Investigación Educativa

La investigación en el ámbito educativo corresponde a un proceso arduo y riguroso que pretende resolver inquietudes, necesidades y nudos críticos que se presentan en el contexto educacional. Entiendo que el punto de partida para abordar este comprometedor viaje es el plantear desde la realidad educativa la inquietud, representada por el proceso de indagación o interrogantes que surgen como consecuencia de la observación constante de esta realidad, es en ésta donde emerge la toma de decisiones del docente para deliberar sobre determinadas situaciones del contexto con el fin de iniciar la búsqueda y posteriormente dar respuestas que permitan dar aportes al conocimiento, reflexionar sobre los hallazgos y contribuir con la solución de situaciones emergentes que debilitan el quehacer diario.

Hoy se acrecienta en mí este transitar, el rol del docente como investigador, más participativo, comprometido y sensible ante la realidad educativa, características que favorecen la búsqueda de nuevas formas de accionar, para propiciar cambios y transformaciones en la sociedad del conocimiento. La necesidad de investigar me permite contribuir a la vez con el proceso innovador del quehacer, para poder adjudicar este rol es imprescindible que disponga de las herramientas necesarias para obtener conocimientos en el área investigativa, a decir, formación y desarrollo profesional, que me permita reflexionar de una manera más crítica sobre cómo mejorar la práctica, es a partir de esta interrogante que se inicia el proceso de búsqueda de respuestas e indagación.

En referencia al apartado anterior Rodríguez y Bonilla citados por Cifuentes (2011), afirman que

Los procesos de indagación se construyen en la interacción social, son valiosos en la medida en que posibilitan producir conocimiento pertinente, significativo, relevante, particular. Su utilidad para tomar decisiones y fundamentar la construcción de políticas sociales se restringe a los campos específicos de la indagación (p. 18)

En este marco de ideas es importante, contar con un docente que accione la investigación en un marco de interacción reflexiva y pedagógica, para fortalecer la toma de decisiones en la construcción del objeto de estudio, así Magendzo (2006) señala que la investigación de la práctica educativa ha sido planteada como un modelo de capacitación de profesores tendiente a modificar su rol llevándole desde una postura de reproductor a constructor de conocimientos y en este sentido haciéndolo más profesional, sostiene que el profesor puede y debe elaborar teoría desde su práctica, pues resulta importante para el docente el apoyar su práctica diaria, representada por todas las vivencias y el cúmulo de experiencias, en los elementos teóricos que le permiten aclarar las inquietudes que emergen de su realidad educativa.

Con base a esta consideración se vislumbra la idea de lo imaginable, como una manera de dar sentido al quehacer investigativo, complemento del rol humanista, mediador y guía que caracteriza al docente para brindar un esquema de construcción de la realidad educativa. Se describe entonces un contexto vivencial de reflexión, creación e innovación que permite descubrirla, reconstruirla, para comprenderla y si es posible transformarla. La investigación nos lleva a escudriñar, nos envuelve en la aventura del conocimiento y nos permite luego compartir y avizorar esta azaña, cuando damos a conocer el mundo de los entendidos nuestro maravilloso hallazgo.

No es fácil investigar, sin embargo es posible incursionar en el conocimiento reflexivo, que nos lleva a comprender cada día el enmarañado mundo de las inquietudes educativas, estas consideraciones representan un preámbulo a la descripción de mi labor que como nobel investigadora aflora en este campo investigativo, con el deseo de iniciar y concretar el camino hacia las respuestas, este accionar apunta a la construcción del objeto de estudio, directriz en la problematización de la inquietud como proceso complejo, donde he de decidir de manera organizada hacia donde va dirigida la investigación, cómo surge el cuestionamiento, qué nudos críticos encontraré, y cómo confrontaré los elementos teóricos con la situación encontrada.

Para complementar la reflexión anterior conviene extraer el pensamiento de Rojas de Escalona B. (2010) quien señala, que:

En todo caso, involucrarse en una investigación requiere motivación, compromiso, deseos de aprender. El proceso puede tornarse frustrante en algunos momentos, exigente, tedioso. El investigador debe salvar obstáculos, enfrentar dificultades que solo puede superar con disciplina, motivación al logro e interés de estudio (p.60).

Sin lugar a dudas, este proceso representa el entendimiento, la aventura del conocimiento, una manera de articular la docencia con la investigación, y un esfuerzo por dar respuestas a necesidades, vivenciadas por los participantes o actores sociales en la institución.

Ahora bien, cuando el investigador desarrolla su objeto de estudio, está en capacidad de plantearse las interrogantes, que serán el punto crucial para crear un acercamiento con la postura paradigmática ontoepistémica y metodológica, de gran importancia para construir las intencionalidades. En este escenario es preciso citar a Guba (en Sandoval, 1996) quien afirma que para abordar una realidad es preciso partir de preguntas básicas: ¿cómo se concibe la naturaleza de la realidad?, ¿cómo se concibe la naturaleza del conocimiento y la realidad?, ¿cómo son las relaciones entre el investigador y ese conocimiento? y ¿cuál es el modo de construir el conocimiento? es significativo estar seguro bajo que metodología se va a construir la investigación y si se compagina con la inquietud y motivación descrita previamente, en este sentido las inquietudes me permiten diseñar las intencionalidades y estas me ayudan a direccionar el trabajo de investigación.

Es preciso aclarar que toda

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