, conductismo social, aprendizaje social, Gestalt y sociocognitivismo entre otras. Tomando en cuenta que cada una de ellas se aborda y acentúa elementos específicos, todo dependiendo del trasfondo del objeto de interés.

Esto diversidad teórica (y metodológica) permite la construcción por parte del investigador de plataformas propias en las cuales puede adentrarse al estudio del individuo y su sociedad; viéndolo de forma holística en todo momento, tomando en consideración los continuos procesos de adaptación, y la cultura que de cierta manera permite todo este movimiento social.

Es así que Vigotsky (2006) le da cierta relevancia a los aspectos culturales que subyugan nuestro desarrollo social. Planteando que no sería posible acercarnos al estudio de la psique humana, sin tomar en cuenta los aspectos socio históricos, políticos, ambientales y culturales que permean sobre los procesos cognitivos de la persona. Esta idea es retomada más adelante por Anzieu (1993) para fundamentar el hecho de que la conducta social está determinada en todo momento por las características físicas y sociales de las instituciones que permite que el individuo se comporte de cierta manera. Con ello podemos empezar a darnos cuenta el carácter correlativo entre las variables individuo-sociedad y que sin el estudio de una, no sería posible el entendimiento de la otra y viceversa.

Y es este entendimiento que permite considerar dentro de la psicología social tres niveles de análisis: la comunicación interpersonal dentro del plano de la intersubjetividad, la comunicación interpersonal en relación con otros participantes adscritos dentro de la misma interacción y la comunicación de masas (Montero, 1994). Ahora bien, esta tipología de análisis se centra fundamentalmente en dos fenómenos: la interacción y la influencia social.

La primera se erige como el objeto básico de la disciplina y es definida como la conducta o comportamiento de un conjunto de individuos en los que la acción de cada uno está condicionada

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