Escuela Del Presente De Vasen
angelnicolasoria30 de Septiembre de 2014
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5. ESCUELAS DEL PRESENTE
—¿ Vos creés que cuando vaya a buscar trabajo me van a preguntar
qué nota me saqué en instrucción cívica?
JUAN, la escuela educa muy bien para la escuela.
PABLO, 16 años
Cada mañana diez millones y medio de chicos y adolescentes argentinos se levantan
para ir a la escuela. No hay institución en el país que albergue a tantos niños y jóvenes, que
produzca tantos efectos y que, a la vez, se vea horadada por tantas influencias.
Por eso la masividad de ese hábito no la pone a resguardo sino que, por lo contrario, la
coloca en el centro de inquietudes e interrogaciones respecto de su función y su actualidad.
Porque las condiciones de una modernidad líquida y el pasaje de la solidez del predominio
estatal a la fluidez dominada por el mercado están trastornando las relaciones entre cultura y
educación, condicionando los modos de crear lazos y los objetivos de la transmisión de
saberes. En consecuencia, muchos chicos sienten, como Pablo, que la escuela educa para
la escuela, no para una vida que aparece distinta de lo que la escuela representa como tal.
Parece que la función de la escuela es actualmente instruir y capacitar para conseguir
rápidamente trabajo, ésa sería su función, desde una perspectiva meramente economicista,
que es la que prevalece y atrapa en la inmediatez de la lucha por subsistir. Sin embargo, su
función primordial es mucho más que eso, es formar cierto tipo de subjetividad.
Clásicamente, la del ciudadano, pero hoy resta por ver qué es lo que la época demanda.
Un dato sugerente y contradictorio debería llamar nuestra atención. Mientras los más
pequeños pintan, cantan, bailan, modelan esculturas en plastilina o construyen edificios con
ladrillitos de plástico, los alumnos más grandes son alejados de lo artístico y sumergidos en
lengua o matemáticas. "Al parecer, el modelo de ciudadano que pretende configurar (hoy) la
institución escolar es el de un individuo preparado para satisfacer la demanda del mercado
laboral en detrimento de la capacidad creativa" (Chirico, 2008).
La provisión de mano de obra técnica o profesionalmente capacitada para un mercado de
trabajo en expansión deja en un segundo plano la función de elevar el nivel de formación de
una ciudadanía de nuevo cuño que pueda sentirse parte de un proyecto de transformación de
una realidad que incluya y abra puertas para todos, sin que el horizonte se detenga sólo en
las prácticas seductoras de un consumo exclusivo y excluyente. Injusto. Porque no puede
llamarse de otro modo un funcionamiento social donde la muchos son "borrados del mapa de
la significación social" (Kovadloff, 2007).
Además, la escuela socializa, sirve de puente e interfaz dentro/fuera entre la "intimidad"
familiar y el "afuera" social que, como hemos planteado, ya está "adentro" como extimidad. La
escuela sigue siendo el primer espacio real en el que se experimenta lo diverso, donde se
experimentan las diferencias, donde se registra al otro y se recibe la mirada del otro. Siendo depositaría de tamaña responsabilidad, es lógico que se monitoree su eficacia. Y
hay evaluaciones de distintos tipos.
Por ejemplo, una evaluación internacional reciente realizada a chicos de 15 años arrojó
resultados que, si bien deben relativizarse, fueron bastante decepcionantes.
1
Esa evaluación parece estar señalando que los chicos comprenden mal o no comprenden
lo que leen. Según este análisis, son los países con mayor PBI los que obtienen los mejores
puntajes. Los puntajes más bajos corresponden, además, a los chicos en cuyos hogares hay
menos libros. "0 sea que la falta de comprensión lectora está asociada a la pobreza
económica y cultural" (Silveyra, 2008).
Así como hay una nostalgia de esa Argentina "granero del mundo", alimento material de un
planeta devastado por guerras atroces, también hay una nostalgia de la escuela sarmientina
civilizadora, integradora y alimento metafórico -en tanto fuente de conocimientos útiles- para
el desempeño y el ascenso social que se sostenía, como señalamos, en el marco de un
Estado que pretendía constituirse en protector y organizador. Eso provocaba adhesión, y las
alianzas lógicas se establecían entre padres, docentes, familia y escuela para brindar
complementariamente crianza y educación a hijos y alumnos. La autoridad era conferida por
el Estado a padres, maestros y directivos.
Esa escuela que brindó una educación masiva que "tanto sentido y cohesión dio a la
cultura de nuestro pueblo" (Kovadloff, 2007b) se muestra claramente insuficiente y desbordada para enfrentar los desafíos del presente. Actualmente, cualquier lado del triángulo
formado por niños, padres, adultos y escuela es altamente conflictivo. Tomemos como
ejemplo la actitud desafiante o despreocupada de los estudiantes cuando un "profe" apela al
padre para sancionarlo. Es notable la falta de complementariedad entre padres y maestros
quienes son, en definitiva, los adultos responsables de la educación de niños y jóvenes. Los
padres tienden cada vez más a ubicarse de modo simétrico con sus hijos y a "rebelarse" ante
la autoridad junto a ellos. Esto reconoce razones muy atendibles, como el desfasaje
autoritario de directivos y maestros que, al encontrarse excedidos, caen muchas veces en
reacciones "duras" sin poder tomar posiciones firmes. Desflecada la investidura, sólo queda la
impostura. Pero también es evidente que hay una suerte de mimetismo juvenil en muchos
padres que, de ese modo, desertan de su función. De este modo nos encontramos con el
desbarajuste actual donde hay una delegación de responsabilidades entre los distintos
actores: los docentes acusan a la familia, las familias a las escuelas y los estudiantes a todos.
Educar, gobernar y psicoanalizar eran para Freud los imposibles ante los que no había que
rendirse. Sin embargo, ante este abrumador panorama, parece que en lugar de izar la enseña
patria, la escuela izaría hoy -o desearía izar-, por momentos, bandera blanca.
Y no alcanza con mejorar los sueldos o la formación de los docentes, aunque son
condiciones imprescindibles. Esta problemática se juega también en el plano de la dignidad.
Nos encontramos ante una situación inédita en la que los saberes que transmite un maestro o
profesor y el reconocimiento de que gozaba se han ¡do devaluando progresivamente. Aún
así, la escuela es la institución del Estado-Nación más extendida y ubicua, y aunque hay
quienes proponen que podría haber formas alternativas de transmisión de saber, no parece
que pueda ser reemplazada en el corto plazo.
También es una de las instituciones más heterogéneas, heterogeneidad que alcanza tanto
a niños, padres y familias, maestros y directivos como a los recursos con que cuenta. La
escuela cubre un territorio donde habitan muchas infancias diferentes. Así, las
1
Evaluación del Programme for International Student Asessment en la que nuestros estudiantes de nivel secundario
quedaron ubicados en el puesto 53 en lectura y 52 en matemática, sobre un total de 57 países. Publicada en el diario La Nación
el 5 de diciembre de 2007. temporalidades urbanas conviven con los tiempos rurales y la "siesta" de las ciudades del
interior de nuestro país. No obstante, las modalidades de lazo social y las temporalidades que
el consumo ha instituido impregnan también a niños que, por su lugar de residencia o
posibilidades adquisitivas, podrían parecer como refractarios a ellas.
No obstante, que la escuela sea irreemplazable no quiere decir que sea inmejorable. Y no
se trata de una "cosmética" sino de un replanteo profundo de su lugar decreciente ya que,
como dijimos, hay otras fuentes de saberes e información por fuera de ella que adquieren
notoriedad y consenso e imantan la curiosidad de los niños y jóvenes de hoy. Y la escuela
tiene que ponerse a tono con los tiempos y las presencias que la acompañan y la desplazan
en la vida de los chicos actuales, como veremos en el siguiente apartado. Un enorme desafío
que las nuevas condiciones de esta modernidad fluida plantean a una institución que debe
modificarse sin que eso implique renunciar a su función de transmisora y formadora.
ESCUELA Y PORVENIR
—¿Qué querés ser cuando seas grande?
—Millonario.
FEDERICO, 8 años
Kellie Pickler, cantante de American Idol, participó en un programa de juegos de la TV de
los Estados Unidos cuyo nombre es casi una sentencia: ¿Sos más inteligente que un chico de
quinto grado? Allí, la pregunta elegida por televoto y que contaba con un premio de 25 mil
dólares era: "¿De qué país europeo es capital Budapest?"
La jovencita mediática miró el tablero y comentó: "Yo creía que Europa era un país." Sus
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