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Ensayo Sobre Estigma de la Salud Mental

Engel VelásquezEnsayo20 de Septiembre de 2022

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“2022: Vamos por más Victorias Educativas”[pic 1]

Facultad Regional Multidisciplinaria, FAREM-Estelí

Recinto Universitario Leonel Rugama

Departamento de Ciencias de la Educación y Humanidades

I Año de Psicología Sabatino

Percepción de los estudiantes de psicología en relación a los estigmas de la salud mental

Integrador I

Autores | grupo #2

  1. Dina Fabiola García Torres
  2. Engel Enoc Velásquez Zamora

Docentes

  1. Ana María Sevilla
  2. Damaris Rodríguez[pic 2]
  3. Juan Ramón Talavera
  4. María Auxiliadora Chiong
  5. Tania Libertad Guevara
  6. Yorling Enelia Bellorin

Estelí, 23 de Julio del 2022

¡A la libertad por la universidad!

Juan es un joven que padece un trastorno bipolar; finalmente, ha decidido cumplir su sueño y estudiar psicología. No obstante, hay quienes le dicen que nunca podrá lograrlo porque es un bipolar.

El estigma de la salud mental es un complejo conjunto de creencias, opiniones, conceptos y actitudes negativas hacia otras personas sobre su condición mental. Este hecho está presente en todos los sectores sociales; los desafíos son muchos e identificarlos y superarlos toma tiempo. Por tal razón, este ensayo supone estudio cualitativo y de carácter exploratorio en el recinto universitario de la Unan-Managua, Farem-Estelí, en el cual se explora la autopercepción de los estudiantes de psicología en relación a la temática, e inferimos que:

Los estudiantes de psicología son víctimas o victimarios de opiniones propias y ajenas, unas cuantas negativas y enfocadas en la condición mental de las personas. Inclusive, hay quienes no recuerdan ser concientizados en temas de salud mental y estigmas antes de iniciar sus estudios universitarios.

Además, invitamos a los lectores a divulgar e internalizar la idea de que, en cierta medida, todos somos afectados o parte del problema que impide alcanzar la individuación en una sociedad sin estigmas, que no excluye al mundo, sino que lo incluye.


Para dar inicio a este trabajo, hemos de abordar primeramente ¿Qué es el estigma? Sin duda, el desconocimiento de este asunto, es uno de los obstáculos que atravesamos en la búsqueda de tratamiento psicológico y educación en temas de salud mental.

Así, de acuerdo a Goffman (1963), el estigma implica atribuir a una persona un rasgo deshonroso que la hace parecer inferior o peligrosa, lo que conlleva el resultado de degradarlo como algo infrahumano basándose en una ideología subyacente.

Por otro lado, Link y Phelan (2001) en una revisión anual de sociología, conceptualizaron el estigma como el conjunto de estereotipos negativos e indeseables, asociando la separación o exclusión de esos individuos, la separación entre nosotros y ellos, la pérdida de reconocimiento social y la discriminación; y, por último, como elemento que subyace a los anteriores, una distribución asimétrica del poder. También, insisten en que no todos los casos de estigma son iguales, que, al fin y al cabo, el estigma es una cuestión de grado, pues las características que lo definen pueden diferir mucho en su naturaleza, intensidad y permanencia.

Vale decir que el estigma nos afecta a todos y está latente en todos los sectores de la sociedad: el sector sanitario, educativo, en la familia; en el sector laboral, penitenciario, en el poder ejecutivo y legislativo, en los medios de comunicación, y también en el de salud mental.

Dicho de otro modo, el estigma hacia las enfermedades y trastornos mentales son aquellas respuestas negativas o efectos indeseados para otras personas y las portadoras de las mismas. Esto se refiere al grupo de creencias, conceptos, opiniones y actitudes; con frecuencia injustas, negativas e inexactas que la sociedad relaciona a las verdaderas circunstancias y cualidades de las personas respecto a su estado psicológico. Ya sea que, nos afecten de manera directa o indirecta, terminan creando una barrera imaginaria que polariza la búsqueda y adherencia de conocimientos para los interesados en la salud mental y su campo de estudio.

Con todo lo anterior, si como estudiantes y profesionales de la salud mental describiéremos nuestra personalidad con la intención de analizarla, claramente encontraremos rasgos que aceptamos sin dudar, cayendo en la conformidad, lo que trae consigo el posible descontento y la indiferencia hacia otros y contra nosotros mismos. Queramos o no, estos rasgos nos hacen ser como somos y nadie está exento en la sociedad. Peor aún, en ocasiones ni nos enteramos que sufrimos un trastorno o enfermedad mental.

En cualquier caso, quizá nuestra elevada cognición por ser humanos permite el surgimiento de mecanismos de abstracción conceptual, que categorizan y etiquetan algunos rasgos o atributos de casi todo alrededor. Al parecer, acoplar abstractos particulares, que comparten características similares con diferentes grupos de diversos tamaños, resulta ser de gran conveniencia, tanto en el proceso de comunicación como el del entendimiento de la realidad.

Por decirlo de alguna manera, en el plano cuantitativo y objetivo de la realidad, las métricas nos son útiles por cuanto nos acercan al objeto de estudio, y constan como el punto de apoyo en la representación del mundo.  

En un plano cualitativo y subjetivo, las representaciones mentales y las etiquetas, son cómodas justamente porque nos proporcionan un sentido de identidad. Esto es verse como individuo, indivisible, que, por consiguiente, da pie a que nos diferenciemos unos de otros, para predecir con mayor rapidez y precisión una buena porción de comportamientos propios y ajenos acompañados de los constantes y múltiples cambios en la realidad.

Puesto que vivir es un asunto complejo, los estigmas lo complican aún más, debido a que afecta nuestra calidad de vida y bienestar como individuos en la sociedad. Y es que, ser “normal” por ejemplo, es una etiqueta que sugiere los rasgos ideales de una persona, lo cual no debería ser una expectativa cuando somos seres con rasgos y mundos internos incomparables, tan subjetivos como la realidad misma. Aparentemente, casi no se piensa en el impacto que tiene el uso desmedido de las etiquetas, menos en aquellas segadas por estigmas sociales y de salud mental.

En consecuencia, un joven con trastorno mental que es estigmatizado en su hogar o en un grupo social, podría frenar sus intenciones de buscar ayuda psicológica; y, un estudiante de psicología puede perder motivación a causa de los estigmas implícitos o explícitos en el rol que desempeña en el ámbito de salud mental.

Por lo que antes se ha dicho, las opiniones de la sociedad y la de nuestros seres queridos pueden lastimar; también importan, motivan, impulsan o estancan. Y, en definitiva, lo lioso de vivir con un trastorno o enfermedad mental se complica con la actitud negativa de otras personas.

En todo caso, una opinión puede afectar a las personas de muchas formas, positiva o negativamente. Por ejemplo, los millones de comentarios en redes sociales que transmiten algún tipo de opinión o pensamiento negativo y sesgado por los estigmas, puede ser contagioso. Es probable que, compartir, presenciar, escuchar o visualizar opiniones y actitudes negativas, nos asocie o acompleje con otros y hasta con nosotros mismos, cayendo en el auto estigma. En oposición, la idea de usar las redes mediáticas para compartir información que visibilice la importancia de educarnos en temas de salud mental podría suponer efectos positivos en la sociedad.

De todas formas, latente en la dinámica social, el estigma se establece como un complemento en nuestro complejo sistema de creencias, quizá equivocadas, pero, que al final, acaban afectando a otras personas. A fin de cuentas, no saber todo lo anterior siendo estudiante de psicología nos convierte en parte del problema.

Por lo tanto, para realizar este trabajo buscamos y analizamos información sobre la temática del estigma de la salud mental que estuviera relacionada con la experiencia de los estudiantes de psicología. Consultamos artículos en internet, libros en físico y digitales a nuestro alcance, la información sobre el tema fue escasa, sobre todo en español. Pese a ello, nos apoyamos de nuestro valioso trabajo de investigación sobre los procesos mentales, emocionales, biológicos y sociales que desarrollamos en el primer semestre de la carrera de psicología, y, como consecuencia surgieron algunas disertaciones que solamente despertaron mayor interés por nuestro tema de ensayo.

Por lo cual, sondear de forma cualitativa la dicha relación entre los estudiantes de psicología y los estigmas de la salud mental, no fue tan mala idea, de hecho, es todo un proceso de descubrimientos. Para ello, exploramos nuestra autopercepción y la de algunos estudiantes de psicología en nuestro recinto universitario. Aplicamos algunos instrumentos como entrevistas y un formulario de preguntas para cumplir nuestro cometido, además, sustentan las inferencias de la investigación previa.

Por lo tanto, deseamos compartir algunos datos resultantes del formulario al que respondieron veinticuatro estudiantes de psicología que cursan entre el primer y tercer año de la carrera. Las edades de los encuestados iban desde diecisiete a veinticinco años, siendo el setenta por ciento mujeres. Algunas respuestas nos parecieron interesantes en contraste a otros datos. Por ejemplo, notamos que todos admitían tener conocimientos sobre la temática, pero, al momento que pedimos que escribieran el concepto que manejan sobre estigma, algunas respuestas fueron un tanto erradas.

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