Psicoanálisis. Justificación del concepto de lo Incc
matilonchio18 de Diciembre de 2013
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Introducción.
El psicoanálisis nos ha enseñado que la esencia del proceso de la represión no consiste en cancelar, en aniquilar, una representación representante de la pulsión, sino en impedirle que devenga Cc. Se encuentra en el estado de lo Incc y aun así es capaz de exteriorizar efectos, incluidos los que finalmente alcanzan la Cc.
Lo reprimido es una parte de lo Incc ¿De qué modo podemos llegar a conocer lo Incc? Se requiere que el analizado venza ciertas resistencias, las mismas que en su momento convirtieron a eso en reprimido por rechazo de los Cc.
Justificación del concepto de lo Incc
El supuesto de lo Incc es necesario y legitimo, poseemos numerosas pruebas a favor de la existencia de lo Incc. Es necesario porque los datos de Cc son en alto grado lagunosos: en sanos y enfermos aparecen a menudo actos psíquicos cuta explicación presupone otros actos de los que la Cc no es testigo.
Estos actos Cc quedarían inconexos e incompresibles si nos empeñásemos en sostener que la Cc por fuerza ha de enterarse de todo cuanto sucede en nosotros en materia de actos anímicos y en cambio se insertan dentro de una conexión discernible si interpolamos los actos incc inferidos.
En cualquier momento dado, la Cc abarca solo un contenido exiguo, por tanto, la mayor parte de lo que llamamos conocimiento Cc tiene que encontrarse en cada caso y por los periodos más prolongados, en un estado de latencia, es decir es una estado de Inconsciencia psíquica.
Sale al paso una objeción: estos recuerdos latentes ya no deberían calificarse más de psíquicos, sino que corresponderían a los restos de procesos somáticos de los cuales lo psíquico puede brotar de nuevo. Es fácil replicar que, al contrario, el recuerdo latente es indudablemente el saldo de un estado psíquico. Esa objeción descansa en la igualación entre lo Cc y lo anímico.
Es legitimo: esa legitimidad se la aporta al supuesto de lo Incc.
Es mas fácil conocer estos fenómenos Incc en otros que en nosotros mismos. Esto tiene que ver con que lo Incc reprimido ha sufrido un rechazo y desalojo por parte de la Cc.
Al análisis apunta que los diversos procesos anímicos latentes gozan de un alto grado de independencia reciproca, como si no tuvieran conexión alguna entre si y nada supieran uno de otros. Debemos estar preparados, pos consiguiente, a admitir en nosotros no solo la Cc segunda, sino una tercera, y quizás una serie inacabable de estados de Cc desconocidos para nosotros todos ellos y que se ignoran entre si.
Por la investigación analítica, llegamos a saber que una parte de estos procesos latentes poseen caracteres y peculiaridades que nos parecen extraños y aun increíbles y contrarían las propiedades de la Cc que nos son familiares.
Rechazamos la designación de “subconsciencia” por incorrecta y descaminada.
Dentro del psicoanálisis no nos queda, más que declarar que los procesos anímicos son en si incc y comparar su percepción por la Cc con la percepción del mundo exterior por los órganos sensoriales.
El psicoanálisis nos advierte que no hemos de sustituir el proceso psíquico Incc, que es el objeto de la Cc, por la percepción que esta hace de el.
La Multivoracidad de lo Incc y el punto de vista tópico
Lo Incc abarca por un lado actos que son apenas latentes, incc por algún tiempo, pero en lo demás en nada se diferencian de los cc, y por otro lado, procesos como los reprimidos, que si devinieran Cc, contrastarían de la manera más llamativa con los otros procesos Cc.
Usamos la palabra Cc e Incc en el sentido descriptivo, en el sistemático, en cuyo caso significan pertenencia a sistemas determinados y dotación con ciertas propiedades.
Como resultado del psicoanálisis un acto psíquico en general atraviesa por dos fases de estado, entre las cuales opera como un selector una suerte de examen (censura). En la primera fase El es el Incc y pertenece al sistema Incc. Si a raíz del examen es rechazado por la censura, se le deniega el paso a la segunda fase; entonces se llama Reprimido y tiene que permanecer Incc. Pero si sale airoso de este examen entra a la segunda fase y pasa a pertenecer al segundo sistema que llamaremos el sistema Cc. No es aun Cc, sino susceptible de Cc. Puede ser objeto de ella, sin una particular resistencia toda vez que se reúnan ciertas condiciones. En atención a esta susceptibilidad de Cc llamamos al sistema Cc también “Preconciente” si se llegara a averiguar que a su vez el devenir Cc de lo Prcc es codeterminado por una cierta censura, deberíamos aislar entre si, los sistemas Prcc y cc. Basta con establecer que el sistema Prcc participa de las propiedades del sistema Cc y que la censura rigurosa esta en el paso del Incc al Prcc.
Si queremos tomar en serio una tópica de los actos anímicos, tenemos que formular 2 hipótesis, una tópica ¿Se trata de dos representaciones en diferentes lugares y una debe transponerse, ser transcripta en otra para que la Cc se apropie de ella? Y una funcional ¿Se tratara de una sola inscripción funcionando según reglas diferentes si está sometida al proceso primario o secundario?
Se niega la posibilidad de localizaciones cerebrales de ninguna índole para estos fenómenos que consisten en lo específicamente propio de lo psíquico.
Nuestra tópica psíquica nada que ver con la anatomía, se refiere a regiones del aparato psíquico, situadas dentro del cuepo, y no a localidades anatómicas.
La primera de las hipótesis, que la fase Cc de la representación significa una transcripción nueva en ella, situada en otro lugar, es sin duda la mas grosera, aunque también la mas cómoda. La segunda hipótesis, la de un cambio de estado meramente funcional, es mas verosímil, pero menos plástica. Con el primer supuesto, se enlaza un divorcio tópico entre los sistemas Incc y Cc y la posibilidad de que una representación este presente al mismo tiempo en dos lugares del aparato psíquico y aun de que se traslade regularmente de un lugar a otro si no esta inhibida por la censura, llegado el caso sin perder su primer asentamiento o su primera transcripción.
Si comunicamos a un paciente una representación que el reprimió en su tiempo y hemos logrado colegir, no se cancela la represión, al contrario, no se consigue más que una desautorización de la representación reprimida. De hecho el paciente tiene ahora la misma representación bajo una doble forma en lugares diferentes de su aparato anímico; primero posee el recuerdo Cc de la huella auditiva de la representación que le hemos comunicado y en segundo término lleve a su interior el recuerdo Incc de lo vivenciado. La cancelación de la represión no sobreviene hasta que la representación Cc, tras vencer las resistencias, entra en conexión con la huella mnémica Incc. Solo cuando esta última es hecha Cc se consigue el éxito. Por tanto para una consideración superficial parecería comprobado que representaciones Cc e Incc son transcripciones diversas y separadas en sentido tópico de un mismo contenido.
Sentimientos Incc
La oposición entre Cc e Incc carece de toda pertinencia respecto de la pulsión. Una pulsión nunca puede pasar a ser objeto de la Cc, solo puede serlo la representación que es su representante.
Si la pulsión no se adhiriera a una representación ni saliera a la luz como un estado afectivo, nada podríamos saber de ella.
Puede ocurrir que una moción de afecto o de sentimiento sea percibida, pero erradamente. Porque la represion de su representante genuino fue compelida a enlazarse con otra representación y asi la Cc la tiene por exteorización de esta última. Cuando restauramos la concatenación correcta, llamamos Incc a la moción afectiva originaria, aunque su afecto nunca lo fue, pues solo su representación debió pagar tributo a la represión.
Los destinos del factor cualitativo de la moción pulsional que son consecuencia de la represión pueden ser tres: El afecto persiste como tal, o es mudado en un monto de afecto cualitativamente diverso (en particular en angustia) o es sofocado, es decir se estorba por completo su desarrollo.
Esta sofocación es la meta genuina de la represión y su trabajo queda inconcluso cuando no la alcanza. En todos los casos que la represion consigue inhibir el desarrollo del afecto, llamamos Incc a los afectos que volvemos a poner en su sitio tras enderezar lo que el trabajo represivo había torcido. En la comparación con la representación Incc surge una importante diferencia: tras la represión, aquella sigue existiendo en el interior del sistema incc como formación real, mientras que ahí mismo al afecto Incc le corresponde solo una posibilidad de planteo, a la que no se le permite desplegarse.
La diferencia estriba en que las representaciones son investiduras, mientras que los afectos y sentimientos correspondes a procesos de descarga cuyas exteriorizaciones últimas se perciben como sensaciones.
La represión puede llegar a inhibir la transposición de la moción pulsional en una exteriorización de afecto. Esto nos muestra que el sistema Cc normalmente gobierna la afectividad asi como el acceso a la motilidad y realza el valor de la represión, por cuanto revela que no solo coarta la Cc, sino el desarrollo del afecto y la puesta en marcha de la actividad muscular. Con una formulación invertida podríamos decir: mientras el sistema Cc gobierna la afectividad y la motilidad, llamamos normal al estado psíquico del individuo.
La importancia del sistema Cc para el acceso al desprendimiento de afecto y a la accion nos permite también comprender el papel que toca la representación sustitutiva en la conformación de la enfermedad. Es posible que el desprendimiento
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