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Educación Para El Desarrollo


Enviado por   •  12 de Abril de 2015  •  1.504 Palabras (7 Páginas)  •  150 Visitas

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EDUCACIÓN PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

En días pasados recibí la solicitud, por parte los directivos docentes de la institución educativa donde laboro, de dar explicación acerca de una actividad asignada, en el área de filosofía, a los estudiantes del nivel medio de educación consistente en la elaboración y aplicación de encuestas a las habitantes de los barrios periféricos de la población de Aguachica-Cesar, a fin de conocer los niveles de NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas) como insumo básico para reflexionar y responder a las preguntas problema: ¿Cómo se relaciona el bien de la persona con el bien de la sociedad? ¿Qué tan bien se puede estar en un contexto en que las demás personas no están bien? ¿Es la pobreza un problema exclusivamente económico o puede concebirse como un problema político?; esta solicitud había sido motivada por el reclamo de unos padres de familia quienes, animados por unos compañeros de trabajo, veían en esta actividad de aprendizaje un sinsentido dado que no encontraban la relación de ésta con el proceso de enseñanza-aprendizaje.

A partir de esta experiencia reciente podemos palpar como en el ámbito educativo se mantiene una visión predominante del proceso de aprendizaje como simple transmisión de conocimientos o adiestramiento de habilidades olvidando que la formación debe penetrar la vida de los estudiantes incluyendo no sólo los aspectos cognoscitivos sino también los sociales, políticos y expresivos.

Por tanto es importante abordar en este ensayo los aportes del enfoque de Educación para el Desarrollo (EpD) a nuestras prácticas pedagógicas; un enfoque pedagógico, que desde una perspectiva ciudadana y democrática promueve reflexiones y acciones individuales y colectivas para contribuir al desarrollo social, entendido éste como las condiciones que posibiliten una mejor calidad de vida y el bienestar de la población.

En este sentido, la EpD busca lograr una formación de personas capaces de ubicarse en un mundo globalizado para repensarlo desde lo local y actuar siempre con el objetivo de lograr el desarrollo de la comunidad y por ende la transformación de la sociedad, lo cual se encuentra en consonancia con lo estipulado, para el caso de Colombia, en la Ley 115 de 1994 que en su primer artículo señala: «La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y deberes», y en el quinto artículo menciona como fines de la educación: «el pleno desarrollo de la personalidad dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos; la formación en el respeto a la vida y los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad; el estudio y comprensión crítica de la cultura nacional y de la diversidad étnica y cultural del país; el desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica».

Desde este enfoque pedagógico se hace eco a las palabras de Kant “no se deben enseñar pensamientos, sino enseñar a pensar”, y en este trabajo la escuela debe contar con los aportes provenientes de otros medios de socialización como son la familia, la comunidad y los medios de información.

Desde esta perspectiva, la EpD nos orienta a dar un “giro copernicano” al quehacer pedagógico cotidiano enclaustrado en el aula de clases y que, por lo tanto, se encuentra desconectado de la realidad personal, familiar y social de los estudiantes, puesto que lo que acontece en las aulas de clases dice poco o nada a la vida de los estudiantes, lo cual genera la desmotivación para el aprendizaje; dicho giro se enfoca en una labor educativa contextualizada, es decir, situar la reflexión en torno de aquellas realidades que a diario golpean y cuestionan la vida diaria como son la desigualdad, la pobreza y la exclusión, las cuales crecen, a pasos agigantados, en nuestro contexto social.

Por ende, el quehacer educativo debe orientarse a preparar a los estudiantes para la resolución pacífica de conflictos, el respeto por el otro y por lo otro; de tal manera que posibilite el derecho a pensar, creer, sentir y actuar diferente; que permita, como afirma Estanislao Zuleta (2007), “construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo”

La actividad pedagógica, en tal sentido, debe suscitar en los educandos corresponsabilidad con su entorno, descubriendo éste como el escenario primordial en el cual se desarrolla y recrea la vida y del cual cada ser humano debe sentirse responsable para entregarlo en mejores condiciones a las futuras generaciones. De igual manera, debe permitir comprender la relación de géneros como una relación entre iguales y, no como un proceso relacional sujeto-objeto, en el cual se reconozca a cada persona, independiente de las diferencias

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