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El Arte Del Buen Maestro


Enviado por   •  7 de Enero de 2015  •  1.545 Palabras (7 Páginas)  •  362 Visitas

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EL ARTE DEL BUEN MAESTRO

El oficio del maestro:

Contradicciones iniciales

Introducción

En esta síntesis trataremos de analizar algunas dimensiones del fenómeno educativo desde una perspectiva sociohistórica, es decir, transitar el difícil camino de la integración entre sociología e historia. Se pretende llegar a ello interesándonos por los problemas del presente, pero sin dejar a un lado los fenómenos del pasado, pues estos nos pueden responder a problemáticas actuales.

Miradas divergentes sobre la formación y profesión docente: las agentes de la política educativa, políticas sobre la formación docente y concepciones académicas.

Desarrollo

El sistema educativo ha sido una lucha contra todos los tipos de particularismos, dicho sistema debía constituir al hombre mexicano en ciudadano de un Estado y miembro de una misma nacionalidad. Para ello, el proyecto de constitución de un sistema nacional de educación debería realizarse mediante una especie de expropiación de los poderes culturales que se interponían entre el individuo y el Estado, como es la Iglesia, etnias, regionalismos, corporaciones, etc.

1. Las cualidades clásicas: vocación y moral.

El discurso pedagógico moderno se constituye de definiciones clásicas del maestro. Algunos autores nos explican lo que es ser maestro, José Díaz Covarrubias dice ¨es un conjunto de virtudes de todo género, y su misión no es un oficio, es un sacerdocio¨. La definición es clara: el magisterio se define como una misión o sacerdocio, para ello, lo primero y o más importante es la vocación, esta a su vez, tendrá que complementarse con un conjunto de virtudes de todo tipo. La vocación no es materia de elección racional, es un llamado, una predisposición que se define como innata, no adquirida. Después de ello, luego vienen ¨las cualidades morales¨ que son las ¨que principalmente recomienda la Deontología¨.

Algunos autores dicen que hay dos tipos de vocaciones, una natural y la otra ¨artificial¨, la segunda trata de otorgarle toda la fuerza propia de la innata.

En ocasiones, escuchamos a personas decir que el maestro de la escuela debe ser un sabio, sin embargo la verdadera educación no consiste en eso, la sociedad no alcanza a ver más allá de la responsabilidad y el deber del maestro, donde además de cumplir el rol de guía, tiende a enfrentarse a situaciones tan particulares de problemáticas familiares de sus alumnos, donde no se trata de ir a cumplir enseñando las lecciones del día, sino que debe ser amigo y compañero para entender los problemas de cada uno.

Desafortunadamente el ser maestro es una de las profesiones menores reconocidas a nivel social, no es algo actual, esto viene sucediendo desde el comienzo de esta práctica. La ideología de la vocación es causa y efecto del bajo grado de recompensas y como mencioné, del bajo reconocimiento social, todo este esquema entra en crisis (¨la crisis de la vocación¨), a partir de entonces, será necesario auxiliar la fuerza de la vocación con la promesa de incentivos y recompensas materiales y no meramente simbólicas y generalmente ¨post-mortem¨.

El maestro era definido como prototipo o paradigma del hombre ideal que se pretendía formar. El predominio de objetivo de reforma moral en la constitución inicial de la escuela mexicana favoreció la incorporación de la mujer en la función docente, aquí es entonces donde entra la mujer al campo de la educación, todos los pedagogos estaban convencidos de que la mujer era educadora moral por naturaleza, ¨ la mujer, mucho más penetrante que el hombre, conoce mejor el corazón humano, y particularmente el de los niños¨. A su vez, estaban convencidos también de que la mujer tiene menores condiciones de carácter. Para ello, se les dio la instrucción conveniente para mejorar ese aspecto. Así es como la mujer entra al campo del magisterio.

Posteriormente se profesionaliza la docencia, se exigía una serie de cualidades para poder ser maestro, esto con el propósito de dignificar el oficio, estas características del perfil del maestro ideal se caracterizaban en dos tipos distintos: características morales y conductuales y características físicas y de autopresentación, Alcántara García decía ¨todo lo que hagan los normalistas por aparecer como dechados de ellas será poco¨, es decir; que el ser normalista implicaba una gran responsabilidad y es necesario ir más allá de lo que somos capaces de hacer para honorificar al maestro.

2. La ¨cientifización¨ relativa del oficio

Junto con las cualidades morales, conductuales y físicas, el discurso pedagógico moderno introdujo la necesidad de que el maestro, además, tuviera ¨instrucción¨, preparación pedagógica, esto es, tuviera conocimientos científicos. Un conjunto de conocimientos se define como ¨amor a la ciencia¨ o ¨amor hacía la instrucción¨. La actitud de los maestros frente al conocimiento científico está fuertemente permeada de positivismo, donde siempre su responsabilidad es con el saber y no con otras personas. El amor sin límites a la ciencia y una sabiduría mínima le bastan al educador.

Mientras que antes de la constitución del campo de la pedagogía ¨se suponía erróneamente que la preparación científica es la suficiente¨, ahora se trata de darle ¨la preferencia a la metodología de la enseñanza y la educación¨. La vocación se complementa con la forma racional y ¨científica¨ en materia de pedagogía.

En resumen, el buen maestro es una combinación históricamente variable de vocación, cualidades morales, conocimiento pedagógico y conocimiento de contenido. Si la pedagogía era definida por estos clásicos como un ¨arte científico¨, el maestro, a su vez, también debía ser un científico y un artista.

El factor más importante en la enseñanza, es siempre la personalidad del maestro: su carácter, el grado de cultura intelectual y moral, el interés que toma en su profesión, el cariño que le inspiran los niños, el entusiasmo que siente por su alto y noble ministerio.

Ahora, el maestro ¨moderno¨ ya no es el engranaje mecánico de un ordenamiento, la existencia de reglas no impide que cada movimiento práctico del maestro obedezca a una ¨estrategia¨ elegida, la técnica no es concebida como eficaz en sí misma, no basta seguir escrupulosamente las indicaciones de un procedimiento para obtener el resultado deseado.

3. La lucha por el reconocimiento social.

El magisterio, como todo grupo o clase social, tiene una existencia doble, como primer nivel de existencia, se denomina objetivo-material, existe como representación y como reconocimiento socialmente producido. A través del discurso de cada maestro se puede inferir cual es la posición que la sociedad les asigna, pues debe quedar claro que no es la misma para todos los maestros, según el tipo de docente que se pretende desenvolver, así será su posición social.

Cuando el maestro es deficiente e incluso por algún error, es objeto de críticas, malos tratos, burlas y calumnias, cuando se muestra como el maestro ¨ideal¨, sus reconocimientos es poco, y es que en la cultura que vivimos estamos acostumbrados a ver más lo negativo que lo positivo de aquellos que nos rodean. Ya Díaz Covarruvbias mencionaba el ¨desprestigio¨ de la profesión docente. Se dice que ni la ¨perversidad¨ ni la ¨ignorancia¨ son los principales productores de la imagen social del maestro, acaso, ¿el propio maestro es culpable de ello por no cumplir con la definición dominante de su función?. El maestro Hernández escribía que la causa de este desprestigio ¨es por la proverbial ignorancia de la sociedad, agravada por una gran dosis de vanidad y orgullo, que acompaña siempre a todos los ignorantes¨. Ante otras posiciones, al propio maestro le corresponde lograr su dignificación. Lucio Tapia ¨encuentra la causa de esta situación en el hecho de que muchos maestros no llenan las cualidades, los requisitos necesarios para ejercer tan noble cargo¨.

Para estos críticos, el antídoto contra el desprestigio es el maestro que trabaja ¨con más fe por la santa causa que ha abrazado, redobla sus esfuerzos, multiplica su afán y afronta con valor las dificultades sin fin con que tiene que luchar, sin esperar ni un aplauso por recompensa¨, el maestro debe saber que ¨quizá no tendrá un adiós de aquellos a quienes cariñosamente llamó hijos, sobre su tumba no caerá ni una sola lagrima de aquellos por quienes gastó los años de su vida¨.

El bajo prestigio que la sociedad culta le dispensa al oficio docente, está relacionada de alguna manera con el origen de clase de los maestros. Una profesión que se autodefine con todos los atributos de la ¨nobleza¨ es, en realidad, ejercida por individuos bastante alejados de este paradigma, al maestro mestizo se le juzgaba en una relación con un ideal cultural que le era en gran medida ajeno.

Max Weber decía que el reconocimiento social también es función de una serie de atributos materiales, una vez ¨descubierta¨ esta relación, el Estado debe proporcionarles a los maestros ¨medios para que ocupen en la sociedad el lugar que les corresponde, el hombre necesita también de buenos alimentos y comodidades materiales¨.

El primer Congreso Nacional de Instrucción Pública constituyó una comisión de trabajo donde reivindica el principio de la retribución digna para los maestros. En ella se encontraba el derecho a una jubilación, incapacidad en caso de enfermedad, distinción honorifica por su trabajo y años de servicio docente.

La segunda gran vía propuesta para elevar la condición social del magisterio era la formalización de su formación profesional, la creación de las normales, con ello, no solo se perseguía profesionalizar al docente, sino también elevarlo socialmente. Mediante el mejoramiento de las retribuciones materiales y simbólicas de los maestros y la progresiva difusión del normalismo se pretendía lograr que ¨un número considerable de personas honorables y capaces¨ ¨se dediquen a tan noble profesión¨.

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