Porqué somos agentes morales en Kant
Ivan PeñaEnsayo31 de Mayo de 2017
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Introducción a la Investigación Filosófica II:
Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres
Ivan H. Peña Mercado
¿Por qué somos agentes morales según Kant?
La moral, nos dice Kant, es “la condición bajo la cual un ser racional puede ser fin en sí mismo”(Kant, 2007, p. 48), esto es, que el individuo se considere valioso por el hecho de ser lo que es. De esta manera, el ser racional adquiere valor, pero al mismo tiempo debe tener como valiosos a todos los seres racionales, como miembro y como legislador. Dicha moral es un efecto, un efecto de la libertad de la voluntad (Kant, 2007, p. 60), donde se entiende la libertad como una propiedad de la voluntad.
Por lo anterior, se observa que la voluntad es de cierto modo el origen de la facultad moral del ser racional. Entendamos la voluntad como ese “algo” que nos impulsa hacia determinada dirección. Con esta idea, aunque vaga, mantengamos nuestro enfoque en el problema que aborda Kant, donde nos enuncia que sólo la buena voluntad es buena sin restricción(Kant, 2007, p. 7); brindandonos una claridad de la esencia que se resguarda bajo el concepto de la voluntad. La buena voluntad es valiosa por sí misma(Kant, 2007, p. 8), y considerarla a ella misma es más valioso que considerar sus efectos, es decir, que la acción misma vale más que el fin obtenido.
Pero, ¿qué relación tiene la voluntad con el ser racional?. Entendamos por ser racional a cualquier individuo que utilice la razón. Y por tanto, dicha razón tiene cierto influjo en la voluntad, de modo que se produzca una buena voluntad.
Para conocer el concepto de buena voluntad debemos considerar el concepto de deber(Kant, 2007, p. 11), ya que aquello que se realiza por deber y sin inclinación ni miedo posee un contenido moral. Los hombres poseen una gran inclinación hacia la felicidad, pero en la idea de la felicidad se reúnen todas las inclinaciones, es por ello que Kant advierte la necesidad de una Ley que “procure a cada cual su propia felicidad, no por inclinación, sino por deber y sólo entonces tiene su conducta un verdadero valor moral”(Kant, 2007, p. 13). Las acciones que se llevan a cabo por deber valen moralmente por la máxima que han sido resueltas, donde a dicha máxima se le atribuye respeto por relacionarse a la voluntad como simple fundamento y no como efecto.
Y es en este punto donde Kant expresa el único principio de la voluntad: “yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal”(Kant, 2007, p. 15) con la intención de darle un sustento único a la voluntad mediante la razón.
Debemos considerar el principio de la voluntad como libre de experiencia, ya que “es imposible determinar por experiencia que la máxima de una acción haya tenido su base en fundamentos morales y en representar el deber”(Kant, 2007, p. 22), y por ello surgen dudas sobre el verdadero impulso de las acciones, pero para evitar caer de nuestra idea de deber, es necesario tener la convicción de que la razón ordena lo que debe suceder, ya que “los verdaderos principios de la moralidad descansan en la razón pura”(Kant, 2007, p.24).
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La representación pura del deber y de la ley, por el sólo camino de la razón, sin atractivos de la experiencia, tiene un influjo mayor que todos los demás resortes que puedan ser generados de la experiencia, llamada dignidad(Kant, 2007, p. 26) Y dichas leyes morales deben valer para todo ser, de este modo, la moral se expone independiente como filosofía pura, es decir, metafísica.
Ahora es necesario introducir un concepto esencial en el desarrollo de la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, el concepto de Imperativo.
Para derivar las acciones de las leyes se exige razón, la voluntad es la razón práctica(Kant, 2007, p. 27), sin embargo, cuando la voluntad no es en si plenamente conforme a la razón, entonces las acciones conocidas como objetivamente necesarias(Ley Práctica) son subjetivamente contingentes(máximas). Lo anterior se conoce como constricción, cuando un principio objetivo es constrictivo para la voluntad se conoce como mandato y la fórmula de dicho mandato es el Imperativo.
“Los imperativos son sólo fórmulas para expresar la relación entre las leyes objetivas del querer en general y la imperfección subjetiva de la voluntad”(Kant, 2007, p.29). El Imperativo Categórico es la representación de una acción por sí misma, no se refiere a la acción, sino a la forma y al principio de donde ella sucede, nos enseña a atender nuestro provecho y a tenerlo en cuenta. El Imperativo Hipotético es aquel donde la acción es buena sólo para alcanzar algún otro fin.
“Si el deber es un concepto que debe contener significación y legislación real sobre nuestras acciones, debe expresarse sólo en Imperativos Categóricos”(Kant, 2007, p. 38) El deber ha de ser una necesidad práctica de la acción, debe ser incondicional y debe valer para todos los seres racionales y "sólo por eso ha de ser ley para todas las voluntades humana"(Kant, 2007, p. 39). Sin embargo, la voluntad no se encuentra sometida exclusivamente a la ley, sino que debe considerarse también que ella se legisla a si misma, es decir, no depende de interés alguno, y de este modo surge la idea de la voluntad de todo ser racional como voluntad legisladora universal. Esto es, como un ser racional que pertenece a un reino de los fines(enlace sistemático de distintos seres racionales por leyes comunes) como miembro sujeto a esas leyes comunes y como legislador cuando no está sometido a ninguna voluntad de otro.
Por lo anterior, Kant nos enuncia, que la moral es la relación de toda acción con la legislación por la cual es posible el reino de los fines(1923, p. 47), la cual debe hallarse en todo ser racional y poder originarse de su voluntad. Por tanto, la moralidad es la condición bajo la cual un ser racional puede ser fin en sí mismo, porque sólo por ella es posible ser miembro legislador en el reino de los fines(Kant, 2007, p. 48). Así, la moralidad y la humanidad es lo único que posee dignidad. La legislación misma, que determina todo valor, debe por tanto tener una dignidad, donde sólo la palabra respeto debe atribuirsele. “La Autonomía es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional”(Kant, 2007, p. 49)
Así, regresando el inicio del tema, resolvemos que la voluntad es absolutamente buena cuando su máxima, al ser transformada el ley universal, no puede nunca contradecirse (Kant, 2007, p.50), es la única condición en la cual la voluntad no puede estar en contradicción con ella misma. Sin embargo, un ser racional no puede contar con que todos los demás sean fieles a la misma máxima que él, esto es, no puede contar con que el reino de la naturaleza(universal) coincida con un posible reino de los fines(Kant, 2007, p. 51). Sólo la dignidad del hombre, como naturaleza racional, esto es, sólo el respeto por una mera idea debe servir como precepto de la voluntad.
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La voluntad es una especie de causalidad de los seres vivos en cuanto que son racionales, y la libertad es una propiedad de dicha causalidad(Kant, 2007, p. 59) La causalidad lleva consigo en concepto de leyes según las cuales y al observar a la libertad de la voluntad como autonomía, es por tanto la propiedad de la voluntad de ser una ley para si misma. Y es en este punto donde Kant nos plantea la proposición sintética de la voluntad: “ voluntad absolutamente buena es aquella cuya máxima puede contenerse en sí misma siempre, considerada como ley universal”(2007, p. 60)
Como la moralidad sirve de ley para todos los seres racionales, entonces debe valer para todos. Dicha moral se deriva por tanto, de la idea de libertad, por ello todo ser que obra bajo esta idea es libre en sentido práctico. Y al dar sustento a la moralidad, dicha idea de libertad debe presuponerse de igual manera en todos los seres racionales. En la idea de la libertad suponemos la ley moral, principio mismo de la Autonomía de la libertad(Kant, 2007, p.62)
Sin embargo, aun no nos es posible conocer por qué razón la ley moral obliga, porque nos enfrentamos a un circulo vicioso en el que “nos consideramos libres en el orden de las causas eficientes, para pensarnos sometidos a las leyes morales en el orden de los fines y luego nos pensamos como sometidos a estas leyes porque nos hemos atribuido la libertad de la voluntad”(Kant, 2007, p. 63) Pero para aclarar en el tema comencemos por una observación que no necesita ninguna reflexión sutil: sólo conocemos a los objetos en la medida en que nos afectan, pero no a los objetos mismos, es decir, podemos llegar a conocer los fenómenos pero nunca las cosas en si mismas, y esa es la distinción entre el mundo sensible y el mundo inteligible. La razón es la que se encarga de realizar dicha distinción. Por lo tanto, “un ser racional debe considerarse a si mismo como inteligencia”(Kant, 2007, p. 65)
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