Doctrina social de la iglesia católica y la importancia en el sindicalismo

Doctrina social de la iglesia católica y la importancia en el sindicalismo

Desde la aparición de la iglesia católica, esta ha influido y ha asumido posturas frente a los diferentes problemas de orden social que han afectado a la humanidad. Además, hay que recordar que la iglesia ha tenido o ha jugado un papel importante dentro de toda la sociedad, y esta ha sido escudera de todas las monarquías de la época feudal, así que ha desempeñado un rol de importancia a los largo de la historia.  

Cuando se dio la revolución industrial surgió una nueva clase, que es la clase proletariada, la cual estaba conformada por trabajadores de las industrias, estos vivían en condiciones muy indignas, era muy mal remunerados y trabajaban incluso hasta doce horas al día. Estas condiciones dieron lugar a que los trabajadores realizarán movimientos en pro de su bienestar y también por luchar para que se le garantizarán unas mejores condiciones de trabajo.

Para esta época, habían surgido movimientos sociales como el liberalismo y el marxismo los cuales habían sido acogidos de muy buena manera entre los trabajadores. La iglesia católica pregonaba dentro de su doctrina de la fe, que los hombres se debían de resignar a vivir en esas condiciones de pobreza en la que se encontraban, porque iban a tener una recompensa cuando murieran en el cielo, donde no les iba a faltar nada. Pero al surgir estos movimientos sociales y al estar los trabajadores pensando que la única vida es la terrenal y tenían que luchar por vivir bien, el piso social de la iglesia católica se estaba desmoronando, por lo cual la iglesia no podía seguir pregonando la resignación y la sumisión que tenía que tener el hombre en la tierra, así que la iglesia empieza a valorar la posibilidad del hombre por luchar por mejores condiciones en la tierra. se puede decir, entonces, que la iglesia tuvo sus prevenciones sobre el sindicato, en el principio, pero después va a apoyar al sindicalismo.

Desde 1864 la iglesia católica se lanzó en un proselitismo sindical al lado de los trabajadores, esto con el fin de disputar el control, el dominio y la fortaleza lograda por el socialismo y el marxismo, dotandose asi de un programa social y político el cual se plasmaron en diferentes encíclicas. Las encíclicas son cartas por medio de las cuales un Papa se dirige sobre determinado tema a los obispos y a toda la sociedad. Por medio de estas, la iglesia entonces comienza a declarar que los trabajadores deben de luchar por tener mejores condiciones de vida, que se le mejore todas las condiciones laborales.

La primera encíclica en la cual la iglesia se pronuncia sobre la situación de los obreros de la época es la Rerum novarum, esta es trascendental al ser la primera en hacer un cambio en la iglesia, al decir que los obreros no se deben resignar a las condiciones indignas que tenían, sino que debian que luchar por lograr un cambio. Al principio la iglesia exigio a sus partidarios organizar sindicatos católicos y cristianos, luego tolero que que estos fueran mixtos, es decir, que se aceptaran no cristianos.

Algunas de las encíclicas más importantes en cuanto al sindicalismo son: Rerum novarum, Quadragesimo Anno, Encíclica Mater et  Magistra y la Laborem Excercens.

Rerum novarum (nuevo reino)

Es la primera encíclica social de la Iglesia Católica, y la primera encíclica en la cual la iglesia se pronuncia sobre la situación de los obreros de la época, esta fue promulgada por el papa León XIII, en 1891, esto dio origen a que se conociera como el “papa de los obreros”. Esta encíclica fue una carta abierta dirigida a todos los obispos, que trataba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. En ella se refiere a la realidad sindical y profesional, la cual debía de estar orientada a la acción del cristiano. Esta encíclica fue la base de la doctrina social cristiana, retomada por sus sucesores en sus documentos sobre este tema.

En dicha encíclica, León XIII se refiere a los derechos que se les deben reconocer a los trabajadores, condena la lucha de clases, identifica al Capitalismo como la  causa de la pobreza y degradación de los trabajadores, declara que la mujer trabajadora debe tener una protección y que se debe prohibir el trabajo infantil, el trabajador de debe de tener un salario justo, la fuerza de trabajo del hombre no debe ser considerada una mercancía, se debe reconocer el derecho de los trabajadores a constituir sus propias asociaciones, entre otros temas.

Con respecto a las asociaciones profesionales, dice que las personas tienen un derecho que es el de la libertad de asociación, el cual es un derecho natural que deben tener todos los que trabajan en la producción de bienes y servicios, para defender sus justos intereses. Declarando de esta forma que el derecho de asociación debía de ser recuperado, porque la Revolución francesa y el liberalismo le habían negado este derecho al trabajador.

Considera que el estado debe tener deberes frente a los trabajadores: “Por lo que la defensa de los bienes corporales y externos, lo primero que hay que hacer es liberar a los pobres obreros de la crueldad de los hombres codiciosos que, a fin de aumentar sus propias ganancias, abusan sin moderación alguna de las personas, como si no fueran personas sino cosas.”.  “Débase, pues, procurar que el trabajo de cada día no se extienda a más horas de las que permitan las fuerzas. Cuánto tiempo haya de durar este descanso se deberá determinar, teniendo en cuenta las distintas especies de trabajo, las circunstancias del tiempo y del lugar, y la salud de los obreros mismos.”.

Quadragesimo Anno

Esta es una encíclica del papa Pío XI, publicada en 1931, se promulgó cuando habían pasado 40 años de la publicación del Rerum Novarum de León XIII, es por eso que recibe este nombre, que en español traduce Cuadragésimo año. La diferencia entre la encíclica Rerum Novarum y la Quadragesimo Anno, es que la primera trata sobre la clase obrera del capitalismo industrial que nació en la revolución industrial, y la segunda se extiende a todo el orden social.

Para la publicación de esta encíclica el mundo se encontraba en constante guerra, ya había culminado la primera guerra mundial (1914-1918), y había pasado la revolución rusa (1917), por lo tanto, esta dice que se debía restaurar el orden social que se había quebrantado por la guerra. Establece que la autoridad que tiene la Iglesia en materia social y económica, al poner en claro la relación que existe entre la economía  y el orden moral.

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