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Factores De Exito


Enviado por   •  22 de Agosto de 2013  •  1.457 Palabras (6 Páginas)  •  229 Visitas

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Soy de origen campesino, nací en un pequeño pueblo del sur de Nariño llamado Sapuyes. Sembrábamos trigo. Era un hogar humilde pero cargado de esperanzas. En ese ambiente crecí, hasta que, cumpliendo mis 17 años, empuñé mi diploma de bachiller como la única arma que me abriría las puertas de mi futuro, un logro que para mi pequeño terruño era reservado a unos pocos, y con este único título y un enorme deseo de triunfar inicié mi sueño de tener algún día mi propia empresa.

Los recursos familiares (éramos siete hermanos) no dieron para más estudio. En los años 60 no había ninguna de las facilidades que se tienen hoy. Salí de mi pueblo un lunes lluvioso y frío a la 1 a.m., en el único vehículo que conectaba semanalmente con la capital del departamento de Nariño. Mi capital eran $300 que mi padre me había obsequiado para mis gastos. En mi mente sólo rondaba que había que buscar el centro urbano más grande que tuviera el país, pero allí, por la vecindad, también entró a competir la capital ecuatoriana, dada la enorme influencia cultural que se vivía en esa zona.

Una moneda fue la encargada de definir este dilema. Cara, Bogotá, y sello, Quito. Nunca había visto, ni siquiera en imágenes, cómo era Bogotá. Sólo a mediados de la década de los 60 llevé el primer televisor al pueblo, por consiguiente, cual campesino ingenuo, asustado con el ambiente propio de una peligrosa terminal de buses de ese entonces, llegué, tras un agotador viaje de 30 horas. Descendí del bus, me robaron y quedé con la ropa que tenía puesta; la situación no podía ser más difícil.

El Señor de las Misericordias, patrono de mi pueblo que nunca ha me ha quitado de su mirada, me permitió encontrar un pequeño colegio privado, donde con un sueldo de $200 mensuales tenía que atender en tres jornadas continuas la enseñanza de matemáticas en todos los cursos de primaria. Enhorabuena y gracias a Dios tenía techo y comida incluidas.

Mi primera quincena de $100 la recibí en un cheque del Banco de Bogotá, oficina La Estrada, y mientras el cajero me pagaba la tan anhelada suma, le alcancé a preguntar cómo hacía una persona para ingresar a trabajar al banco. Me advirtió que justo en ese día había selección de personal, durante la mañana, y que esto sólo se realizaba cada mes. Miércoles 15 de octubre de 1968: el día que cambiaría mi vida para siempre.

Sin la más mínima pérdida de tiempo y pasando todas las pruebas de rigor, el jefe de personal decidió que iniciaría labores al día siguiente como mensajero. No la tuve fácil. El desconocimiento de la ciudad y el no haber tenido un entrenamiento previo en la actividad que me tocaba desempeñar se encargaron de martirizarme todos los días, pero había que sobreponerse a todas las dificultades y poco a poco la mirada de Dios me dio el valor para soportar esta dura prueba. Al cabo de unos pocos meses, y ya una vez estabilizado y con un rendimiento favorable en mi trabajo, fui trasladado a la oficina principal. Ahora sí podía decir que trabajaba en el edificio más alto de Colombia, lo cual para mis padres y para mi pueblo era motivo de orgullo.

Pero esto no colmaba mis ganas de triunfar. Entonces busqué afanosamente una carrera nocturna que me permitiera progresar en el banco. Me convertí en economista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, pero antes tuve que superar muchos peldaños difíciles. La carrera bancaria no es nada fácil y menos acompañada de un estudio nocturno; sólo Dios, mi dedicación y la tenacidad que le puse a mi desempeño lo hicieron posible.

Ocho años después de haber ingresado como mensajero era gerente de la oficina, y ocho años más tarde era subgerente de crédito de un importante número de oficinas (32 en total), que en ese entonces se llamó la Zona Bogotá Norte. Algunos de mis jefes todavía laboran en dicho banco y gracias a ellos, a la autoridad y al buen ejemplo que en su momento me inculcaron, me dieron la formación y la disciplina y me ayudaron a moldear el espíritu de empresario emprendedor que hoy llevo en las venas y que fue la base para continuar con mi sueño.

Una vez estabilizado y con una familia organizada, atendí el llamado de Dios y tomé la riesgosa pero firme decisión de retirarme del banco para emprender mi propia empresa, algo relacionado con el cereal que en mi infancia me vio crecer, el trigo. Fue así como nació Enzipan de Colombia Ltda., una empresa dedicada a estudiar las propiedades de las diferentes clases

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