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Resumen de "La etica protestante y el espiritu del capitalismo"


Enviado por   •  24 de Octubre de 2017  •  Resúmenes  •  4.421 Palabras (18 Páginas)  •  278 Visitas

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La ética protestante y el espíritu del capitalismo:

Sólo en Occidente hay ciencia. Sólo en Occidente se ha conocido el cultivo sistematizado y racional de las especialidades científicas, la formación del especialista, así como también la del funcionario especializado, piedra angular del Estado moderno y de la moderna economía europea. Es el único que ha conocido el “Estado” como organización política, con una constitución racionalmente establecida, con un Derecho racionalmente estatuido y una administración por funcionarios especializados guiadas por reglas racionales positivas: las leyes. Lo mismo ocurre con el capitalismo.

“Afán de lucro” son cosas que nada tienen que ver con el capitalismo. Son tendencias que se encuentran en todas las épocas y en todos los lugares. El capitalista aventurero, ha existido en todo el mundo: sus probabilidades eran siempre de carácter irracional y especulativo y se basaban en la adquisición por medios violentos. Sólo Por el contrario, el capitalismo debería considerarse como el freno, la moderación racional de este impulso irracional. El capitalismo se identifica con la aspiración a la ganancia lograda con el trabajo capitalista incesante y racional a la rentabilidad. Un acto de economía capital significa un acto que descansa en la expectativa de una ganancia debida al juego de recíprocas probabilidades de cambio, es decir, en probabilidades pacíficas de lucro.

En Occidente el capitalismo tiene una importancia y unas formas, características y direcciones que no se conocen en otra parte: la organización racional-capitalista del trabajo formalmente libre.

Siempre ha habido lucha de clases, pero sólo en Occidente se da la moderna oposición entre empresario en grande y jornalero libre. Por tanto, en una historia universal, y desde el punto de vista económico, el problema central es el del origen del capitalismo industrial burgués con su organización racional del trabajo libre o, en otros términos, el del origen de la burguesía occidental con sus propias características, que sin duda guarda estrecha conexión con el origen de la organización capitalista del trabajo.

Es evidente que se trata de un racionalismo específico y peculiar de la civilización occidental. Cada una de las esferas puede ser racionalizada desde distintos puntos de vista, y lo que desde uno se considera “racional” parece irracional desde otro. Procesos de racionalización se han realizado en todas partes y en todas las esferas de la vida. Lo característico de su diferenciación histórica y cultural es precisamente cuáles de estas esferas, y desde qué punto de vista fueron racionalizadas en cada momento. Por tanto, lo primero que interesa es conocer las características peculiares del racionalismo occidental, y dentro de éste, el moderno. Esta investigación ha de tener en cuenta muy principalmente las condiciones económicas, reconociendo la importancia fundamental de la economía pero tampoco deberá ignorar la relación causal inversa.

Consta este libro de dos trabajos escritos que intentan arrimarse a la médula del problema: determinar la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una “mentalidad económica”, de un ethos económico, fijándonos en el caso concreto de las conexiones de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético. Por tanto, nos limitamos a exponer aquí uno de los aspectos de la relación causal. (el otro aspecto sería el de la influencia del contexto en las ideas religiosas)

Primera parte

Existe en Occidente un fenómeno bastante peculiar: el carácter eminentemente protestante tanto de la propiedad y empresas capitalistas, como de las esferas superiores de las clases trabajadoras, especialmente del alto personal de las modernas empresas, de superior preparación técnica o comercial. Este fenómeno lo hallamos, en general, allí donde el capitalismo, en la época de su mayor auge tuvo poder para organizar la población en capas sociales y profesionales. ¿Cuál podría ser la causa de esto? Conviene tener en cuenta un hecho que suele ser olvidado: la Reforma no significaba únicamente la eliminación del poder eclesiástico sobre la vida, sino más bien la sustitución de la forma entonces actual del mismo por una forma diferente. Más aún, la sustitución de un poder extremadamente suave, por otro que había de intervenir de modo infinitamente mayor en todas las esferas de la vida pública y privada, sometiendo a regulación onerosa y minuciosa la conducta individual, cuyo mayor exponente es el calvinismo.

Han sido siempre los protestantes los que han mostrado singular tendencia hacia el racionalismo económico, tendencia que ni se daba ni se da entre los católicos.

La cuestión sería, ante todo, investigar qué elementos de las características confesionales son o fueron los que obraron y, en parte, siguen obrando en a dirección descrita.

II. El espíritu del capitalismo

Si es posible encontrar un objeto al que resulte aplicable dicha denominación, sólo podrá ser una individualidad histórica, esto es, un complejo de conexiones en la realidad histórica, que nosotros agrupamos conceptualmente en un todo, desde el punto de vista de su significación cultural. Es una esencial característica de toda formación de conceptos históricos el que, para sus fines metódicos, no necesita encerrar la realidad en conceptos genéricos abstractos, sino que más bien aspira a articularla en conexiones genéticas concretas, de matiz siempre individual.

Es Benjamin Franklin quien nos predica el espíritu del capitalismo. En su documento “cultura americana” propone lo que se ha denominado como “filosofía de la avaricia”, que postula el ideal de hombre honrado digno de crédito y, sobre todo, la idea de una obligación por parte del individuo frente al interés de aumentar su capital. Efectivamente, aquí se enseña una ética peculiar, cuya infracción constituye no sólo la estupidez sino un olvido del deber. Es un verdadero ethos lo que se expresa, y justamente en esta cualidad es como nos interesa. “Ganar todo cuanto se puede” adquiere para Franklin el carácter de una máxima de conducta de matiz ético. En este sentido específico usamos nosotros el concepto de “espíritu del capitalismo”.  Si bien capitalismo ha habido en otros lugares, le faltaba precisamente el ethos característico del capitalismo moderno.

Ciertamente, todas las máximas morales de Franklin han sido desvirtuadas en sentido utilitarista. Pero la circunstancia de referir a una revelación divina el hecho de haber descubierto la utilidad de la virtud, muestran que hay aquí algo más que la simple envoltura de máximas puramente egoístas. Es que, además, el summun bonun de esta ética consiste en que la adquisición incesante de más y más dinero, evitando cuidadosamente todo goce inmoderado. La ganancia no es un medio para la satisfacción de necesidades vitales materiales del hombre, sino que más bien éste de adquirir, porque tal es el fin de su vida. La ganancia de dinero representa, dentro del orden económico moderno, el resultado y la expresión de la virtud en el trabajo, y esta virtud, fácil de reconocerlo, constituye el auténtico alfa y omega de la moral de Franklin.

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