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Psicologia


Enviado por   •  18 de Octubre de 2011  •  8.513 Palabras (35 Páginas)  •  369 Visitas

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INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO (*)

1914

I

EL término narcisismo procede de la descripción clínica, y fue elegido en 1899

por Paul Näcke para designar aquellos casos en los que individuo toma como objeto

sexual su propio cuerpo y lo contempla con agrado, lo acaricia y lo besa, hasta llegar a

una completa satisfacción. Llevado a este punto, el narcisismo constituye una perversión

que ha acaparado toda la vida sexual del sujeto, cumpliéndose en ella todas las

condiciones que nos ha revelado el estudio general de las perversiones.

La investigación psicoanalítica nos ha descubierto luego rasgos de esta conducta

narcisista en personas aquejadas de otras perturbaciones; por ejemplo según Sadger, en

los homosexuales, haciéndonos, por tanto, sospechar que también en la evolución sexual

regular individuo se dan ciertas localizaciones narcisistas de la libido. Determinadas

dificultades del análisis de sujeto neuróticos nos habían impuesto ya esta sospecha, pues

una de las condicione que parecían limitar eventualmente la acción psicoanalítica era

precisamente tal conducta narcisista del enfermo. En este sentido, el narcisismo no sería

ya una perversión sino el complemento libidinoso del egoísmo del instinto de

conservación; egoísmo que atribuimos justificadamente, en cierta medida a todo ser

vivo.

La idea de un narcisismo primario normal acabó de imponérsenos en la tentativa

de aplicar las hipótesis de la teoría de la libido a la explicación de los demencia precoz

(Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler). Estos enfermos, a los que yo he propuesto

calificar de parafrénicos, muestran dos característica principales: el delirio de grandeza y

la falta de todo interés por el mundo exterior (personas y cosas). Esta última

circunstancia los sustrae totalmente a influjo del psicoanálisis, que nada puede hacer así

en su auxilio. Pero el apartamiento del parafrénico ante el mundo exterior presenta

caracteres peculiarísimos que será necesario determinar. También el histérico o el

neurótico obsesivo pierden su relación con la realidad, y, sin embargo, el análisis nos

demuestra que no han roto su relación erótica con las personas y las cosas. La conservan

en su fantasía; esto es, han sustituido los objetos reales por otros imaginarios, o los han

mezclado con ellos, y, por otro lado, han renunciado a realizar los actos motores

necesarios para la consecución de sus fines en tales objetos. Sólo a este estado podemos

denominar con propiedad 'introversión' de la libido, concepto usado indiscriminadament

por Jung. El parafrénico se conduce muy diferentemente. Parece haber retirado

realmente su libido de las personas y las cosas del mundo exterior, sin haberlas

sustituido por otras en su fantasía. Cuando en algún caso hallamos tal sustitución, es

siempre de carácter secundario y corresponde a una tentativa de curación, que quiere

volver a llevar la libido al objeto.

Surge aquí la interrogación siguiente: ¿Cuál es en la esquizofrenia el destino de la

libido retraída de los objetos? La megalomanía, característica de estos estados, nos

indica la respuesta, pues se ha constituido seguramente a costa de la libido objetal. La

libido sustraída al mundo exterior ha sido aportada al yo, surgiendo así un estado al que

podemos dar el nombre de narcisismo. Pero la misma megalomanía no es algo nuevo,

sino como ya sabemos, es la intensificación y concreción de un estado que ya venía

existiendo, circunstancia que nos lleva a considerar el narcisismo engendrado por el

arrastrar a sí catexis objetales, como un narcisismo secundario, superimpuestas a un

narcisismo primario encubierto por diversas influencias.

Hago constar de nuevo que no pretendo dar aquí una explicación del problema de

la esquizofrenia, ni siquiera profundizar en él, limitándome a reproducir lo ya expuesto

en otros lugares, para justificar una introducción del narcisismo.

Nuestras observaciones y nuestras teorías sobre la vida anímica de los niños y de

los pueblos primitivos nos han suministrado también una importante aportación a este

nuevo desarrollo de la teoría de la libido. La vida anímica infantil y primitiva muestra,

en efecto, ciertos rasgos que si se presentaran aislados habrían de ser atribuidos a la

megalomanía: una hiperestimación del poder de sus deseos y sus actos mentales la

«omnipotencia de las ideas» una fe en la fuerza mágica de las palabras y una técnica

contra el mundo exterior: la «magia», que se nos muestra como una aplicación

consecuente de tales premisas megalómanas. En el niño de nuestros días, cuya evolución

nos es mucho menos transparente, suponemos una actitud análoga ante el mundo

exterior. Nos formamos así la idea de una carga libidinosa primitiva del

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