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Enviado por   •  23 de Agosto de 2013  •  1.997 Palabras (8 Páginas)  •  279 Visitas

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EL PRECIOSO DON DEL SERVICIO

Es necesario revisar el equipaje de conocimiento que tenemos en materia de servicio porque casi todo lo que sabemos del tema esta almacenado en nuestra mente y viene de tres fuentes: hogar, escuela, sociedad. Y al no ser que a usted le haya tocado vivir en un entorno privilegiado, casi todo ese conocimiento es errado. Es profundamente errado porque las materias primas con que nos educamos están contaminadas por un exagerado individualismo, por la prevención, el miedo y la obsesión por la seguridad. Y ese lamentable equipaje nos deja muy escasas posibilidades de asumir la tremenda tarea de servir con el rigor que se requiere. Cuando nos queda de herencia un equipaje tan deficiente, el sentido de solidaridad se aleja de nosotros como un ave de esas que remontan las alturas y las distancias huyendo en busca de mejores parajes que garanticen su supervivencia.

No hay ninguna duda acerca de que el mundo viene padeciendo un grave problema de solidaridad. Un mundo cada vez más inhóspito para el bienestar de la vida y cada vez más enfermo en materia de posibilidades equitativas dominado por el miedo. Se dice que el mayor mal de estos tiempos es el miedo, y cuando uno tiene miedo se encierra, se vuelve prevenido, todos alrededor son considerados como posibles amenazas, todo es digno de mirarse con recelo, y entonces el servicio resulta ser el primer damnificado. La gente con miedo busca protegerse de todo y cuando uno se protege se limita, se corta las alas para volar libremente y disfrutar del aire fresco virgen de las alturas. El miedo nos vuelve pesados, nos paraliza y para servir hay que estar livianos y sueltos. El servicio auténtico requiere de una importante dosis de riesgo responsable y las personas prevenidas o temerosas no están en capacidad de llegar a esos exigentes niveles de decisión.

Los inversionistas del servicio

Culturalmente el concepto de servicio tiene graves problemas porque nos lo han enseñado desde dichos torcidos:

“Hoy por ti mañana por mí”.

“Hay que dar para recibir”.

Estos son dos dichos que tratan el servicio como una inversión más. Siempre he creído que nuestra pobreza proviene de ese conocimiento tan limitado y profundamente enraizado que tenemos a la hora de prestar un servicio. Venimos de una cultura miope y miserable que nos enseña el servicio como inversión. Es necesario invertir “dando” como una manera de evitar que nos sucedan a nosotros las desgracias que les están ocurriendo a otros. Pocos dichos tan escandalosamente nocivos como ese que reza “hoy por ti mañana por mí”. Un dicho que se enseña como actitud de nobleza primero en el hogar, después en la escuela y por último en los púlpitos. Un dicho que en el fondo nos enseña el servicio con sentido utilitarista. En ese dicho no hay bondad, hay mera mezquindad.

Ambos dichos encierran un sentido de retribución que envilece la razón de ser sagrada del servicio. Parecería que fuésemos incapaces de comprender que a la hora de servir no hay que buscar explicaciones porque todas están incluidas. No conozco persona alguna que le busque la razón de ser a respirar, es estúpido pensarlo siquiera, simplemente porque sus beneficios están incluidos. Además, respirar es un acto de supervivencia. Es cierto que si uno no sirve no muere, como sucedería si no respirara. Pero si uno no sirve vivirá desconociendo el real sentido de la vida y esa puede llegar a ser una condena peor que la misma muerte.

Aunque a través del libro usted notará reiterativamente que se habla de nobleza, de riqueza, de prosperidad y de bondad en relación profunda con el concepto de servicio, de ninguna manera la razón de ser del servicio es eso. El servicio tiene que ver enormemente con actos de bondad y de nobleza pero no son su razón de ser, son su resultado. Digo que no son su razón de ser porque a través de la caridad también puedo aparentar bondad y nobleza, pero sólo lograré aparentarlo.

Por otra parte, el servicio produce riqueza y prosperidad pero tampoco son su razón de ser, también son su resultado. Inclusive, tengo un capítulo dedicado al servicio como generador de prosperidad y riqueza, pero por ningún motivo confunda esos efectos con la razón de ser. Cuando lea ese capítulo usted verá que un servicio no se presta para lograr nada porque el mero gozo de servir lo supera todo, y cuando usted logra colocarse por encima de toda pretensión es cuando aparecen la prosperidad y la riqueza a manos llenas.

Y doy por el placer que me da a mi dar.

Esa es la solidaridad del camino de vuelta (...)

Ahora es tu turno. Estas aquí para contribuir

con tu fragancia. Simplemente mirate a vos

mismo. Podés disfrutarlo y florecer regado

de tu amor por vos, o podés marchitarte en

tu propia condena.

Jorge Bucay

Yo entiendo el servicio como una decisión de responsabilidad con la vida, con el universo y con el otro. Sirvo porque soy así, porque no puedo ser de otra manera. Porque mi condición divina me lo exige. Porque no hacerlo es el máximo grado de expresión de irresponsabilidad. Porque cada que me niego a prestar el servicio que se me pone de frente sumo una deuda, y de deuda en deuda la vida me va cogiendo ventaja hasta que pierdo el sentido de todo, y no hay desgracia mayor que un hombre que no ha encontrado su sentido en la vida o que lo ha perdido definitivamente. Servir es una ley y siempre que trasgredimos una ley nos metemos en problemas serios con nosotros mismos, con nuestro presente y con nuestro futuro.

Me impresiona ver tanta gente que vive como Sombies, como autómatas, prisioneros de un día a día que no les da opción para alzar la mirada y hacerle un guiño a las situaciones humanas que se cruzan por a su lado. Sin embargo, cuando llega Diciembre o cuando sucede un terremoto o una inundación

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