TERAPIA CONDUCTUAL Y COGNITIVA FRENTE A LA CONDUCTA DESADAPTADA
candyblue16 de Noviembre de 2012
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TERAPIA CONDUCTUAL Y COGNITIVA FRENTE A LA CONDUCTA DESADAPTADA
Antecedentes y surgimiento la terapia conductual
Durante el siglo XIX, el enfoque tradicional del modelo médico concebía la conducta desadaptada, como el epifenómeno de una enfermedad subyacente, cuya etiología era exclusivamente de naturaleza orgánica. A fines del último siglo, surge el psicoanálisis con S. Freud, basado en el modelo intrapsíquico, en el que se pone de manifiesto una nueva concepción del problema, concibiendo a la conducta como la expresión integrada, indivisible y holística de la personalidad, producto de la interacción del mundo interno y la realidad externa, en la que la libido constituye la energía psíquica o el mecanismo hidráulico del comportamiento que es de naturaleza inconsciente. Según esta nueva perspectiva, la conducta desadaptada no es más que la evidencia sintomática de procesos psíquicos subyacentes perturbados.
En la década del cuarenta y cincuenta, como consecuencia del desarrollo de las teorías psicológicas del aprendizaje y la constatación de los resultados efímeros de la terapia psicoanalítica, se producen cuestionamientos a los modelos existentes, dando lugar al surgimiento del modelo conductual, asumiendo el rol protagónico como una nueva forma de terapias de la conducta desadaptada.
Los estudios sobre el reflejo condicionado y la teoría del condicionamiento clásico, realizado por el fisiólogo ruso Iván P. Pavlov (1904), son considerados como las bases sobre las que se han configurado las teorías del aprendizaje, nutriendo directamente el modelo conductual. Watson (1914) por su parte, asume una postura radical, dejando de lado la psicología tradicional y el método introspectivo, planteando como alternativa los métodos objetivos y experimentales basados en las leyes del aprendizaje.
Así, el conductismo más que una teoría es una nueva postura en el campo de la ciencia y la investigación. Se considera que sólo a través de él podrá conseguirse que la psicología sea una rama de las ciencias naturales, pura y objetiva, desligándolo definitivamente de los contenidos filosóficos y del método introspectivo.
Esta postura considera que la conducta humana es aprendida bajo la asociación estímulo-reacción y los supuestos refuerzos, dando lugar a la formulación de teorías donde se destaca la importancia del aprendizaje. Estas teorías, basadas en el rigor científico del conductismo y postuladas a partir de la experimentación animal, se sustentan en conceptos como el condicionamiento clásico de Pavlov, en el refuerzo del condicionamiento operante de Skinner, la contigüedad de Gathrie, el aprendizaje latente de Tolman y otros, cuyas contribuciones han sido relevantes para la aplicación en el campo de la psicoterapia conductual.
Según este enfoque, la conducta es concebida de manera dimensional, señalando que la conducta normal y anormal no son cualitativamente diferentes, sino distintas gradaciones a lo largo de un continuo (Eysenck, 1956). Según esto, la terapia va dirigida a la conducta anormal (desadaptativa) manifiesta y observable, así como a las encubiertas (emociones y verbalizaciones implícitas) que están causando malestar o desadaptación.
En tal sentido, las terapias de la conducta son definidas como técnicas que, basadas en las teorías del aprendizaje, se aplican al tratamiento de conductas inadaptadas, a fin de modificarlas o extinguirlas. Eysenck (1987) las define como el intento de alterar la emoción y el comportamiento humano de una manera beneficiosa de acuerdo con las leyes de la moderna teoría del aprendizaje. Estas terapias en su conjunto comprenden, según Kazdin (1978),
a) un área de contenidos sustentados en teorías y hallazgos procedentes del aprendizaje
b) un objetivo terapéutico en tanto trata de modificar la conducta.
c) un específico enfoque metodológico de tratamiento que pretende fomentar conductas socialmente deseables.
Estas técnicas fueron introducidas y empleadas de manera independiente por tres investigadores: B. F. Skinner (Harvard), con su libro: Science and Human Behavior (1963), en el que sustenta que gran parte de la conducta humana se puede comprender en términos de los principios del condicionamiento operante; Wolpe (Johannesburgo), con su libro: Psychoterapy by Reciprocal Inhibition (1958), en el que define la neurosis humana basado en principios del aprendizaje pavloviano y hulliano, delineando a partir de ellos las técnicas específicas de terapia como la desensibilización sistemática, el entrenamiento asertivo y contribuyendo a la validación de la técnica de inhibición recíproca. El otro personaje de la tríada es H. J. Eysenck (Londres), que con su libro Behavior Therapy and the Neurosis (1960) y otras producciones posteriores contribuyó de manera importante al desarrollo de esta técnica. En 1963, Eysenck fundó la primera revista especializada de «Terapia de la conducta», difundiéndose rápidamente las experiencias en el uso de las técnicas conductuales, en las que se combinan el rigor científico con los intereses terapéuticos en el campo aplicativo. De esta forma, muchos avances significativos, algunos de ellos muy recientes, se han producido en este tipo de terapia desde fines de la década del cincuenta.
Postulados básicos de las terapias conductuales
Muchos autores como Eysenck (1959), Rimm y Master (1974,1984), Millon y Millon (1974), Yates (1974), Kazdin (1982) y otros, han planteado los principios básicos que deben regir las terapias conductuales, los mismos que difieren según la perspectiva teórica que asumen (condicionamiento clásico frente al operante), dependiendo de las respuestas (motoras frente a las fisiológicas) o según la técnicas utilizadas. Sin embargo, todos coinciden en los siguientes puntos:
a) Existe continuidad entre la conducta normal y anormal, lo que supone que las leyes básicas del aprendizaje pueden aplicarse a todos los tipos de conducta.
b) La conducta desadaptada es adquirida a través del aprendizaje como cualquier otra conducta. Por tanto, si se aprenden también se desaprenden.
c) Los síntomas, que son las conductas alteradas, son el objetivo a tratar.
d) La terapia de la conducta tiende a concentrarse en la conducta desadaptada en sí misma, más que en alguna supuesta causa subyacente.
e) Toda técnica clasificada bajo el rótulo "terapias de la conducta" debe estar formulada bajo fundamentos de la psicología experimental. Como tal sus procedimientos se han sometido a verificación, siendo estos relativamente efectivos.
Este conjunto de supuestos generales sustentan que cualquier terapia de la conducta debe centrarse en el aquí y ahora de la conducta manifiesta (actual) y no en aspectos históricos (biográficos). El objetivo terapéutico fundamental es el cambio de la conducta desadaptada específica, para lo cual es importante fundamental determinar el tratamiento en términos objetivos y planificados, atendiendo a las necesidades de cada paciente. De esta forma queda patente que las conductas desadaptativas observables del paciente, que son susceptibles de ser reproducidas y confrontadas, constituyen los objetivos de la terapia de la conducta y no las vivencias psíquicas de carácter subjetivo.
El proceso terapéutico se inicia con la evaluación conductual, la cual permite al terapeuta obtener del paciente la información necesaria para decidir el cambio en la conducta, así como para predecir y controlar los cambios a lo largo de la terapia. Esta evaluación facilita la descripción objetiva, explícita y cuantitativa de las respuestas desadaptativas que conforman el trastorno del paciente, así como las circunstancias en que éste aparece, proporcionando los datos suficientes para escoger y diseñar un programa de tratamiento conductual individual. Las fases que conlleva este proceso parten de la definición de las conductas-problema y culmina con la evaluación de los resultados, durante, al final y después de haber aplicado la terapia.
Tipos de terapias de la conducta
Existen muchas técnicas de terapia conductual que pueden clasificarse de acuerdo con el modelo de condicionamiento clásico y el operante. Esta separación es más didáctica que real, dado que las diversas técnicas en su aplicación comparten ambos principios, con predominancia de uno u otro, no existiendo un modelo integral que conjugue desde un punto de vista teórico ambos condicionamientos, lo cual obviamente dificulta la evaluación y tratamiento integral del paciente.
A continuación se presenta una clasificación de estas terapias, de las que se destacarán las más conocidas y utilizadas, al margen de los principios específicos que las sustentan, dando una visión general y aproximada sobre la forma de aplicación que asumen frente a la conducta desadaptada.
Desensibilización sistemática
Watson (1924) y otros han demostrado cómo el miedo podía aprenderse por condicionamiento y desaprenderse por el mismo mecanismo. Concibió la ansiedad como una respuesta emocional compleja y susceptible de ser condicionada, con arreglo a las leyes del aprendizaje.
J. Wolpe (1958), basado en el principio de inhibición recíproca descrito por Sherrington (1906), señala que si se hace coincidir una respuesta antagónica a la ansiedad en presencia de estímulos ansíogenos, de forma tal que se acompaña de una supresión completa o parcial de la respuesta de ansiedad, el vínculo entre estos estímulos y las respuestas de ansiedad se debilita. En otros términos, si al paciente se le enseña a experimentar relajación en lugar de ansiedad mientras imagina tales escenas la situación de la vida real que la escena representa causará
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