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TDAH

ALEPINA71Tesis1 de Octubre de 2012

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TDAH

Comportamientos que ayudan a identificarle

El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), cuyo origen es biológico, puede hacer que un niño se convierta en una auténtica pesadilla para su profesor. Sin embargo, estos niños no se portan así por llamar la atención, ni porque sean "malos", sino a causa de su trastorno. Los profesores suelen sentirse impotentes ante niños que, aunque les parecen muy inteligentes, tienen un rendimiento escolar muy malo y sus notas son bastante bajas para lo que piensan que podrían llegar a obtener. Si somos capaces de identificarlos, podremos convertirlos en unos alumnos entrañables con solo seguir una determinada serie de estrategias.

Algunos de los comportamientos que caracterizan a un niño con TDAH en el colegio son:

Tardar mucho más que sus compañeros en centrarse en la tarea que se le manda hacer.

Si las clases son muy dinámicas está como perdido toda la clase, pues va a la zaga de los demás.

Tarda mucho en volver al trabajo después del recreo.

Cuando empieza a trabajar se pierde en nimiedades.

Las tareas están llenas de borrones y tachones.

Tiene días estupendos en los que su rendimiento es increíble y otros en los que parece que no se entera de nada.

No para quieto.

Con su comportamiento distrae a los compañeros que tienen alrededor.

Interrumpe con frecuencia la clase.

Habla a voz en grito.

No repasa los trabajos antes de entregarlos.

Su rendimiento en los exámenes es mucho menor de lo que cabría esperar.

No atiende.

Se le olvida lo que se le manda hacer de deberes.

No lleva todo el material que necesita para las clases.

Está retrasado en lectura.

No sabe resumir lo que acaba de leer.

Tiene dificultades con las tablas de multiplicar.

Reclama constantemente la atención del profesor.

Reacciona de forma desmesurada ante comentarios negativos de sus compañeros.

En el recreo tiene peleas frecuentes.

Errores típicos que comete en los exámenes

La hiperactividad e impulsividad, los problemas de concentración y atención y los posibles problemas asociados (de aprendizaje, memoria a corto plazo, etc.), característicos de este trastorno, hacen que ante un examen estos niños cometan una serie de errores que disminuyen, notablemente, sus calificaciones.

Algunos de estos errores son:

No sabe organizar el tiempo, por lo que se pasa casi todo el examen en una pregunta y contesta las demás a medias.

Cuando se hacen varias preguntas dentro de un mismo apartado, suele dejarse alguna sin contestar.

Aunque el contenido de la respuesta sea bueno, resulta que no contesta a lo que se le pregunta; es como si hubiera leído mal la pregunta o al recuperar la información de su memoria se hubiera confundido de respuesta.

Hay preguntas totalmente en blanco. Si las preguntas del examen fueron dictadas puede que las copiara mal (faltan palabras), por lo que cuando luego las lee no las entiende y ya no se acuerda de lo que dictó el profesor. Otras veces su inseguridad ante sus continuos fallos hace que, por miedo a que lo que pensaba no fuera lo correcto, no conteste nada. Generalmente, habría respondido correctamente. Otra posibilidad es que, simplemente, su "despiste" sea el responsable de que se haya saltado la pregunta.

Da las definiciones que le preguntan pero se le olvida poner los ejemplos, o viceversa.

Tiene días estupendos en los que su rendimiento es increíble y otros en los que parece que no se entera de nada.

En los exámenes de matemáticas:

Copia mal los números de las cuentas que tienen que hacer.

Se deja apartados de los problemas sin contestar.

Si, por ejemplo, se le pide un cambio de unidades de medida a "cm" puede que ellos expresen los resultados en "m".

Estos errores en los exámenes pueden cometerlos todos los niños, pero en los niños con TDAH son más frecuentes y no se deben a que no se sepa la lección, sino a que son incapaces de demostrar que lo saben. Si los profesores hablan con los padres, es muy normal que éstos les comenten su desesperación: no entienden como ha podido fallar en cosas que, en casa, hace perfectamente. A su vez, el profesor no entiende como puede fallar en cosas que en clase han repetido muchas veces.

Tareas diarias de la clase que se convierten en un suplicio

Las características del TDAH hacen que, estos niños, presenten dificultades a la hora de llevar a cabo determinadas tareas, muy frecuentes en el ámbito escolar. Su mal rendimiento en estas tareas pueden hacer que se generen en el niño sentimientos de rechazo hacia el ámbito escolar y las situaciones de aprendizaje. A continuación, veremos algunas de estas actividades cotidianas en las clases, en las que la actuación e estos niños suele ser especialmente desafortunada.

Responder en voz alta a preguntas rápidas del profesor

Suele dar respuestas carentes de sentido e intenta contestar incluso antes de que el profesor haya terminado de formular la pregunta. No pretende ser gracioso ni molestar, sino contestar lo mejor y más rápido posible, pero su impulsividad hace que responda sin pensar. Esas respuestas desafortunadas suelen hacer que sus compañeros se burlen de él, lo que le hace sentir ridículo. Con el tiempo puede tener verdadero miedo a que le pregunten en voz alta en clase y serán los propios nervios los que le impidan dar una respuesta adecuada.

Leer en voz alta

Muchos de estos niños presentan dificultades para leer en voz alta. Cuando son más mayores (diez o doce años) pueden leer perfectamente igual que cualquiera de sus compañeros, sin embargo, muchos siguen teniendo problemas para llevar a cabo esta actividad.

Cuando en los primeros años de la vida escolar empiezan a leer en clase, suele costarles más que a sus compañeros. Se retrasan respecto al grupo y empieza a tachárseles de que no leen bien. El hecho de que a veces leen palabras que no vienen en el texto, cambiar por ejemplo "comunicación" por "comunión", suscita la risa de los compañeros que van siguiendo la lectura. La insistencia de los profesores para que practique más en casa, sólo hace que una tarea que debería resultar divertida para que aumente su frecuencia, se convierta en un auténtico suplicio que "le quita tiempo de juego" después del colegio. Lo más normal es que el niño acabe no siendo muy aficionado a la lectura, pues no se le da bien y ¿a quién le gusta hacer cosas en las que constantemente oye decir a los mayores que no lo hace bien? Es mucho mejor dedicarse a actividades en las que sus padres le alaban y están orgullosos de él. Por esto, cuando por el mero paso del tiempo y una mayor práctica ya no le cuesta leer en voz baja, es probable que siga teniendo problemas para leer en voz alta. La vergüenza ante las posibles burlas, el miedo a que el profesor le vuelva a corregir en público y el "saber" (porque los adultos se han encargado de repetírselo mil veces) que no es bueno en esta actividad, hacen que en vez de estar pensando en lo que tiene que leer, se activen en él una serie de sentimientos de rechazo que le invitan a fracasar de nuevo cuando vaya a leer en voz alta.

Algunos niños llegan a la errónea conclusión de que lo que tienen que hacer, para parecerse a sus compañeros, es leer muy rápido. Inician así la lectura de una forma tan alocada que acaban equivocándose otra vez.

Dictados

Los dictados de un niño con TDAH suelen estar llenos de faltas de ortografía, aunque su grado de escolarización sea alto y hayan ido aprobando en la asignatura de Lengua Española. Pueden conocer las reglas de ortografía a la perfección y, aún así, por incomprensible que pueda resultar a su profesor o padres, el dictado aparecerá plagado de faltas de ortografía y ausencia de acentos. La impulsividad característica de este trastorno hace que escriban la palabra antes de pensar en como se escribe y no parecen relacionar las reglas que han aprendido con la palabra que les toca escribir. La propia dinámica de los dictados, donde hay que escribir y pensar rápido, resulta nefasta para su ortografía.

Cálculo Mental

No es que no sepa, no haya practicado o no conozca las reglas: es que se le olvidan los números. Algunos de los niños con TDAH tienen problemas de memoria a corto plazo. Esto hace que se les olvide el número por el que iban y al que el profesor le ha dicho que sume siete.

Aún cuando el profesor le indique los dos números con los que tiene que operar, le ocurrirá lo mismo que a la hora de responder preguntas rápidas en general. Su impulsividad hará que, en vez de pensar en la operación que le preguntan, conteste el primer número que pasa por su imaginación.

Y a la hora del recreo…¡problemas!

Este tipo de niño tiene tendencia a tener problemas en el recreo. La mayoría de las veces ni siquiera se estaban metiendo con él, sino con un amigo suyo, pero él se da por aludido, sale en su defensa, y es el que acaba cargando con las culpas.

Son el blanco ideal de los típicos matones, que les pican para que salten. Y vaya si saltan…

El adulto responsable del patio, que no suele seguir los acontecimientos desde el principio, sino que observa la pelea final, siempre le pilla a él. Se le etiqueta de problemático

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