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El nuevo imperio y el orden global del siglo XXI

laoladesign2 de Abril de 2014

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Capítulo 1 - El Nuevo Imperio y el Orden Global del Siglo XXI

HIGHLIGHTS:

EEUU apuesta al establecimiento de un nuevo sistema global, de alto impacto cultural e ideológico, en el que se perfila como su principal jugador. La meta no es solucionar problemas nacionales, sino el establecimiento de un orden regional, como Medio Oriente y Europa, que le permita posicionarse como el rector del orden global.

En un mundo interconectado de multiplicidad de relaciones comerciales internacionales fomentadas por la globalización, podemos distinguir dos posibles escenarios: uno donde este comercio funciona como fuerza unificadora, producto de los grandes intereses económicos que existen detrás de estas relaciones, y por ello fomentador de acuerdos de paz y sustentabilidad, y otro donde estas mismas relaciones incentivan reforzar las posiciones militares, a fin de defender esos intereses económicos, con una potencial nueva carrera armamentista, similar a las generadas previo a la I y II Guerra Mundial.

En el primer caso, implica una confianza ciega en que nadie aprovechará la pasividad y buenas intenciones que un sistema así implicaría en sus jugadores, algo que está fuera de toda posibilidad en las sociedades actuales, al menos por las próximos décadas.

No existen antecedentes similares, salvo en novelas de ficción, como Utopía, de Tomas Moro, o en ideales comunistas, como predican religiones como el Cristianismo, pero que no dejan de ser utópicos o de alcance netamente espiritual, al menos dentro de una sociedad, globalmente hablando, como la actual.

Sería necesaria una gran catástrofe, de alcance global, que llevase a las sociedades en su conjunto a replantearse las civilización como tal y el impacto de las decisiones y caminos tomados durante los últimos 3000 años.

El segundo escenario, en cambio, tiene antecedentes de no más de 60 años, que nos permiten vislumbrar un probable desenlace. Como mencionamos anteriormente, en la era previo a la I y II Guerra Mundial, si bien en escala diferentes, el mundo también se encontraba en su apogeo respecto a intereses mercantiles trasnacionales, así como en una economía robusta y en apariencia sustentable. No hace falta mencionar el desenlace.

Las sociedades, sobre todo aquellas que ostentan el dominio y la hegemonía actual, compartida o no, parecen creer en una misma premisa a este respecto, puesta de manifiesto por Von Bernhardi en 1910, en su libro “Germany and the Next War”: “Poder Global o Declinación”.

EEUU está al tanto de esta situación, y por ello se encuentra a la vanguardia de la tecnología militar.

A su vez, sumado su poder económico y militar, Estados Unidos suma a su cruzada la culturización del globo, a través de la exportación del “American Way of Life”. La penetración de la publicidad norteamericana a alcanzado la mayor exportación y penetración en la historia.

Junto a esto, ha instaurando la necesidad de tomar un bando, ya sea frente al dilema Capitalismo / Comunismo o Gobierno Democrático / Gobierno de facto. Ha establecido una mayor segmentación del mundo, identificando enemigos, aliados y posibles aliados, y apoya fervientemente la exportación de la democracia como el único gobierno posiblea. Su visión de que la democracia facilita la dominación global, se debe a la creencia de que es mas fácil dominar al mundo, si el mundo piensa como uno.

Estados Unidos es conciente de que nace un sistema global, y cree que son ellos los llamados a regirlo, pero se enfrenta al dilema de su conciencia nacional de ser un país poderoso, el más poderoso, frente a la necesidad de convertirse en un imperio, en el que sus decisiones vean como un mapa al mundo y no a su país. Un imperio no desde la visión de un poder que puede ser utilizado para obligar a otros actores a tomar decisiones que beneficien el superpoder, aún en detrimiento de los intereses nacionales de esos otros países, sino desde la visión de un imperio cuyas decisiones de política nacional e internacional sean indivisibles, que vea el destino del sistea global como propio, y que su poder de intervención militar no sea utilizado para la promociñon de sus propios intereses.

Este nuevo Imperio tendrá la necesidad de reordenar áreas geográficas como Medio Oriente, Africa, Asia Central y Europa del Este, y este plan se encontrará con multiples obstáculos, como la incapacidad de homogeneizar culturas, una economía local y global que ha demostrado ser débil y vulnerable, el crecimiento exponencial de los gastos en tecnología militar y la capacidad de solventarlos, los peligros del avance tecnológico y por ello la probable proliferación de armas nucleares, y la decisión de delegar o no la administración de un imperio de tal magnitud.

Sociedades Sin Destino - ¿America Latina tiene lo que se merece? – Fernando Lopez Alves

Capìtulo 4 – Regiones del Futuro: El nuevo rompecabezas global

HIGHLIGHTS:

Las características culturales no son un parámetro de análisis suficiente para pronosticar lo que Asia será en el futuro, pero indudablemente esta región se presenta como una potencial fuerza rectora del próximo orden global, y atenta contra una de las premisas de la visión norteamericana, ya que, como podemos ver en el caso de China, el crecimiento económico no garantiza regímenes más democráticos, o lo que también puede leerse a su inversa, y no son las democracias la que garantizan un crecimiento económico.

En resumen, el crecimiento económico, indispensable para el desarrollo tecnológico y armamentista y para alcanzar el poderío necesario que de un status de superpoder global, no requiere excluyentemente el modelo norteamericano.

ASIA

En este escenario, Asia se presenta como una región con una multiplicidad de gobiernos, economías, y culturas distintas, pero que en el transcurso de los años han podido generar cierto consenso y crear sociedades más abiertas.

Japón ha demostrado que es posible una convivencia entre la cultura oriental y las políticas capitalistas occidentales. Se presenta como el país más desarrollado de la región, con los mayores niveles en educación, tecnología, y con un mercados de consumo de alto desarrollo y de gran inserción internacional.

Por ello, si bien año tras año aumentan sus relaciones con China, junto con la Unión Europea, los Estados Unidos mantinene una fuerte relación con Japón, a fin de contar con un aliado en pos de contrarrestar el predominio chino en mundo de negocios de la región.

China a demostrado que su transicicón a una economía capitalista pudo ser exitosa, a diferencia de la transición Rusa a través de una política de desmantelamiento del Estado y un proceso masivo de privatizaciones.

Y en este éxito, dejó demostrado también que el éxito del capitalismo no necesariamente requiere un marco institucional como el modelo occidental.

China aparece como el jugador más importante de la región. Su creciente inmenso territorio, una población de 1.300 millones de personas, su creciente poderío económico, su poder nuclear y su creciente tecnología espacial, sumado a una organización gubernamental autoritaria que le permite decisiones políticas y económicas si demoras ni necesidad de consenso, lo ponen en un papel superior al de Estados Unidos o la Unión Europea, al menos en la región, y lo ubican en la mesa de los grandes decisores del futuro de la humanidad.

Es impensable entonces que los grandes poderes planteen una guerra con China, no solo por los costos exorbitantes en personal militar y en recursos que una empresa tal requeriría, sino también por el importante interés económico que grandes intereses de empresas multinacionales han desarrollado en la región.

Aun envuelto en grandes prácticas corruptas y con un Estado en plena reforma, este último parece adaptarse adecuadamente a la necesidad de integración, su economía se percibe poco a poco en un centro productivo más conveniente que Japón, y por ello China se convierte en un superpoder que combina una economía de mercado cada vez más abierta acompañado de grandes cambios políticos, pero controlados.

Pero pensar en un poder regional implica pensar no solo en Japón y en China como economías dominantes. India es un actor de importancia en esta posible unión, dado su poderío nuclear, asi como su creciente peso demográfico.

Si bien es un actor importante, su fragmentación política, y su gran diversidad étnica y lingüística se presentan como factores insalvables para liderar esta unión; su poder tecnológico y nuclear es relativo frente al resto de superpoderes globales, y es poco probable que India pueda situarse en una posición predominante en la economía global, siendo su mejor opción integrarse al bloque asiático asumiendo un rol importante, junto con Japón, pero no el rol principal.

El crecimiento sostenido de China en los frentes tecnológicos, militares y económicos, la importancia económica de Japón, la maduración de sus relaciones y la creciente influencia china en la región podrían culminar en una unión.

Pero Asia, como una región unida, deberá superar sus problemas culturales, institucionales y económicos, existentes no solo es sus principales referentes globales sino en todo el resto de naciones que lo componen.

En el caso de Rusia, su desafío consiste en definir su estrategia respecto a qué alianzas deberá fomentar, así como las reformas necesarias que deberá aplicar para solucionar sus problemas nacionales, la inestabilidad de su sistema y el latente problema de sublevaciones dada la gran cantidad de etnias muy diferentes que

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