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Resumen Terapias Racionales

s4rah9 de Julio de 2014

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1. Terapias racionales y de reestructuración cognitiva

Mahoney y Arknoff en 1078 en la clasificación que llevaron a cabo de las distintas terapias cognitivas existentes en los años treinta. En esta clasificación identificaron tres grandes grupos de terapias cognitivas: las terapias racionales y de reestructuración cognitiva, las terapias dirigidas a entrenar habilidades para afrontar y manejar situaciones, y las terapias de resolución de problemas.

Dentro del grupo de terapias racionales y de reestructuración cognitiva se incluyeron la terapia racional emotiva de Ellis, la terapia cognitiva de Beck y el entrenamiento de autoinstrucciones de Meichenbaum.

Aunque existen diferencias entre estos enfoques, existen concepciones comunes entre ellos, tales como que los humanos desarrollan conductas desadaptadas y patrones afectivos negativos a través de procedimientos cognitivos y que la tarea del terapeuta es la de un diagnosticador-educador que evaluará los procesos cognitivos desadaptados y, posteriormente, desarrollará experiencias que alteran cogniciones y los patrones afectivos y de conducta relacionados con ellas.

2. Terapia racional emotiva

2.1. Introducción teórico-histórica

Fue fundada por Ellis a comienzos de la década de los sesenta, es la pionera de las terapias de reestructuración cognitiva.

Influido por la práctica clínica y por el pensamiento filosófico de los estoicos, que sostenían que la perturbación emocional no está directamente provocada por la situación sino por la interpretación que los sujetos hacen de ella, comienza a elaborar la teoría de la TRE.

Como base para el desarrollo de su teoría se encuentra el supuesto de que las tienen ideas irracionales y filosofías de la vida que, aunque inventadas por ellas mismas, las mantienen dogmáticamente y les producen perturbaciones emocionales, cognitivas y conductuales. Así se originó la teoría clínica del TRE, que consta, en esquema, de cuatro eventos sucesivos: 1. La teoría A-B-C, donde se explica cómo las personas crean y pueden destruir sus perturbaciones. 2. La detección de las ideas irracionales. 3. La discusión de cada creencia irracional. 4. El conseguir un nuevo efecto o filosofía que permita al paciente pensar de forma más sensata en el futuro.

2.2. Bases teóricas

La TRE mantiene la idea de que fundamentalmente en el campo de las alteraciones psicológicas, existe una interacción entre los procesos psicológicos humanos, donde cogniciones, emociones y conductas se superponen. Se parte del supuesto de que la forma en que percibimos los hechos interactúa con nuestra evaluación cognitiva, emociones y conductas (Ellis, 1975).

La TRE ilustra ésta premisa básica a través del esquema A-B-C (Ellis, 1974, 1977a; Ellis y Harper, 1975). Este esquema representa las reacciones emocionales y las conductas de los individuos, partiendo de la teoría central de que las cosas que ocurren no son las que producen las perturbaciones, sino la opinión que las personas tienen sobre ellas. Siguiendo este esquema: A (acontecimientos activadores) no causa directamente C (consecuencia emocional o conductual), sino que C es causada por B (creencias acerca de A).

Uno de los aspectos básicos de la TRE es la distinción entre creencias racionales e irracionales. Aunque ambos tipos de creencias se describen como cogniciones evaluativas propias de cada persona, muestran diferencias fundamentales entre sí.

Las creencias racionales son probabilísticas, preferenciales o relativas y se expresan fundamentalmente en formas de deseos y gustos, en términos de “me gustaría”, “quisiera”, “no me gustaría”, “preferiría”, etc. Cuando las personas no consiguen lo que desean, los sentimientos negativos de displacer o insatisfacción que generan (tristeza, preocupación o disgusto) no impiden el logro de nuevos objetivos o propósitos. Las creencias irracionales son dogmáticas o absolutas y se expresan en forma de obligación, necesidad imperiosa o exigencia, en términos de “tengo que”, “debo de”, “debería”, “estoy obligado”, etc., de tal forma que su no consecución provoca emociones negativas no apropiadas (depresión, ansiedad, culpabilidad, miedo, cólera) que interfieren en la persecución y obtención de metas, y generan alteraciones de conducta tales como el aislamiento, demora, abuso de sustancias tóxicas, etc. (Ellis, 1982).

Aunque cada individuo puede tener ideas irracionales y filosóficas peculiares, Ellis considera que todas ellas se pueden agrupar en un número reducido de categorías generales. Son estas ideas irracionales “núcleo” las que están en la raíz de la mayor parte de los trastornos emocionales. Por tanto, en cada paciente se deberá indagar y hacer explicitas cuales son las ideas irracionales que están operando en su forma de sentir y comportarse, y habrá que enseñarle la manera de abandonarlas o cambiarlas por otras más racionales.

Entre las distorsiones cognitivas se encuentran procesos cognitivos irracionales, tales como: 1) resaltar en exceso lo negativo de un acontecimiento; 2) exagerar lo insoportable de una situación; 3) condenar a las personas, o al mundo en general, si no proporcionan al individuo lo que éste cree que se merece (Dryden y Ellis, 1988). Para Ellis cualquier perturbación emocional imaginable estará relacionada, con gran probabilidad, con alguna de la estas creencias irracionales. El objetivo de la intervención será atacar tanto las interferencias como el pensamiento dogmático y absolutista que las origina.

Recientemente Ellis (1990) ha estudiado las relaciones existentes entre las demandas absolutas y las perturbaciones emocionales encontrando que los individuos generan tensión emocional. Esta tensión da lugar a dos tipos de perturbaciones psicológicas fundamentales: la ansiedad del yo y la ansiedad perturbadora.

La ansiedad del yo se produce cuando una persona se condena a si misma por no satisfacer las peticiones absolutas que o bien se autoimpone, impone a los otros o al mundo. La ansiedad perturbadora tiene lugar cuando no se satisfacen peticiones dogmáticas que crean bienestar y condiciones de vida cómoda, demandas que el individuo se ha dirigido a sí mismo, a otros o al mundo. Cada tipo de ansiedad va acompañada de ideas irracionales diferentes, lo que requiere un tratamiento específico para cada una de ellas. Así la ansiedad del yo conlleva creencias relacionadas con incompetencia o descalificación personal, mientras que son propias de la ansiedad perturbadora creencias relacionadas con la no aceptación del malestar como emoción humana o con la calificación de las emociones negativas como malas.

Los objetivos fundamentales de la TRE son ayudar a los sujetos a que aumenten la autoaceptación y la tolerancia a la frustración. Para ello es necesario intentar previamente que los individuos consigan eliminar sus creencias irracionales pensando racionalmente, es decir, de manera clara, científica y flexible, además, que sientan de manera apropiada y actúen de manera adecuada y eficazmente para que puedan, en última instancia, conseguir las metas que se proponen.

2.3. Procedimiento básico

Ellis desarrolla la TRE como un método terapéutico para tratar las dificultades emocionales. Describe la TRE como un método de psicoterapia cognitivo-emotivo-conductual (Ellis, 1973) y posteriormente, como una terapia cognitivo-conductual (Ellis y Harper, 1975). El estilo de la TRE es activo, directivo y, en gran parte, educativo (Ellis y Harper, 1987); su objetivo consiste en alterar el sistema de creencias del sujeto y ayudarle a general una nueva filosofía de su vida.

Además, Ellis también indica los riesgos que los terapeutas racionales pueden correr si no manifiestan de forma adecuada estas características durante el proceso terapéutico. Manifiesta que, si los terapeutas dan mucha aceptación incondicional, confianza, atención, cuidado y ayuda a sus clientes, pueden correr dos tipos de riesgos negativos para la terapia: 1) reforzar la fuerte necesidad de amor y aprobación que tienen los clientes, dos de las ideas irracionales esenciales en muchas de las perturbaciones emocionales, y 2) reforzar la baja tolerancia a la frustración de sus clientes y, por tanto, no sólo no ayudarle, sino hacerle un daño importante. Considera que, en términos generales, el terapeuta, en función de los trastornos que presenta el paciente, debería evitar: 1) un estilo de interacción demasiado emotivo y amigable con los clientes “histéricos”; 2) un estilo demasiado intelectual con los clientes “obsesivo-compulsivos”; 3) un estilo demasiado directivo con los que temen ser autónomos, y 4) un estilo demasiado activo con los clientes pasivos (Dryden y Ellis, 1989).

2.3.1. El proceso de terapia racional-emotiva

El procedimiento terapéutico de la terapia racional-emotiva consta de cuatro grandes fases: 1) la explicación del esquema A-B-C al cliente, es decir, cómo las personas crean y destruyen sus perturbaciones; 2) la detección de las ideas irracionales; 3) el debate, distinción de las creencias irracionales, y 4) la consecución de un nuevo efecto o filosofía (Ellis, 1974, 1977a; Ellis y Grieger, 1990).

2.3.2. Explicación del esquema A-B-C

A través de este esquema se explicará al cliente cuál es el proceso de las alteraciones emocionales y conductuales. Así, A (acontecimiento activador) será alguna experiencia de la vida real del cliente; B indicará los pensamientos irracionales que la experiencia anterior puede suscitar, y C (consecuencia) se corresponderá con el malestar emocional y/o conductual producido por la percepción del acontecimiento.

Antes de explicar el esquema al paciente es

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