Deficiencia Motora
Baby15Ely20 de Enero de 2013
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Estimulación temprana del niño discapacitado físico desde el punto de vista psicológico
Respecto de los mecanismos de acción y de la interacción de condiciones en el acaecer terapéutico existen en parte puntos oscuros, de manera tal que en el tratamiento temprano nos apoyamos a menudo en explicaciones neurofisiológi¬cas cuando reflexionamos acerca de los éxitos o fracasos de una terapia, Con frecuencia, pasamos por alto la complejidad del proceso expresado como "estimulación temprana", Esta multiplicidad se refleja incluso en el con¬cepto de niño discapacitado físico, si adherimos a la definición de Schonberger: "Discapacitado fisicamente es aquel que por daño de los órganos de sustentación y movimiento está perjudicado tan poderosamente en la estructuración de su ser actual que no puede aprender o mostrar, sólo puede hacerlo en excepcionales condiciones individuales y sociales, aquellas formas de conducta que los miem¬bros de su más importante grupo de referencia esperan por lo general de él, por
lo que debe hallar una interpretación individual y duradera, específica del daño, respecto de los roles sociales importantes",
En esta definición, la discapacidad se considera en el contexto de las psicologías del desarrollo, de la personalidad, del aprendizaje y social,
1. ¿Qué pretende la estimulación temprana?
El tratamiento y la estimulación temprana no pueden ser un entrenamiento para funciones específicas, sino que es de suponer que se trata de complejas interrelaciones estructurales con distintas condiciones de origen y decurso que exigen un concreto planteo de objetivos en relación con la estimulación tempra¬na. Esta meta fundamental de la estimulación temprana está involucrada ya en la definición de discapacidad física,
Respecto de la definición reproducida más arriba, el objetivo de la estimula¬ción temprana podría, por ejemplo, desglosarse en los siguientes objetivos parciales:
- mejoramiento de las habilidades motoras
- estimulación de conductas adecuadas a la edad y ejercitación de activida¬des coherentes con la edad
- aprendizaje y práctica de diferentes conductas, adecuadas a distintos roles
- posibilitación de la interpretación de un rol individual
- estructuración de un concepto de sí mismo positivo
- estimulación de la conducta dentro del grupo
- estructuración de la conducta crítico-analítica y creativa
- estimulación del desarrollo emocional y motivacional global.
La estimulación temprana posee entonces una posición central, consti¬tuyendo un jalón básico en la tarea educativa formativa , como también lo formuló el Consejo Alemán de Educación. A esto se opone que en la práctica sólo existen hasta el momento intentos aislados de conceptualizar la estimu¬lación temprana individual orientada según el daño y según un aprendizaje por etapas. A ello se agrega que a menudo tales esfuerzos muestran la desventaja de referirse a la estimulación de funciones dañadas. Como sabemos, a partir de la investigación del aprendizaje, la estimulación intensiva de habilidades selectivas será, a largo plazo, carente de éxito.
Hasta tanto las medidas terapéuticas no se refieran a un concepto global con orientación pedagógico-psicológica, será difícil efectuar una estimulación tem¬prana responsable y efectiva. Es necesario establecer la armonía entre el concep¬to terapéutico, el niño discapacitado físico y su entorno.
2. ¿Qué ítem deben ser tratados durante la estimulación temprana?
A fin de poder elaborar conceptos específicos para cada discapacidad deben reunirse las bases neurofisiológicas y clínicas más importantes para el tratamiento temprano.
Cada distorsión del desarrollo estato-motor, con independencia del origen del daño, trae consigo la alteración de factores en el desarrollo global del lactante y el niño de primera infancia. Los niños con discapacidad física de origen motor encefálico presentan a menudo también una perturbación primaria de sus habili¬dades intelectuales.
Sin embargo, puede comprobarse en los niños con discapacidades físicas congénitas la perturbación de la conducta inteligente a causa de la alteración de las condiciones necesarias para el desarrollo cognitivo, incluso cuando no hay daño encefálico. Asimismo, los déficit intelectuales no dependen del tipo ni del grado de la disminución física. Las condiciones previas a un desarrollo normal de los procesos cognitivos se originan en la adquisición acorde con la edad de habilidades motoras y sensoriales y su coordinación. La actividad perceptual retardada o defectuosa significa una inhibición en el desarrollo de la inteligencia.
Ante la posibilidad de una estimulación temprana, sería de importancia que los factores patogénicos hubieran sido razonablemente esclarecidos. Actualmen¬te, la postulación de hipótesis acerca de los efectos del daño encefálico en la primera infancia tiende cada vez más a interpretarlos como retardo madurativo encefálico.
Sin embargo, en presencia de disfunciones encefálicas es difícil diferenciar si las causas han de buscarse sobre todo en:
- un retardo de desarrollo genéticamente determinado
- una deprivación sensorial
- un daño encefálico
A menudo, la diferenciación entre los cuadros patológicos sólo puede esta¬blecerse en el transcurso del tratamiento (por su éxito o fracaso).
La suposición de un retardo madurativo encefálico, el conocimiento de las interrelaciones entre la percepción, la motricidad y la acción y la utilización de datos obtenidos de la experimentación animal para aclarar el efecto que sobre el desarrollo encefálico producen los daños por hospitalización pueden constituir para la estimulación temprana un punto de partida constructivo, ya que puede explicarse así que, por la ausencia pasajera o permanente de ciertas funciones, se limite o imposibilite la potencialidad de su activación y su desarrollo.
Seguramente habrá toda una serie de funciones alteradas que pese a intensi¬vas medidas de estimulación casi no podrán ser activadas, ya que están más fuertemente sujetas a la activación durante una determinada fase sensible que otras funciones. Así por ejemplo, los trastornos en las funciones perceptuales intermodales parecen ser relativamente difíciles de influenciar.
Por otra parte, sin embargo, es de importancia que el terapeuta sepa que la estrecha relación existente en la niñez temprana, entre la actividad perceptual y la inteligencia disminuye con la edad; un mínimo de experiencias perceptuales coherentes en una etapa temprana de la vida puede dar lugar al desarrollo de funciones intelectuales básicas, que manejarán luego la actividad perceptual deficitaria. Una de las funciones de la estimulación temprana es la de ofrecer, bajo cualquier circunstancia, este mínimo de experiencias perceptuales coheren¬tes. En tal caso, se tendrá en cuenta que los resultados pueden constatarse tal vez recién años más tarde.
Dentro del campo de la estimulación temprana no sólo nos encontramos con
las particularidades de la estructura de la inteligencia y de la actividad percep¬tual. Puesto que existe una estrecha relación entre el rendimiento cognitivo y otras variables de la personalidad, también es posible advertir en la niñez temprana rasgos llamativos en la conducta, de tipo primario y secundario.
3. ¿Cuáles deben ser los puntos clave en la estimulación temprana?
La consideración de las medidas terapéuticas tomadas en la estimulación temprana desde la perspectiva de la psicología del desarrollo permite delimitar, según la etapa etaria y la discapacidad, los puntos clave en lo motor, verbal, perceptual, social y cognitivo.
Durante la primera mitad del primer año de vida, las funciones motoras afectadas son rasgos llamativos primarios. En parte, empero, ello es condiciona¬do porque las otras áreas de desarrollo, debido a su diferenciación todavía pobre, aún no tiene posibilidad de presentar síntomas. Esto, empero, no significa que solamente deban estimularse los procesos motores. También en este caso el programa terapéutico -sobre la base de la participación positiva y afectiva del niño en la terapia- debe contemplar el desarrollo global y estimular todas las áreas.
Las particularidades específicas del desarrollo, propias del segundo y del tercer año de vida, signados por la individualización y la autoafirmación y por el desprendimiento respecto de la madre y de personas dominantes, justifican las dificultades con las que se enfrenta el tratamiento en esta edad, que solamente podrán ser entendidas y tratadas adecuadamente si la estimulación del niño es realizada sobre un fondo de orientación pedagógico-psicológica. Incluso si hasta esta edad se han normalizado las funciones estato-motoras, aparecen por rezaga¬miento del desarrollo los primeros signos de trastorno perceptual de origen orgánico o encefálico; de igual manera, con el retraso del lenguaje se evidencian por primera vez trastornos en el esquema corporal, la orientación espacial, la comunicación y la conducta social.
En este momento del desarrollo, entonces, el peso del tratamiento no debe residir únicamente en el entrenamiento de las funciones motoras gruesas, aun cuando éstas, por disposición de mejores condiciones motoras, brindarían la conducta expansiva necesaria para el desprendimiento respecto de la madre. En el niño, sin embargo, se magnificarían con este tratamiento dirigido a la motrici¬dad antes bien los fracasos, lo que conduciría a frustraciones quedando descuida¬das las esenciales motivaciones propias
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