Protocolo de intervención para población desplazada por la violencia
martharey03Documentos de Investigación22 de Abril de 2016
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PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN EN POBLACIÓN DESPLAZADA POR LA VIOLENCIA
Avendaño, A., Hernandez, J., Melo, Y., Molano, F. Sarmiento, M.
Universidad Católica de Colombia
Programa de Especialización en Psicología Clínica.
Resumen
Este protocolo de intervención acoge los pasos a seguir entre terapeuta y víctima, comenzando con apoyo psicosocial, Identidad cultural, elaboración de duelo, manejo de culpa, perdón, técnicas de regulación emocional, reestructuración cognitiva, resolución de conflictos y proyecto de vida; con el objetivo de comprender, afrontar, perdonar y recomenzar la vida después de grandes pérdidas materiales y afectivas, tras vivir el desplazamiento causado por eventos violentos dentro de Colombia
Palabras clave: Desplazamiento, violencia, Colombia, victimas y viudas
Abstract
This intervention protocol invites further steps between therapist and victim, starting with psychosocial support, cultural identity, elaboration of duel, management guilt, forgiveness, emotional regulation techniques, cognitive restructuring, conflict resolution and life project; in order to understand, confront, forgive and restart life after great material and emotional losses, after living displacement caused by violent events in Colombia
Key words: displacement, violence, Colombia, victim, widow
Tomando como base la definición legal en la que se entiende por desplazado, aquella persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional, abandonando su lugar de residencia o actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas por conflicto armado interno (ley 387 de 1997) y observando por décadas la constante de violencia en el país y el creciente número de víctimas del desplazamiento forzado a raíz de la toma arbitraria de tierras por parte de los grupos armados ilegales, sumándole el presente proceso de paz, nace la idea de un grupo de psicólogas de crear un protocolo de intervención, que permita específicamente a las mujeres que quedan viudas y a cargo de sus familias, el reconciliarse consigo mismas y recomenzar su vida.
Objetivo General
Crear y dirigir un protocolo que le permita al equipo terapéutico, dirigir el proceso de intervención a mujeres viudas víctimas de problemáticas originadas por el desplazamiento, basado en aprendizaje experiencial, conceptual y empírico, con el fin de realizar y favorecer la atención profesional, lograr una estabilidad psicológica y emocional incrementado las habilidades de afrontamiento que les permitan disminuir el impacto negativo de dichos eventos estresantes y recomenzar con un claro proyecto de vida.
Objetivos Específicos.
- Prevenir futuros trastornos del estado de ánimo y ansiedad en víctimas de desplazamiento forzado, logrando una estabilidad psicológica y emocional.
- Generar en la población desplazada habilidades de afrontamiento, que les facilite una mejor adaptación a su nuevo contexto.
- Facilitar herramientas para que la población en situación de desplazamiento desarrolle su proyecto de vida, partiendo de su realidad actual y generando arraigo e identidad cultural en su nueva condición.
Marco Teórico
Colombia ocupa el segundo puesto en el mundo en número de desplazados, después de Sudán (Ibañez, 2008), ésta clara problemática en camino de ser intervenida por el estado, entendiendo que éste es el ente principal encargado de garantizar el goce efectivo de derechos humanos en la población general y quien debe identificar los factores que ponen en riesgo el goce de estos derechos, como le ocurre a la población civil que se encuentra en medio del conflicto armado.
Lo anterior trae consigo numerosas problemáticas psicológicas afectando de una manera vital al individuo expuesto a traumas, llevando consigo inevitables huellas que quedan indelebles en la realidad. De esta manera desarrolla o incrementa conductas como el consumo de alcohol y de drogas, el aislamiento social, depresión profunda, disfunción familiar, laboral y social. Así como problemas psicosomáticos y problemas de conducta (CODHES, 1995). Asimismo, el no tener claridad de lo que está sucediendo y por lo tanto no se tiene una forma de explicación coherente con la experiencia que se está viviendo; por ello la falta de planeación para afrontar este tipo de situaciones y el desconcierto sintetizado según Castaño (1994 como se citó en García, 1999) como disociación ideo - afectiva, que genera un embotamiento o parálisis de reacción asociado a un deterioro grave de la autoestima y la aparición de la desconfianza.
La violencia que ha azotado el país durante decadas, ha dejado múltiples victimas con historias que debilitan su existir al recordar su experiencia; en este sentido se expone la problemática aun prevalente en Colombia, el “desplazamiento” que se vive en sectores vulnerables dominados por grupos al margen de la ley, quienes infunden terror y zozobra en la población, infringiendo leyes y pasando desapercibidos los derechos que amparan el bienestar individual y colectivo del ciudadano. Como estrategia se dio a conocer el a nivel nacional en el año 2005 el decreto 250, por el cual se expidió el “Plan Nacional para la Atención Integral a la población Desplazada por violencia”, donde se determinan las líneas de acción para la prevención y atención al desplazamiento forzado interno en Colombia, permitiendo la restitución de los derechos y las obligaciones de las colombianas y los colombianos afectados. Sin embargo esta medida de acción presenta vacíos estructurales que permiten el agravamiento de la situación de una víctima desplazada, esto debido a la incapacidad para garantizar la permanencia y seguridad de los pobladores en sus territorios (Rivera 2001).
El arraigo es una de las características individuales y poblacionales identificadas en las personas, implicando un reconocimiento y apego territorial enmarcado en tipologías participativas que abarcan un ambiente cultural, social e individual de cada sector habitado. Cuando este es vulnerado de manera violenta, trae consigo una serie de implicaciones en el bienestar emocional y mental del individuo, generando de manera instantánea un desarraigo que pone en estado de vulneración la identidad cultural del individuo, sobre escenarios o ambientes externos de completo desconocimiento, potencializando la prevalencia de malestares emocionales en el individuo.
Para esta población tal vez una de las situaciones de igual valor emocional al dejar su hogar y por ende su territorio, es tal vez el arribar a un sector donde convivir de manera provisional, un territorio totalmente nuevo, con costumbres diferentes y en muchos casos con la indiferencia latente de su etiqueta (Avendaño). Esta transición es de gran importancia ser orientada y manejada de tal forma que se pueda brindar la seguridad necesaria en cada persona para su renacer y continuar.
El desplazamiento forzado en toda la población, causa diferentes pérdidas físicas, materiales e incluso desvinculación afectiva de seres queridos. El duelo es entendido como la respuesta ante la pérdida de lo amado o lo valorado, lo que implica un trabajo psíquico del afectado, quien se debate entre la negación y la aceptación de la pérdida y avanza, poco a poco, en el camino de renunciar a lo perdido y a reconstruir la vida sin ello (Freud, 1981). Por otra parte, Casado y Leung (2001) proponen la existencia de pérdidas físicas y simbólicas, las primeras son tangibles, como los seres queridos o las posesiones, las segundas son intangibles, como el estatus, los roles sociales o la identidad.
Teniendo en cuenta la importancia de intervenir con la comunidad y elaborar juntos el proceso de duelo, se deben realizar sesiones con el objetivo de minimizar los daños psicológicos en las mujeres desplazadas, en donde se realizará psicoeducación, entrenar en el manejo de las emociones, facilitar la expresión de sus emociones, promover la descripción de las vivencias en torno a las pérdidas no solo humanas, también de su identidad y sentido de pertenecía.
Elisabeth kubler-Ross, fue una de las primeras profesionales-psiquiatra, en describir las fases que atravesamos todos ante cualquier perdida, iniciando la fase de negación y aislamiento, ira, pacto/negociación, depresión, aceptación. Por último hace énfasis en la esperanza. 1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisional y pronto será sustituida por una aceptación parcial: “no podemos mirar al sol todo el tiempo”. 2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente. 3) Pacto/Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo con la gente y con cualquier dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la traumática vivencia 4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto significaría que no debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean. 5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida del hijo y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo. Tras la aceptación llegará la 6) Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno. Buscar y encontrar una misión que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.
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