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PROCESO DE ATENCIÓN DE ENFERMERÍA.


Enviado por   •  24 de Enero de 2016  •  Documentos de Investigación  •  19.136 Palabras (77 Páginas)  •  691 Visitas

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PROCESO DE ATENCIÓN DE ENFERMERÍA.

I. FUNDAMENTO PEDAGÓGICO PARA LA ENSEÑANZA DEL PAE.

“Enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua, sino más bien a ayudar a crecer una flor a su manera.”

N. Chomsky.

Constructivismo Pedagógico en Enfermería.

El reto actual para la enfermería es instituirse como una disciplina científica en el seno de las universidades y brindarle a la sociedad profesionales de alta calidad, cuyo objetivo sea el cuidado de la salud de todas las personas.

Hasta hace poco tiempo, el camino educativo de esta disciplina ha estado regido por el conductismo, reduciendo la capacidad de análisis y juicio crítico en las y los estudiantes y profesionistas. Sin embargo, con la llegada del siglo XXI, y visualizando los cambios sociales, económicos y políticos a los que van a enfrentarse las disciplinas profesionales del área de la salud, llega también la necesidad de un cambio académico para responder a las demandas del nuevo siglo.

Bajo esta perspectiva, el constructivismo se perfila como la respuesta a dicha necesidad. Plantea que la realidad es una construcción del individuo, es decir, la realidad no se encuentra, sino que se hace. Por tanto, podemos decir que construimos, destruimos y reconstruimos realidades día con día.

Al inicio de la historia de los cuidados de enfermería, éstos estuvieron apartados del método científico, basándose únicamente en conocimientos empíricos y confiriendo un papel de sumisión y abnegación a la persona destinada a brindar la asistencia a quien padecía una enfermedad. Hoy día, esto ha cambiado y el personal fundamenta sus acciones aplicando la metodología científica, mediante el proceso de atención de enfermería (PAE), en los procesos que realiza, reconociendo así a la enfermería como una ciencia y no como un oficio.

Este cambio es producto del esfuerzo de los profesionistas por atender las demandas sociales en materia de salud, y al mismo tiempo, fundamentar en su quehacer en aspectos validados científicamente.

En este contexto, no es extraño el reclamo en ámbitos académicos, profesionales y políticos de la profesión de que las formas del proceso de enseñanza-aprendizaje también evolucionen a la par con los contenidos y formatos tradicionales de la educación enfermera que se reflejen en el currículo. Sin embargo, la nostalgia por el pasado no debe impedir la percepción de los enormes cambios que están ocurriendo en todos los ámbitos, y que muchas veces hacen que los profesores de enfermería hagan adaptaciones en la enseñanza.

Es innegable que el sistema educativo actual es más complejo que en el pasado; la concepción que existía anteriormente era que la enseñanza aprendizaje se tendría que hacer por repetición. Este acto se ve reflejado en el simbolismo que aún perdura en algunas escuelas y facultades de nuestro país: el paso de la luz, que no es otra cosa que una representación simbólica de la transmisión de la sabiduría y todo el conjunto de significados y responsabilidades que una enfermera con experiencia transmite a una novata; experiencia que es sinónimo de conocimiento, habilidades y destrezas que, con el tiempo, la novata irá desarrollando, posiblemente sin hacer un alto y reflexionar en cómo y para qué los realiza.

En este momento quizá nos encontremos con estas formas en la transmisión de conocimiento, pero debemos reconocer que también es necesario hacer un equilibrio entre la ciencia enfermera actual y la pasada, que los elementos de una cultura educativa se vean reflejados en los alumnos, en los que utilicen nuevos formatos y contenidos, se tracen nuevos objetivos y metas. Para lograr tales condiciones es necesario modificar la forma de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una visión constructivista.

La idea básica de utilizar un enfoque constructivista en la presente antología es que necesitamos aprender y enseñar, lejos de hacer meros procesos de repetición y acumulación de conocimiento, lo que implica transformar los procesos de pensamiento de quien enseña y aprende, debiendo reconstruir, a nivel personal, los productos y procesos culturales con el fin de apropiarse de ellos.

El mundo que percibimos no es copia de ninguna realidad externa, tampoco del mundo exterior extraemos conceptos y leyes. El mundo que percibimos es un mundo humano resultado de la interrelación de la persona “con los estímulos del entorno, tanto sociales como naturales, que hemos alcanzado a procesar desde nuestras operaciones mentales, como las llamó Piaget.

El conocimiento humano no se recibe de manera pasiva del entorno ni de nadie, es procesado y construido de manera activa por la persona. La función cognoscitiva está al servicio de la vida, es una función adaptativa; en consecuencia, lo que permite el conocimiento al conocedor es organizar su mundo experiencial, vivencial.

El verdadero aprendizaje humano es una construcción de cada estudiante, que logra modificar su estructura mental y alcanzar un mayor nivel de diversidad, de complejidad y de integración. Según Piaget, el desarrollo se produce no sencillamente por la lógica maduración-aprendizaje, sino por una serie de pasos más complicados que engloban y enlazan cuatro elementos principales: maduración, experiencia, trasmisión y equilibrio.

La maduración orgánica del sistema nervioso de la persona permite abrir un sinfín de posibilidades a futuro; sin embargo, por sí sola no produce grandes resultados. Por otro lado, la experiencia es necesaria para el desarrollo de la inteligencia, pero no cualquier experiencia es suficiente, sino que la más importante es la que el sujeto adquiere de las actividades que él mismo ejecuta sobre otros objetos culturales y/o naturales.

En cuanto a transmisión social, ninguna persona recibe la información de manera pasiva. Nada se puede enseñar con algún resultado positivo si no se apoya en conocimientos previos que ya posee el aprendiz. El verdadero aprendizaje humano es una transformación de esos estímulos iniciales, producto de las operaciones mentales del aprendiz sobre tales estímulos.

El equilibrio, por su parte, es la búsqueda interior de nuevos niveles y reorganizaciones de armonía mental, después de cada variación cognoscitiva provocada desde el exterior o interior del individuo; constituye un juego de compensaciones activas de la restauración reiterada del equilibrio.

Por lo antes expuesto, puede decirse que todo conocimiento es una construcción mental que expresa un paradigma determinado. Por tanto, la enseñanza, desde el punto de vista constructivista asume que el aprendizaje humano es siempre una construcción interior,

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