El Arte Del Buen Maestro
Haru25Ensayo10 de Noviembre de 2013
4.411 Palabras (18 Páginas)452 Visitas
En este ensayo se abordara el tema del autor Emilio Tenti en su libro “el arte del buen maestro” especialmente respecto al capítulo VI: el oficio del maestro, contradicciones iniciales, en donde nos permite entender el presente y al mismo tiempo elimina la creencia de que cuando algo surgió así tiene que seguir siendo de esa manera.
Se contempla el análisis de la educación, únicamente desde el punto de vista socio histórico a partir del presente, el punto de partida. En el cual nos habla de los asuntos de los títulos, de los aspectos morales y físicos que abordan al maestro asi como otros temas relacionados al maestro y a sus problemáticas para poder analizar correctamente el libro.
.
.
EL ARTE DEL BUEN MAESTRO: particularmente en el primer tema titulado: Vi el oficio del maestro, contradicciones iniciales; habla de todas las particularidades que obstaculizan al estado, adquieren mayor relevancia en el ámbito educativo nacional, es por ello que se comenzaron a insertar nuevos contenidos no tradicionales, laicos y distintos, una serie de cosas que debían poner bases y construir al hombre mexicano a base de una nueva cultura definiendo así a la educación como “un sistema de aprendizaje formal bajo la supervisión del gobierno”. Las cualidades clásicas son la vocación y la moral que son una serie de aptitudes éticas y morales y estas hablan que ser un profesor en ciertas opiniones no implica un oficio, sino más bien un sacerdocio, una misión.
La vocación, no es materia de elección, es una predisposición innata, (“se nace educador, como se nace artista”) y es la principal cualidad pedagógica. Por otra parte está la moral, en donde se piensa que si un normalista no tiene la vocación espontanea, esta puede ser adquirida a base de la reflexión, de manera que esta concepción se divide en dos: una natural y otra artificial.
Asimismo los objetivos de la educación nacional, favorecieron el ingreso de mujeres al sistema, ya que se creía que a diferencia de los hombres, las mujeres tienen la vocación natural de educadoras, se les describía como “graciosa, dulce y pura” por lo que es más penetrante y conoce mejor el corazón humano que un hombre. Es así como se analizó anteriormente que la mujer se incorpora a la cruzada para erradicar o sustituir las actitudes tradicionales por los “valores científicos”.
Entre otras cosas habla del maestro donde las cualidades que deben distinguir a un maestro son variadas y se podrían clasificar en cualidades morales como: paciencia, perseverancia, dulzura, honestidad, entrega, prudencia, etc. y físicas como: porte exterior, los buenos modales, vestimenta, etc.
Un maestro debe tener fe en su misión y en su escuela, sin ella él no tiene el entusiasmo y sin este, todo maestro es malo de modo que dignificándose el, dignifica su profesión despojándose de todas las pasiones humanas por lo que su apostolado le traerá grandes satisfacciones.
Es importante recalcar cuales son las cualidades morales del “maestro ideal”, sin embargo estas cualidades se deben mostrar lo más posible es por ello que el aspecto exterior es importante, pues este debe delatar las cualidades interiores como los modales o evitar las “locuciones familiares” con los alumnos. Continuando con las características físicas deseables en el maestro se toman en cuenta varios puntos, uno de ellos la fortaleza física: de nada sirve que un maestro tenga una buena voluntad para trabajar si no es capaz de mantenerse frente a un grupo durante las horas de clase y cuya voz apenas se percibe lo cual puede indicar una carencia de salud y energía, la deformación física se hace condenable en el oficio del maestro no por lo estético, sino porque “lo feo” se convierte en risible para los niños, lo que ocasiona una falta de respeto al docente por lo que este debe reunir las características ya mencionadas como tener una buena vista para vigilar a los niños y un fino oído para percibir sus palabras o sus leves ruidos y tener un carácter a base de “energía”, “robustez” y en última instancia, la fuerza.
Las cualidades tanto morales como físicas y conductuales juntas, con el discurso pedagógico moderno introdujeron la necesidad de que el maestro tuviera preparación pedagógica, ósea conocimientos científicos. El hecho de que en una numeración de 30 cualidades en los estudiantes de las normales, la primera sea la “puntualidad” y la “asistencia asidua” alas prácticas en la Escuela Anexa.
En segundo lugar está la “preparación pedagógica”. De modo que cuando se señalaba la necesidad de que el maestro, además de vocación, domine varios conocimientos, estos no hacen mucha referencia al saber acumulado por las ciencias del método de enseñanza.
La actitud de los maestros frente al conocimiento científico, tal como se percibe en la teoría pedagógica, está fuertemente permeada de positivismo. El maestro era el encargado de difundir la creencia en sus potenciales, el respeto por lo que todo esto significa, también podría cumplir su labor sin ser un sabio, ósea eficazmente.
Al maestro de educación básica se le otorga como principalmente la función de vulgarización del saber científico. Hay que tomar en cuenta que en esta etapa constructivista del sistema de educación básica los conocimientos a inculcar se dirigían al desarrollo de habilidades mínima. El resto del saber escolar como la historia, la educación moral entre otras estaba dirigido a formar ciudadanos y no individuos instruidos.
La vocación se complementa con la forma racional y científica, en materia de pedagogía. Es una agregación de rasgos racionales al perfil “vocación” y “moralizante” de la función docente.
El buen maestro es una combinación de vocación, cualidades morales, conocimiento pedagógico y conocimiento de contenido. Cada época histórica dosifican de un modo diferente a cada uno de estos componentes.
Las necesidades del momento de legitimación obligan a enfatizar el componente pedagógico contra el componente de contenido al mismo tiempo proponen una articulación inestable y contradictoria entre el conocimiento del método e intuición.
Si la pedagogía era definida en estos clásicos como un arte científico el maestro debía ser un científico y un artista, el método era considerado un instrumento que era utilizado según criterio y estilos personales.
El verdadero maestro tiene su método propio, el factor más importante en la enseñanza es siempre la personalidad del maestro.
De esta manera aunque cierta dimensión “técnica” prescribe con cierto detalle “lo que hay que hacer, el maestro tiene un amplio campo para ejercer la creatividad.
Se insistía en que en el verdadero educador existe algo como una intuición, como una especie de inteligencia inconsciente que lo ilumina en los momentos más difíciles y le hace encontrar, como por vías de inspiración lo adecuado y lo bueno. Los particularismos y la libertad intrínseca del arte de enseñar se justifica en la medida en que el maestro, en su práctica, se debe enfrentar con “la índole particular de cada alumno”, no se puede considerar al maestro como un simple ejecutor de un reglamento escolar que nunca puede prever todos los casos.
El maestro “moderno” ya no es el engranaje mecánico de un ordenamiento que indica detallada y anticipadamente cada uno de los movimientos del oficio.
El oficio de enseñar, se va pareciendo más a un juego donde la existencia de reglas no impide que el maestro tenga una estrategia La técnica no es concebida como eficaz en sí misma, sino que es útil en la medida en que va acompañada de otras condiciones de realización que caen fuera del marco de su propia especificidad Aunque dos maestros observen religiosamente todo lo que sobre el método prescribe la pedagogía, los resultados serán muy distintos.
La génesis y expansión del sistema de escuelas Normales que se registra en este periodo y la discusión sobre la exigencia de título para la profesión constituyen indicadores de una modificación profunda del oficio de enseñar.
La lucha por el reconocimiento social se refiere al magisterio el cual tiene una existencia doble, el estamento magisterial tiene un primer nivel de existencia que se puede denominar como objetivo-material. Posee una serie de propiedades que pueden medirse a través de la estadística social, como la edad promedio, ingreso, composición sexual, escolaridad, lugar de residencia, entre otras. Un objeto social es tal como materialidad objetiva e independiente de la voluntad y la conciencia y como representación social.
Cuando se trata de definir la función social del magisterio los funcionarios no ahorran calificativos, la contradicción se manifiesta en muchos discursos de la época.
En efecto, el maestro es más digno de elogio cuanto más grande son su abnegación, sacrificio y desinterés, el maestro es prisionero de la definición social que se hace de su oficio y al mismo tiempo es cómplice cuando el mismo comparte esa creencia.
Cualquier movimiento que haga un maestro tras el logro de mejoras materiales corre el riesgo de ser interpretado como una debilidad. El magisterio ha sido desde su origen una profesión con bajo reconocimiento social pese a la grandeza de su misión.
Un pedagogo atribuía “al demonio de la perversidad” la propensión a tomar al maestro como “blanco de chascarrillos, burlas sátiras y hasta sainetes encaminados a hacer reír a sus expensas”. Es lógico pensar que ni la “perversidad” ni la “ignorancia” son los principales productores de la imagen social del maestro.
Algunos veían las causas
...