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Escuela Del Presente De Vasen


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2014  •  5.476 Palabras (22 Páginas)  •  226 Visitas

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5. ESCUELAS DEL PRESENTE

—¿ Vos creés que cuando vaya a buscar trabajo me van a preguntar

qué nota me saqué en instrucción cívica?

JUAN, la escuela educa muy bien para la escuela.

PABLO, 16 años

Cada mañana diez millones y medio de chicos y adolescentes argentinos se levantan

para ir a la escuela. No hay institución en el país que albergue a tantos niños y jóvenes, que

produzca tantos efectos y que, a la vez, se vea horadada por tantas influencias.

Por eso la masividad de ese hábito no la pone a resguardo sino que, por lo contrario, la

coloca en el centro de inquietudes e interrogaciones respecto de su función y su actualidad.

Porque las condiciones de una modernidad líquida y el pasaje de la solidez del predominio

estatal a la fluidez dominada por el mercado están trastornando las relaciones entre cultura y

educación, condicionando los modos de crear lazos y los objetivos de la transmisión de

saberes. En consecuencia, muchos chicos sienten, como Pablo, que la escuela educa para

la escuela, no para una vida que aparece distinta de lo que la escuela representa como tal.

Parece que la función de la escuela es actualmente instruir y capacitar para conseguir

rápidamente trabajo, ésa sería su función, desde una perspectiva meramente economicista,

que es la que prevalece y atrapa en la inmediatez de la lucha por subsistir. Sin embargo, su

función primordial es mucho más que eso, es formar cierto tipo de subjetividad.

Clásicamente, la del ciudadano, pero hoy resta por ver qué es lo que la época demanda.

Un dato sugerente y contradictorio debería llamar nuestra atención. Mientras los más

pequeños pintan, cantan, bailan, modelan esculturas en plastilina o construyen edificios con

ladrillitos de plástico, los alumnos más grandes son alejados de lo artístico y sumergidos en

lengua o matemáticas. "Al parecer, el modelo de ciudadano que pretende configurar (hoy) la

institución escolar es el de un individuo preparado para satisfacer la demanda del mercado

laboral en detrimento de la capacidad creativa" (Chirico, 2008).

La provisión de mano de obra técnica o profesionalmente capacitada para un mercado de

trabajo en expansión deja en un segundo plano la función de elevar el nivel de formación de

una ciudadanía de nuevo cuño que pueda sentirse parte de un proyecto de transformación de

una realidad que incluya y abra puertas para todos, sin que el horizonte se detenga sólo en

las prácticas seductoras de un consumo exclusivo y excluyente. Injusto. Porque no puede

llamarse de otro modo un funcionamiento social donde la muchos son "borrados del mapa de

la significación social" (Kovadloff, 2007).

Además, la escuela socializa, sirve de puente e interfaz dentro/fuera entre la "intimidad"

familiar y el "afuera" social que, como hemos planteado, ya está "adentro" como extimidad. La

escuela sigue siendo el primer espacio real en el que se experimenta lo diverso, donde se

experimentan las diferencias, donde se registra al otro y se recibe la mirada del otro. Siendo depositaría de tamaña responsabilidad, es lógico que se monitoree su eficacia. Y

hay evaluaciones de distintos tipos.

Por ejemplo, una evaluación internacional reciente realizada a chicos de 15 años arrojó

resultados que, si bien deben relativizarse, fueron bastante decepcionantes.

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Esa evaluación parece estar señalando que los chicos comprenden mal o no comprenden

lo que leen. Según este análisis, son los países con mayor PBI los que obtienen los mejores

puntajes. Los puntajes más bajos corresponden, además, a los chicos en cuyos hogares hay

menos libros. "0 sea que la falta de comprensión lectora está asociada a la pobreza

económica y cultural" (Silveyra, 2008).

Así como hay una nostalgia de esa Argentina "granero del mundo", alimento material de un

planeta devastado por guerras atroces, también hay una nostalgia de la escuela sarmientina

civilizadora, integradora y alimento metafórico -en tanto fuente de conocimientos útiles- para

el desempeño y el ascenso social que se sostenía, como señalamos, en el marco de un

Estado que pretendía constituirse en protector y organizador. Eso provocaba adhesión, y las

alianzas lógicas se establecían entre padres, docentes, familia y escuela para brindar

complementariamente crianza y educación a hijos y alumnos. La autoridad era conferida por

el Estado a padres, maestros y directivos.

Esa escuela que brindó una educación masiva que "tanto sentido y cohesión dio a la

cultura de nuestro pueblo" (Kovadloff, 2007b) se muestra claramente insuficiente y desbordada para enfrentar los desafíos del presente. Actualmente, cualquier lado del triángulo

formado por niños, padres, adultos y escuela es altamente conflictivo. Tomemos como

ejemplo la actitud desafiante o despreocupada de los estudiantes cuando un "profe" apela al

padre para sancionarlo. Es notable la falta de complementariedad entre padres y maestros

quienes son, en definitiva, los adultos responsables de la educación de niños y jóvenes. Los

padres tienden cada vez más a ubicarse de modo simétrico con sus hijos y a "rebelarse" ante

la autoridad junto a ellos. Esto reconoce razones muy atendibles, como el desfasaje

autoritario de directivos y maestros que, al encontrarse excedidos, caen muchas veces en

reacciones "duras" sin poder tomar posiciones firmes. Desflecada la investidura, sólo queda la

impostura. Pero también es evidente que hay una suerte de mimetismo juvenil en muchos

padres que, de ese modo, desertan de su función. De este modo nos encontramos con el

desbarajuste actual donde hay una delegación de responsabilidades entre los distintos

actores: los docentes acusan a la familia, las familias a las escuelas y los estudiantes a todos.

Educar, gobernar y psicoanalizar eran para Freud los imposibles ante los que no había que

rendirse. Sin embargo, ante este abrumador panorama, parece que en lugar de izar la enseña

patria, la escuela izaría hoy -o desearía izar-, por momentos, bandera blanca.

Y no alcanza con mejorar los sueldos o la formación de los docentes, aunque son

condiciones imprescindibles. Esta problemática

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