ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Análisis De La Experiencia Educativa Desde La Didáctica

lredondo16 de Mayo de 2012

4.852 Palabras (20 Páginas)911 Visitas

Página 1 de 20

Análisis de la experiencia educativa desde la didáctica

Reflexión Académica en Diseño y Comunicación NºXIII [ISSN: 1668-1673]

XVIII Jornadas de Reflexión Académica en Diseño y Comunicación 2010.

Año XI, Vol. 13, Febrero 2010, Buenos Aires, Argentina. | 202 páginas

López, Cristina Amalia [ver currículum del autor, docente de la Facultad de Diseño y Comunicación]

Evaluación de mi experiencia docente desde la mirada de la didáctica tomando como punto de partida una evocación que permita llegar al análisis de las acciones áulicas y las estrategias de enseñanza aplicadas, para hacer del aprendizaje, una tarea significativa que invite a pensar.

Aprendiendo a escuchar al alumno y sus circunstancias: El voluntariado docente A raíz de cursar la materia Introducción a la Didáctica en la Universidad de Palermo dentro del Programa de Formación y Capacitación Docente, se nos convidó a reflexionar acerca de una experiencia significativa que a modo de e-vocación pudiéramos relatar para compartir en el aula y luego desde ella efectuar el análisis didáctico correspondiente. Por ello me parece que el relato que a continuación comparto con ustedes, puede ser un humilde aporte a la reflexión y muchos quizás puedan empatizar o no con mis vivencias, pero lo importante es que a través de ello, el disparador del tema dio origen a un análisis profundo de mi acción docente y quizá muchos educadores puedan sentirse identificados. La experiencia que comparto con ustedes transcurre en 1993 mientras realizaba voluntariado en la escuela Fili Dei de Retiro, cuando lideraba la Comisión de Capacitación y Desarrollo del Círculo de Premiados de la Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires. En aquella oportunidad el grupo de la comisión mencionada vio con agrado mi propuesta de trabajar con chicos de escuelas carenciadas, ayudándolos en su proceso de aprender.

Entendimos que como jóvenes comprometidos con la sociedad, que teníamos oportunidad de educarnos y gozábamos de una buena formación académica, podríamos ayudar a otros a alcanzar objetivos exitosos en su aprendizaje.

Cuando nos involucramos con esta escuela, luego de conocer su organización interna y sus formas de educar, accedimos a la oportunidad de ejercer el voluntariado como maestros (cubriendo suplencias o como ayudantes) o bien simplemente participábamos del entretenimiento de los chicos en los recreos. Así en una de estas jornadas tuve que estar al frente del séptimo grado. Los chicos que asisten a esta escuela, y que viven en la villa 31 son personas muy diferentes a los de otros colegios porque su realidad diaria los hace enfrentarse con situaciones muy crudas. Es más, algunos no son niños ya son muchachos, tienen más de 14 años y por lo general han repetido el grado en varias oportunidades. No prestan atención, la violencia es la forma de comunicarse y los epítetos e insultos son la moneda común con que se dirigen a sus compañeros. Se torna muy difícil enseñar cuando los alumnos no prestan atención y no se predisponen a aprender. No conocen el silencio… Al estar frente al aula tuve un clic, porque me di cuenta que entre todos los alumnos algunos eran seguidores de mis comentarios pero otros, ausentes, se dedicaban a golpearse unos con otros y me resultaba difícil hacerlos callar. De hecho me percaté que estaba gritando, yo también, solicitando orden y mesura, y me estaba poniendo a la par de ellos.

Imaginé por unos segundos como me estaban viendo, los que me prestaban atención, y pensé que si seguía en esa postura no avanzaría en nada, y los que querían aprender, se quedaban con la imagen de una maestra enajenada, gritando casi tanto como ellos para solicitar silencio y el tiempo se pasaba sólo en eso. Hubo un antes y un después en mi…. Aprendí a mirar al alumno de otra manera y a involucrarme desde la afectividad, a crear un clima que permitiera conocernos mutuamente y convivir con reglas pautadas. Cambié radicalmente la estrategia, y comencé a hablar en secreto, solo a quienes desde el inicio prestaban atención a mi propuesta.

Cada vez hablaba más bajo, y gesticulaba con mayor agudeza… Marcando en cada gesto una teatralización, y siempre con una sonrisa. Al cabo de unos minutos, uno de los revoltosos empezó a mirarme con atención y codeó a los demás. Así uno a uno los alumnos que hacían lío en la clase comenzaron a silenciar sus voces. Descubrí para mi asombro que la estrategia había dado resultado. Estaba captando su atención… Logré que su curiosidad despertara su deseo de ver lo que estaba haciendo. Logré que todos tomaran asiento y entonces uno de los alumnos (de 16 años y muy corpulento me preguntó: ¿que pretende?) Y yo le respondí: - Hacer que mi tiempo aquí valga la pena!!! Me miró y se sentó indagando, que era lo que estaba haciendo… Y mirándolos uno a uno les expliqué la razón por la que estaba allí. Que nadie me obligaba ni me pagaba ni me pedía que fuera a dar clase, que simplemente quería ayudarlos a pensar, a cambiar la realidad y que creía posible un mundo mejor.

Una chica muy desarrollada físicamente me preguntó: - ¿Que quiere de nosotros?; Otra se anticipó a mi respuesta y me increpó: - ¡Para qué quiere que cambiemos si todo es lo mismo! Otro chico dijo: - A mi me mandan a la escuela para sacarme de encima mientras mis viejos se drogan. Y como eso mucho más…. En ese momento sentí que debíamos hablar de su realidad y les dije que me interesaba conocer su opinión, saber sobre sus vidas y sus ganas, dónde pensaban llegar, cuáles eran sus sueños. Los ojos de todos se abrieron sorprendidos. Y uno dijo: ¿Qué quiere saber? ¡Quiero saber si eres feliz! Se hizo un gran silencio en toda el aula. Luego pregunté: ¿Saben que significa ser feliz? Y cada uno mencionó lo que sintió en ese momento. La mayoría centraba sus respuestas en lo material, y en el deseo de tener un papá y una mamá que los amara, algunos sólo querían festejar su cumpleaños con amigos…. Sin querer abordamos el tema “De los Derechos de los Niños” y cuando los iba enumerando veía que sus caritas curiosas me miraban atentas. Cuando se me ocurrió decir, (señalando a un alumno al azar): - ¿Sabías que vos podrías ser Presidente el día de mañana, y cambiar la vida de muchas personas? Todos querían ser Presidentes. Y que bueno porque todos deseaban participar de la propuesta. Así en modo sencillo les dije: “La educación que adquieren en la escuela les permitirá ser mejores personas y responsables de sus actos, conocerán muchas cosas que los harán decidir qué quieren ser en la vida, ingresar a un trabajo y podrán tener un camino que recorrer lleno de oportunidades si se permiten aprender todas estas cosas maravillosas que les enseñan en la escuela“. Uno me dijo entonces: Seño… ¿Yo puedo ser doctor? Y le expliqué que sí, que cada uno podía ser lo que decidiera, que las puertas se abrirían si su deseo es verdadero. Siempre hay oportunidades, hay que saber buscar y nunca creer que no podemos hacerlo porque somos pobres.

Para terminar la clase y sabiendo que quizá no volviéramos a vernos o tal vez sí les dije mirándolos nuevamente a los ojos: - No pierdan el tiempo peleando, jueguen para divertirse y sean siempre niños con el corazón enorme, y aprendan a respetarse porque quien tienen al lado puede salvarles la vida. Me dí cuenta que había abierto un canal de comunicación especial y que lo que proponía les había llamado la atención. Simplemente los estaba tratando como personas y los estaba escuchando, me dí cuenta del valor del saber prestar atención. Me encontré inmersa en una realidad diferente y comprendí que habiendo dejado de lado las formalidades docente-alumno había encontrado una forma de comunicarme.

Ahí me di cuenta que el juego y la intuición me llevaron a tratar un tema tan difícil como complejo en un aula donde casi era imposible generar quietud y que prestaran atención. Tratar los derechos y obligaciones como ciudadanos me hizo imaginar que mi paso por esa aula había marcado una diferencia y que yo jamás olvidaría esta experiencia. Días siguientes, salí de la escuela, y estaba oscuro… Uno muchas veces es confiado y cree que nunca le va a pasar nada. Dos muchachotes se acercaron a mí para quitarme la mochila que llevaba con mis marionetas y artículos que siempre traía a la escuela para jugar. Forcejeamos, yo no iba a rendirme, de pronto los niños de la escuela aparecieron de la nada, con el chico que me dijo que quería ser doctor, me salvaron. El hermano era quien me quería robar. Los chicos le gritaron: - ¡No le hagas daño, es la señorita que nos viene ayudar! Ella es la maestra que nos enseñó que tenemos que ser buenas personas.

Ese es el mejor regalo que le pudieron dar a alguien que desde su pequeña humildad ejerce la docencia sabiendo que el instante que te acerca al otro tiene que estar unido a la verdad, a la responsabilidad y sobretodo a la creencia de que es posible educar cuando el amor por el saber es un inspirador que despierta en el otro el mismo ánimo.

Y por ello esa experiencia en Fili Dei me marcó para siempre. De esta mirada retrospectiva puedo hacer una nueva reflexión que me lleva a compartir con ustedes la evaluación de mi experiencia docente desde la mirada de la didáctica.

Desde mi punto de vista, el secreto del éxito del docente se halla en su equilibrio entre el saber y lo que es él en sí como persona, su capacidad de amar lo que hace y crear empatía en el aula. Y justamente el éxito colectivo de una entidad educativa se alcanza cuando para la búsqueda de nuestros objetivos como educadores, compartimos las experiencias docentes con las otras personas, ya que al unirnos con otros podemos ayudarnos a enfrentar

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (29 Kb)
Leer 19 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com