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El Juego Como Estrategia Didáctica Para Adolescentes

carlosart263 de Marzo de 2013

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El juego es una estrategia didáctica efectiva para ser utilizada con adolescentes. Puede potenciar el aprendizaje al fomentar experiencias agradables, satisfacer las necesidades de autonomía de los adolescentes y desarrollar habilidades metacognitivas que le ayuden en su proceso de aprendizaje y en la toma de decisiones en su vida cotidiana. En el presente artículo se describe la adolescencia y se hace énfasis en el desarrollo del cerebro y las necesidades de esa etapa. Posteriormente, se exponen las características del juego y la necesidad de jugar. Finalmente, se explica la utilidad del juego como estrategia didáctica para adolescentes.

La adolescencia

La adolescencia es una construcción cultural que inicia con la pubertad y termina con el reconocimiento social del individuo como adulto. Es un momento de cambios fisiológicos, cognoscitivos y emocionales, de cambiar la forma de ver y darle un lugar distinto a las experiencias del sujeto y sus relaciones con su entorno, a través de nuevos recursos intelectuales y emocionales, nuevos vínculos y nuevos referentes. (Rice, 2000)

Desde una visión “adultocentrista”, puede verse la adolescencia como algo indeseable, incluso patológico. Pero si reentendemos la adolescencia como un periodo en el que el individuo está activamente en un proceso de resignificación de sí mismo y su entorno, que es sumamente necesario tanto para el individuo como para la sociedad, dejaríamos de ver la adolescencia (y al adolescente) como algo amenazante que es necesario combatir y obstaculizar. (Jensen Arnett, 2008)

Sería incorrecto tratar de entender la condición adolescente sin tener presente que se trata de un sujeto que pasa buena parte de su tiempo de autoconstrucción en la escuela. Del mismo modo que sería incomprensible sin considerar que su prioridad son sus tiempos y espacios de ocio y de relación.

En esta etapa, el aprendizaje como actividad deja de ser el centro de su vida. La escuela se convierte en espacio y contexto para sus procesos de afirmación, confrontación y diferenciación, se enfrenta a interacciones y estímulos producidos por los otros adolescentes, el profesorado, la lógica institucional, las demandas sociales, las demandas de los padres y los acontecimientos que ahí suceden. (Funes, 2010)

El cerebro en la adolescencia

El desarrollo del cerebro no ocurre solamente durante los primeros años de vida sino que continúa durante la adolescencia hasta alcanzar los 22 años de edad. Los avances recientes en neurociencias permiten analizar cómo se va estructurando el cerebro desde el inicio de la gestación a la infancia, y su maduración en la etapa que va de la pubertad a la adolescencia, así como la descripción de los cambios arquitectónicos y funcionales de las interacciones entre las neuronas, los circuitos y la integración de áreas funcionales diversas. Esta información es necesaria para entender las inflexiones en la formas de procesar las emociones y de razonar, que ocurren a lo largo de esta etapa de la vida. (Society for Neuroscience, 2007)

El circuito del control afectivo-cognitivo se desarrolla de forma secuencial de la niñez a la vida adulta. Una onda de maduración avanza de la nuca a la frente y de abajo arriba del cerebro, en función de la edad cronológica y también del tiempo de la pubertad, puesto que los receptores de las hormonas sexuales en el cerebro convierten a estas moléculas en señales de activación de determinados procesos. (Blakemore, Burnett, & Dahl, 2010). La onda de maduración de la corteza cerebral de la nuca a la frente consiste en la conversión de materia gris formada por neuronas con múltiples ramificaciones, a materia blanca, que consiste en fibras formadas por los axones recubiertos de la vaina de mielina, que estructurada bajo la corteza, permite una gran velocidad en la transmisión de la información.

Además, durante la adolescencia dos estructuras del cerebro relacionadas con las emociones y la recompensa tienen una actividad mayor que en otras etapas de la vida. La amígdala es una estructura en forma de almendra en medio del cerebro, conectada al hipotálamo, la cual detecta el contenido emocional de la información sensorial y juega un papel en la información de memorias cargadas de emociones. El estriado ventral es una parte subcortical (al interior del encéfalo) del prosencéfalo, tiene un papel importante en la recompensa, la risa, el placer y la adicción (Purves, Augustine, Fitzpatrick, & Hall, 2004)

Los estados emocionales resultan de un sistema complicado de mensajes químicos disparados desde la amígdala a través del cuerpo que a su vez afectan lo que se percibe y en lo que se enfoca su atención momento a momento. Las emociones son los guardianes del aprendizaje (Park & Holloway, 2012). Conocimiento y afecto van unidos. Lo cognitivo implica emoción y lo afectivo requiere cognición. Diversos estudios (Pessoa, 2009) exponen que el complejo comportamiento cognitivo-emocional humano se basa en la integración de áreas del cerebro, aunque ninguna de ellas puede catalogarse como exclusivamente afectiva o como sólo cognitiva.

En cuanto al aprendizaje, las neurociencias han descubierto que las experiencias nuevas cambian físicamente al cerebro. Las neuronas, células del cerebro principalmente involucradas en el conocimiento, desarrollan nuevas ramas o dendritas, con lo que incrementan la comunicación entre ellas. El pasaje sináptico de un impulso eléctrico entre el axón de una neurona y la dendrita de otra es la base física del aprendizaje y la memoria. Cuando un sendero de comunicación dentro de una red de neuronas es usado repetidamente, se incrementa su eficiencia y decimos que se ha aprendido algo. La experiencia es el principal estímulo para el desarrollo de dendritas y por consiguiente, se fijan conexiones que tienen como resultado el aprendizaje, lo que observamos como inteligencia (Purves, Augustine, Fitzpatrick, & Hall, 2004).

Las necesidades de los adolescentes

Para los propósitos de este artículo tomaremos las necesidades de autonomía descritas por López (López, 2008):

1. Participación progresiva, autonomía en la toma de decisiones en el ámbito familiar, escolar y social.

2. Formación de nuevos vínculos de apego. Mantenimiento de los vínculos primarios que le proporcionan seguridad.

3. La interacción con adultos: fomentar la negociación en la toma de decisiones. Relaciones positivas entre contextos.

4. Interacción preferente con amigos y amigas. Relaciones de pareja.

5. Educación formal: necesaria para potenciar el desarrollo cognoscitivo y satisfacer la necesidad de autonomía.

6. Educación informal: relaciones entre educación, trabajo y cultura. Estilos educativos que potencien la autonomía.

7. Juego, ocio y tiempo libre. Actividades lúdicas apropiadas. Educación en posibles actividades de ocio.

8. Protección de riesgos psicológicos: buen trato; atención y satisfacción de las necesidades anteriores.

9. Educación sexual: actitud erotofílica hacia la sexualidad. Educación sobre anticonceptivos; prevención de enfermedades de transmisión sexual.

El uso del juego como estrategia didáctica puede cubrir todas estas necesidades, con excepción de la última que sólo sería cubierta si ese es el objetivo de la estrategia didáctica.

El juego

Terr (2000) define al juego como una “actividad destinada a pasarlo bien”, aunque el juego parece en esencia “no serio” para un observador externo, a menudo, para el jugador es una cosa muy seria. (Bañeres, Bishop, Claustre, & Comas, 2008), pues conlleva una tensión interna sobre una situación que se debe resolver, contiene cierta dosis de suspenso y exige una intensa concentración (Terr, 2000). En cuanto al uso del juego como estrategia didáctica con adolescentes, Meece y Daniels (2008) resaltan los siguientes beneficios:

1. Es una forma activa de aprendizaje que une la mente, el cuerpo y las emociones.

2. Reduce la tensión que a menudo se produce al aprender o tener que lograr algo.

3. Desarrolla habilidades para percibir las situaciones a través del punto de vista de otra persona: la cooperación, la ayuda, el acto de compartir y la resolución de problemas.

Así mismo, Brown (2010) destaca como cualidades del juego que:

1. Permite imaginar y experimentar situaciones en un ambiente seguro y aprender de ellas.

2. Genera una experiencia cognitiva, emocional y física satisfactoria, que implica anticipación, sorpresa, comprensión y desenvoltura para resolver estratégicamente la situación planteada.

Necesidad de jugar

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