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Cómo ayudar a los niños en situación de riesgo dentro del aula


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2017  •  Tutoriales  •  2.191 Palabras (9 Páginas)  •  258 Visitas

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Cómo ayudar a los niños en situación de riesgo dentro del aula.

El trabajo docente es complejo, y requiere de un gran compromiso, pues más que transferir conocimientos, o ayudar a los niños a que acumulen datos debemos comprender que trabajamos con personas en formación, pequeños con sentimientos, identidades, expectativas y miedos; son seres humanos que requieren de nosotros para poder salir adelante.

Es una realidad que en cada ciclo escolar e incluso en cada práctica durante nuestra formación como educadoras, nos encontramos con pequeños que nos conmueven y nos inspiran a querer protegerlos, a sacarlos de sus hogares y trasladarlos a una burbuja donde nadie los dañe. Sin embargo, eso no nos es posible. Es cierto que debemos capacitarnos para reconocer a los niños en situación de riesgo, y saber cómo intervenir para poder ayudarlo incluso más allá de nuestras posibilidades.

Pero ¿qué es situación de riesgo?, ¿cómo podemos identificar a estos infantes vulnerables?, ¿de qué manera podemos ayudarlos y hasta dónde nos corresponde como docentes?, ¿será que verdaderamente nos necesitan, o sólo es nuestra percepción?. Trataré de dar respuesta clara y de forma concisa y reflexiva a estas cuestiones a lo largo de este texto, valiéndome de los aprendizajes obtenidos durante el curso de la asignatura correspondiente y de mis valoraciones personales.

La manera en que una persona afronta los conflictos cotidianos depende en gran medida de su autoestima, que es el “conjunto de pensamientos, sentimientos, actitudes, expectativas y observaciones que conforman la idea que una persona tiene de sí misma” (conclusión grupal), asumiéndose como individuo único, para eso debe sentirse valorado y respetado, es así como se desarrolla o no la capacidad para enfrentar situaciones difíciles, valiéndose de la interacción social.

Depende casi totalmente de cómo se fomente el autoestima de los niños, en sus mecanismos para interactuar, desenvolverse y hacer frente a las situaciones que lo ponen en riesgo; dejemos claro un concepto: una “situación de riesgo” es “la confluencia e interacción de factores que atentan el desarrollo de las potencialidades de los niños, que pueden desencadenar aspectos de resistencia o vulnerabilidad, según la situación problemática, los rasgos personales del niño y el contexto familiar y social en que se desarrolla, además de tomar en cuenta los factores protectores, esto fomentará o bloqueará su inserción social y sus posibilidades de éxito en su vida futura” (conclusión grupal).

La “resistencia” o “vulnerabilidad” consisten en las actitudes y las decisiones que toman las personas para salir avante o declinar en conductas antisociales en su interacción diaria con la sociedad. Existe una serie de factores de riesgo que combinados ejercen influencia en la resistencia o vulnerabilidad de los niños, por ello dice Rutter que “los individuos pueden estar protegidos de un tipo de resultado adverso mientras siguen siendo vulnerables a otros”, es decir, no se puede estar completamente exento de todo riesgo.

Las características cognitivas individuales y de conducta, tienen efecto de protección contra los riesgos en su combinación, algunos factores que influyen son: adversidades psicosociales, que ejercen mayor influencia sobre quienes son portadores de riesgo genético; dentro de la familia la supervisión parental y el mantenimiento de una relación estable, cálida y armoniosa al menos con uno de los progenitores; el alto CI a los 8 años; así como menor búsqueda de la novedad a los 16 años. Los factores que influyen en los pequeños más vulnerables son la discordia familiar, la crianza coercitiva u hostil, los malos tratos y la desatención, tener madre o padre adolescente, tener una familia de gran tamaño, vivir en hogares deshechos.

Con los datos anteriores puedo concluir que la familia juega un papel sumamente importante ante las adversidades que ofrece la vida diaria para los pequeños. Todos coincidimos en que la célula de la sociedad debe ser el lugar más seguro para los infantes, donde puedan desenvolverse con tranquilidad, confianza, tranquilidad y armonía; sin embargo es una realidad que dentro de esta institución existe la violencia.

La violencia familiar sin duda pone en riesgo la integridad y el sano desarrollo de los impúberes, y se hace manifiesta cuando se pone en peligro la seguridad de sus integrantes, cuando hay abandono o negligencia, maltrato emocional o físico, abuso sexual, mendicidad, corrupción o explotación laboral. Algunos factores que determinan la aparición de cualquier tipo de agresión dentro de un hogar, pueden ser la economía, la pobreza, la falta de trabajo, la alimentación, situaciones de estrés o tensión.

Es importante atender la violencia, de toda índole no solo familiar, pues dice Weissbour que “las investigaciones muestran que los niños expuestos a la violencia sufren con frecuencia de trastornos post-traumáticos, tienen pesadillas, regresiones y son hiper-vigilantes, siempre esperando el próximo ataque. Otros niños se vuelven adictos al peligro metiéndose ellos mismos en situaciones embarazosas”.

La educadora debe estar capacitada para poder identificar a los pequeños que sufren algún tipo de violencia; las características que pueden servir son las siguientes: cuando hay maltrato físico existen cicatrices, deformidades, contusiones, entemas, laceraciones, quemaduras, fracturas o signos de intoxicación. Cuando la violencia es sexual hay dificultad para caminar, masturbación, los niños no permiten que los toquen, presentan conductas inadecuadas para su edad, existe regresión en el control de esfínteres y/o laceración en el área genital. Si la violencia es psicológica se manifiesta con aislamiento, falta de socialización, baja autoestima, inseguridad, apatía, agresividad, indiferencia, abandono, descuido en la alimentación e higiene o ropa, desnutrición o en necesidades no atendidas.

Tengamos en cuenta que “los niños están menos expuestos a ser dañados por la violencia cuando pueden hablarlo con un adulto, cuando tienen la oportunidad de discutir sus miedos y cuando los adultos pueden explicar el significado y las razones de la violencia”.

Los maestros debemos detectar el buen desarrollo de los niños, ser sensibles para darnos cuenta que los niños maltratados buscan una figura neutral y de confianza para contar sus secretos, y en caso de estar en una situación así, debemos buscar ayuda con otros profesionales, primero con la dirección de nuestra escuela, haciendo registros, tomando acuerdos con la familia y más tarde acudiendo a las autoridades correspondientes para tender puentes y resolver el conflicto. Es importante tener en cuenta que son seres humanos con los

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