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Asociación de Terapia Cognitiva y Conductual del Litoral


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2018  •  Documentos de Investigación  •  1.859 Palabras (8 Páginas)  •  84 Visitas

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Asociación de Terapia Cognitiva y Conductual del Litoral

Dominios de la parentalización

Joan Grusec y Maayan Davidov. Child Development, 2010, vol 81, nro 3.

Tipo de relación padre-hijo

Conducta que requiere de los padres

Mecanismos de socialización

Protección

Padre proveedor e hijo receptor de la protección

Aliviar el malestar del niño

Confianza en la protección

Reciproci-

dad

Intercambio- igualdad

Complacer los requerimientos razonables del niño y sus intentos de influir (dejarse influir)

La innata tendencia a la reciprocidad

Control

Jerárquica

Usar el método disciplinario más apropiado para el logro de los objetivos parentales

Adquisición del autocontrol

Aprendizaje guiado

Maestro (padre)-alumno (hijo)

Adaptar la enseñanza a los cambiantes niveles de comprensión del niño

Internalización del lenguaje y del enfoque usado por el maestro

Participa-

ción grupal

Ambos son miembros del mismo grupo social

Permitir al niño observar y tomar parte en la prácticas culturales apropiadas

Firme sentido de la identidad social

Socialización son los procesos por el cual el niño adquiere las habilidades, valores, etc., de la cultura a la que pertenece.

Efectos de cada dominio en el desarrollo del niño.

Protección

Se trata de mantener la proximidad con el cuidador, particularmente cuando hay peligro y se necesita protección (este es el domino del apego).

Ciertas especies han evolucionado de modo tal que los jóvenes deben mantener proximidad con sus cuidadores particularmente cuando hay peligro y necesitan protección. Los cuidadores, a su vez, han evolucionado para proveer esta protección a sus vástagos, algo que ha incrementado la probabilidad de que los genes de los padres pasen al pool genético de la especie. Este dominio se activa cuando aparecen señales en el niño de estar bajo un potencial peligro o amenaza.

Cuando el niño enfrenta un peligro potencial el niño y los cuidadores responden sensiblemente, el niño desarrolla un sentido de seguridad y puede confiar en el cuidador en tiempos de necesidad. En cambio, cuando las respuestas son insensibles conducen a una falta de confianza en la disponibilidad del padre para brindar apoyo y así se aprende a minimizar o a aumentar las señales de malestar Quienes minimizan las señales de malestar tienen el tipo de apego evitativo; quienes las maximizan, tienen el tipo de apego ansioso).

Cuando la parentalidad en este dominio es apropiada, el progenitor responde en una forma tal que el niño percibe que la ayuda es apropiada, que lo consuela cuando está perturbado. La percepción es importante porque lo que es consolador depende de una variedad de dimensiones que incluyen el estatus del desarrollo del chico (la edad que tiene, su nivel de maduración) y también su temperamento.

Los dominios son específicos. Es decir, las otras formas de parentalidad positiva, tales como la reciprocidad, la apropiada disciplina, el enseñarle en forma guiada o facilitarle la participación en el grupo no contribuyen a que el niño se sienta protegido, seguro. Este dominio no puede ser sustituido por otros. Cuando hay señales de malestar, es necesario que alguien acuda rápido a ayudar de manera efectiva, a dar el consuelo apropiado. Para esto se necesita la sensibilidad de decodificar las señales de que la otra persona necesita de manera efectiva y rápida; esto permite el desarrollo del apego seguro. Si el padre a veces acude rápidamente y acierta en lo que el niño necesita, y a veces no acierta, o demora en acudir, o no acude, se desarrolla el apego inseguro..  

Efectos de este dominio. Al regular mejor las emociones negativas, los hijos tienen mayor capacidad empática,  lo cual facilita la conducta pro-social y disminuye la conducta antisocial.

Este dominio tiene que ver con que el niño aprenda a responder apropiadamente al malestar y a auto-regular su malestar, es decir, que aprenda a tolerar el malestar y consolarse. Esta habilidad está guiada por el desarrollo normal de importantes sistemas neurobiológicos, pero la maduración de estas estructuras neurobiológicas puede verse impedida si los cuidadores han sido repetidamente insensibles al malestar del bebé por la demora ante las demandas de malestar del niño. Además, anticipar que el apoyo llegará, hace que las situaciones se perciban como menos peligrosas.

Otro efecto es que tienen mayor capacidad empática, lo cual facilita la conducta prosocial y reduce la antisocial.

Los pedidos de un buen cuidador es más probable que sean vistos como parte del cuidado y, por lo tanto, que se obedezcan más. Los padres funcionan, así, como modelos prosociales y de cuidado de los otros.

Este es el dominio más influyente en el niño.

Reciprocidad

Este aspecto de la relación padre-hijo emerge cuando el padre y el hijo interactúan como compañeros con igual estatus, por ejemplo, cuando juegan (no cuando el niño está con malestar). Se refiere a un intercambio de favores específicos y a una mutualidad no específica (buen clima emocional). Se trata de cooperar con el hijo y dejar que se salga con la suya ante demandas razonables de éste y así es probable que, en devolución, el niño coopere con el padre.

No hay que contaminar lo que está hecho por buena voluntad –lo hizo autónomamente y no esperando nada, solo por afecto- con recompensas tangibles (dinero, regalos, etc.). Sí se puede estimular la acción con elogios.

Efectos de este dominio: Este dominio influye en el deseo del hijo de cumplir con los requerimientos parentales. Se encontró que este tipo de interacción en la niñez temprana era predictora de conducta prosocial en años posteriores de la niñez. Las personas que han tenido este tipo de interacción tienen menos problemas de conducta.

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