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Lenguaje Procaz


Enviado por   •  5 de Junio de 2013  •  1.889 Palabras (8 Páginas)  •  675 Visitas

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Introducción:

El hombre, desde su creación ha buscado la manera de comunicarse e interactuar con el resto del mundo. Esto comenzó a desarrollarse desde sus inicios, con los pocos conocimientos que tenía, guiado sólo por su intuición y gracias a su racionalidad con el propósito de poder organizarse consolidando poder y jerarquía social necesaria dentro de un grupo humano. A medida que éste, haciendo uso de sus sentidos comenzaba a conocer el hábitat en el cual se desarrollaba fue buscando la forma de expresarse, de manera tal, que gesticulando e imitando los diversos sonidos de la naturaleza y animales que le rodeaban fue creando sus propios códigos. Debido a la necesidad de socializar con otros seres, el hombre ha desarrollado nuevas formas de comunicación lo que lo ha llevado a la creación de distintas y nuevas lenguas.

Algunos autores marcan al léxico altisonante como expresiones socio-culturales o también como una aberración social; otros, en cambio, perciben a las palabras como entes vacíos a no ser por la impresión de la afectividad del diálogo entre los interlocutores (como la palabra “Güey” en Coahuila, México que se matiza en una diversidad tonal y el efecto será de acuerdo al contexto de los participantes de la situación enunciativa). Hay también otra perspectiva filológica etimológica que propone que las palabras altisonantes son aquellas que en sí mismas son insultos o agresiones pero siempre ha habido una polémica en torno a que si estas palabras son agresivas per se, o no.

A las palabras altisonantes también se les ha referido con otros términos, tales como palabrotas, groserías, malas palabras, disparates, maldiciones, lenguaje soez, palabras malsonantes, ofensas, leperadas, improperios, entre otros.

La sociolingüística considera que lo que constituye una palabra altisonante y las que no lo son pueden considerarse como convenciones culturales; es decir, que algunas palabras son consideradas maldiciones o improperios en ciertos pueblos o naciones y para otros, aunque hablen el mismo lenguaje no lo son.

También se ha encontrado que en diversas sociedades las palabras altisonantes, aunque son consideradas como agresivas, insultantes, o inapropiadas por los miembros de la misma, es frecuente que en ciertos contextos sean muy usadas y no siempre rechazadas, hasta el grado de considerarlas graciosas o parte de la jerga cotidiana en las conversaciones informales, incluso pueden tener un prestigio encubierto entre ciertos grupos sociales.

Otra aportación interesante del estudio para la explicación sociolingüística de las “palabrotas” es que el lenguaje soez generalmente es utilizado para expresar de manera insultante referencias a lo sagrado, como la religión y las relaciones familiares, o acerca de lo que se considera tabú, como el sexo, las partes del cuerpo o las relaciones personales entre los seres humanos.

Desarrollo:

Actualmente ha ido cambiando la expresión y la percepción acerca de las palabras altisonantes. Lo que hasta hace muy poco tiempo se consideraba un insulto o un albur entre las relaciones interpersonales con referencia a la raza, la apariencia física, la religión, la orientación sexual o la personalidad ahora es percibido como un halago o un piropo.

Históricamente se puede decir que se registran cambios en las convenciones que reflejan cambios en las relaciones sociales. Las interacciones entre mujeres y hombres actualmente se han transformado; ahora tratan de anular las diferencias de género en diversas formas de expresión, no sólo en el uso del lenguaje soez, sino también en la forma de vestir, de arreglarse el cabello, en el acceso a la educación superior, etcétera. Al menos en el medio universitario, se procura desdibujar el machismo y el feminismo y este evento se refleja en su actitud frente a la expresión y percepción de los improperios.

También se puede observar que el uso y la expresión de las palabras altisonantes son propios de determinados contextos. En una situación formal o en interacción con adultos, los jóvenes aún se cuidan mucho de no pronunciar palabras altisonantes; este tipo de expresiones se observan más arraigadas generalmente en las relaciones horizontales, cuando están entre iguales, amigos, compañeros, pareja, etcétera.

Suzanne Eggins (1994) define al contexto de situación en términos de tres variables: “1) De lo que se habla; 2) la relación entre las personas que hablan; 3) la forma en que se habla. Estas tres variables se conocen como variables de registro, y al describir este contexto de situación enunciativa se está describiendo el registro del texto”.

En muchas sociedades, a pesar de que las palabrotas se consideran inadecuadas es frecuente que en ciertos contextos sean muy usadas y no sean siempre rechazadas, especialmente como exclamaciones que expresan desprecio o enojo. Lo que en unos contextos sociales puede estar asociado a estigmatización, en otros puede tener un prestigio encubierto entre ciertos grupos sociales. Ese es el caso del lenguaje soez entre los hombres jóvenes en muchas sociedades occidentales, donde el lenguaje soez está asociado a actitudes machistas promovidas por el grupo en contextos restringidos.

Históricamente también se registran cambios en las convenciones que reflejan cambios sociológicos, así en la Inglaterra de la época victoriana por ejemplo se consideraba inadecuado el uso de la palabra leg ('pata, pierna') incluso para referirse a la pata de la mesa.

En español por muchos años mencionar el nombre de Dios o de la Virgen se consideraba irreverente, basado en el segundo mandamiento, por ello la creación de nombres con advocaciones a estas figuras religiosas (Salvador, Pilar, Socorro, etc). Hoy en día llamarse Jesús o María es muy común, mientras que el nombre Jesús no es usado entre protestantes.

En noruego la expresión Herregud! (¡Dios mío!) aún es considerada tabú por algunos grupos religiosos, mientras que la

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