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El arte como conocimiento según Hans Georg Gadamer


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2023  •  Ensayos  •  1.419 Palabras (6 Páginas)  •  23 Visitas

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El arte como conocimiento según Hans Georg Gadamer

Por Ricardo L. Falla Carrillo

Introducción

Este texto no es más que una nota muy introductoria al modo cómo H. G. Gadamer (1900-2002), consideró que el arte podría constituirse en una gnosis de lo real. Por esta razón, es muy probable que se encuentren varias omisiones que, esperamos, no sean tan notorias. Sobre todo, para hacer justicia a uno de los pensadores más relevantes del siglo XX.

El arte como conocimiento según Hans Georg Gadamer

En su poema “Arte Poética”, Jorge Luis Borges (1960) dice, “A veces en las tardes una cara / nos mira desde el fondo de un espejo/; el arte debe ser como ese espejo / que nos revela nuestra propia cara.” Es decir, el arte, como acontecimiento de percepción reflexiva, es quien nos permite tener un acceso privilegiado “al propio rostro”.  En ese sentido profundo, nos buscamos en la obra de arte; tratamos que el arte sea - en una última instancia - el modo más auténtico de llegar a la verdad de lo que somos desde la posibilidad del encuentro con la belleza.

Descubrirnos que en el arte hay algo que está más allá de los elementos meramente estéticos y formales. El arte, como acción reveladora, logra transformarse en un vehículo para una gnosis de lo real, que le hace recuperar a la filosofía su función originaria:  abrirse al asombro y a la infinitud de preguntas. Es ese sentido, en el texto “Autopresentación” que se encuentra en Verdad y Método II, Gadamer (1998) confiesa aquello que le sustraía del lenguaje artístico con relación a la filosofía:

Yo no podía negar la posibilidad de que la experiencia del arte afectara en algo a la filosofía. Que el arte es el verdadero órgano de la filosofía o quizá incluso su interlocutor aventajado era una verdad que había preocupado a la filosofía del romanticismo alemán hasta el final de la era idealista. La filosofía universitaria de la época post hegeliana hubo de pagar el desconocimiento de esta verdad con su propia ruina. Esto es aplicable al neokantismo lo mismo que al nuevo positivismo hasta hoy. Nuestro legado histórico nos invitaba a recuperar esta verdad (p. 377)

La verdad a la que alude nuestro autor, le sirvió, también, para distanciarse de los modos ilustrados y positivistas de acceso a la verdad, aquellos que privilegian la demostración experimental y fáctica de lo observado.  Este distanciamiento, le permitió a Gadamer encontrarse con una racionalidad abierta a conciliar el pensamiento acompañado de la vida, tal como lo habían asumido los románticos. El conocimiento de la obra de arte, nos obliga a un esfuerzo intelectual mucho más sostenido del que nos exige el conocimiento del mundo natural o el funcionamiento de las técnicas de la gestión empresarial o pública. Al situarnos ante la obra la obra de arte, nuestro entendimiento debe asumir que el lenguaje ordinario es superado por la complejidad de la creación. Así Gadamer, nuevamente en Verdad y Método II (1998), considera que la experiencia cognitiva que funda en el arte es más compleja:

La obra textual está ahí, en sí misma. La dialéctica de pregunta respuesta sólo funciona aquí, si acaso, en una y dirección, por parte de aquel que intenta comprender una obra de arte, que interroga y se interroga y que trata de escuchar la respuesta de la obra. Siendo uno, ese sujeto podrá ser a la vez, como todo ser pensante, el que pregunta y el que responde, tal como ocurre en el diálogo real; pero este diálogo del lector consigo mismo no parece ser un diálogo con el texto fijo y acabado. ¿O sí? ¿hay en realidad un texto acabado? Lo peculiar de la obra de arte es, precisamente, que nunca se comprende del todo. Es decir, cuando nos acercamos a ella en actitud interrogadora, nunca obtenemos una respuesta definitiva que nos permita decir «ya lo sé». Obtenemos de ella una información correcta ... y nada más. No podemos sacar de una obra de arte las informaciones que guarda en sí hasta dejarla vacía, como ocurre con los comunicados que recibimos. (p. 14 y 15)

Por esa razón la lectura del poema, la audición de la sinfonía, la visión de la pintura, son experiencias abiertas e inacabadas. Si la filosofía aceptara - con humildad -ese procedimiento que le puede suministrar la experiencia estética, el mismo filosofar se enriquecería enormemente. La apuesta hermenéutica de Gadamer (1998), insta a potenciar la experiencia filosófica desde el arte:

Mi respuesta es que el punto de partida de mi teoría hermenéutica fue precisamente que la obra de arte es un reto a nuestra comprensión porque escapa siempre a todas las interpretaciones y opone una resistencia nunca superable a ser traducida a la identidad de un concepto (p. 15)

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