Secuencias Didactica

Un segundo apartado, en el que se trabaja en torno a la caracterización de los principales actores involucrados en el entramado de la reforma, detallando sus potencialidades y tendencias.

Y, un tercer apartado, en el que, además de reseñar los desempeños políticos de las fuerzas principales de la educación, se avanza en los probables resultados, enfocándose en los maestros.

Por último, el escrito se cierra con la enunciación de ocho conclusiones, pensadas para ponerle subrayados a la argumentación, en calidad de guías de lectura y de provocación reflexiva.

I. EN EL JUEGO

Empecemos por puntualizar en el hecho político de que el caso de Elba Esther Gordillo no está cerrado y de que ciertas fracciones del Estado se han propuesto apropiarse tanto de los capitales políticos radicados en la organización sindical como de los capitales financieros de sus arcas y los del fondo de pensiones, todavía unos y otros en manos de personas identificadas con aquélla; lo que resulta decisivo para entender las razones que están regulando las ofensivas desatadas desde la titularidad de la SEP.

Después de la escandalosa parafernalia mediática –a nivel de show para el pueblo– con la que las fuerzas gubernamentales han logrado imponer –bajo todo el sentido de poder del término– su reforma “educativa” con la que invistiéndose de mesías (cubriéndose con la correspondiente piel de cordero) han procedido abiertamente al despliegue de un ataque masivo y frontal tanto sobre el flanco de la certidumbre laboral de los maestros (colocándolos en el conflicto de la inseguridad en cuanto a la permanencia en el trabajo) como sobre el flanco de la estabilidad de la organización sindical (complicándoles sus tareas políticas a los líderes gremiales al tener que solicitar permiso en sus plazas, sin goce de sueldo), estamos obligados a reconocer que no son sino agentes del poder estatal, que habiendo sido los responsables del diseño, ejecución y evaluación de la política educativa que ahora se cuestiona drásticamente y habiendo llegado al punto de hacer las cuentas de los acontecimientos y sus resultados (con todos sus diseños y consecuencias sobre generaciones completas), terminan presentándose en calidad de descubridores de los problemas educativos y de salvadores de la educación pública (haciéndonos recordar, sin la menor intención de agraviar, aquello que “si las víboras mudan de piel, por qué los políticos no”), mientras que a los maestros –posicionados en función laboral de meros operarios, de simples técnicos y de empleados, en la política educativa cuestionada– se les exhibe y sataniza en el papel de culpables de todos los males de la educación, pasándolos “a cuchillo” en las versionalidades de los diversificados escenarios comunitarios, lastimándolos seriamente en cuanto a la potencialidad

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