UNIVERSIDAD Y DESARROLLO LOCAL: ANÁLISIS DE CONVERGENCIAS EN UNA PROPUESTA METODOLÓGICA PARA EVALUAR LA CAPACIDAD DE INNOVACIÓN
jtristam2014Ensayo4 de Noviembre de 2017
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Universidad y Desarrollo local: análisis de convergencias en una propuesta metodológica para evaluar la capacidad de innovación
José Joaquín Tristá Moncada y Liliana Ma. Gómez Luna
Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado. Universidad de Oriente, Santiago de Cuba.
Resumen
La innovación no es sólo la aplicación de los resultados de investigación y desarrollo a alto nivel, sino también el resultado del desarrollo de las capacidades emprendedoras, estratégicas, de decisión, organizativas y creativas. El nuevo modelo de universidad cubana supone retos que implican un redimensionamiento de la estrategia del proceso de innovación visto desde la institución; una proyección que garantice incidir en lo local es entonces un nuevo proceso a atender en el marco de la innovación social; sin embargo, considerando que el desarrollo requiere la apropiación social de la tecnología, también supone este proceso un redimensionamiento del trabajo de los gobiernos y la red de actores en los territorios, por lo que la evaluación de las capacidades reales para la innovación constituye aspecto clave para la gestión del desarrollo en ambos entornos. En este trabajo se propone una metodología para el diagnóstico y evaluación de la capacidad innovativa desde una ECIT (Entidad de Ciencia e Innovación Tecnológica) y un municipio, después de un análisis de convergencias en dicho proceso. Se definen de manera general cinco momentos o etapas considerando que la reflexión estratégica a partir de los resultados obtenidos, puede ser herramienta clave para el éxito futuro de la gestión de la innovación en dos entornos diferentes pero conciliables: cultura de innovación, generación de nuevos conceptos, desarrollo innovativo, implementación de conceptos, evaluación estratégica, re-innovación y gestión del conocimiento, y la innovación tecnológica, esta última vista como eje transversal de la innovación. El fundamento metodológico que soporta esta propuesta es el modelo de auditoría desarrollado en la Escuela de Negocios de Londres (Chiesa et al., 1996), los criterios de Brown, de la Universidad de Warwick (Brown, 1997), y el instrumento de primera consulta para la gestión de la innovación (Terré i Ohme, 2002), así como la experiencia propia acumulada en la gestión para el desarrollo local en el oriente cubano. Para contrastar la aplicabilidad real de este esquema conceptual, se conformó un equipo de trabajo en el que participaron gestores de ciencia e innovación tecnológica de la Universidad de Oriente y de ECITs del territorio, que disponían de metodologías y/o estrategias propias de desarrollo, pero que se convierten en usuarias potenciales de este instrumento; se consultó además con diversos expertos relacionados con el proceso de innovación; considerando por último indicadores básicos concebidos en los documentos oficiales de la Junta de Acreditación Nacional de Cuba (JAN) y las inquietudes emanadas de los talleres de discusión del programa ramal de gestión del conocimiento y la innovación para el desarrollo del Ministerio de Educación Superior (MES).
Palabras clave: gestión del conocimiento, gestión de la innovación, desarrollo local, ECIT, Cuba.
Introducción
(Drucker, 1985) reconoce que hay innovaciones que brotan de un instante de genialidad. Sin embargo, la mayoría, especialmente las de mayor éxito, son el resultado de una búsqueda consciente y deliberada de oportunidades de innovación, que sólo se encuentran en ciertas situaciones. El sentido común, la iniciativa y la capacidad creadora rigen el proceso innovativo.
Hay que considerar la naturaleza compleja del proceso innovador, y de la propia relación entre innovación tecnológica y sociedad. La innovación no es sólo la aplicación de los resultados de investigación y desarrollo a alto nivel, sino que también es el resultado del desarrollo de las capacidades emprendedoras, estratégicas, de decisión, organizativas y creativas. Se hace necesario entonces, un acercamiento a la innovación de carácter sistemático que supere el modelo sistémico de interdependencia tradicional, trasladando la concepción teórica a las estrategias socio-políticas (Antonelli, 1990) e institucionales.
Al hablar de innovación en el sector empresarial, esta se reduce a la tecnología; pero incluso, vista así, ha de leerse como organización social y, por tanto, permitirá una mayor comprensión de las relaciones que se desarrollan entre sociedad y ambiente, permitirá reconstruir, a partir de la sociedad, la relación que se establece entre la tecnología y su uso. De esta manera es posible hacer un discurso adecuado sobre innovación tecnológica, evaluando a través de la individualización y/o contextualización sus potencialidades reales, límites e impacto sobre el sistema socioeconómico de cualquier entidad.
La complejidad y la rapidez de los cambios tecnológicos hacen que sea materialmente imposible que una empresa pueda generar por si misma todas las tecnologías que necesita, y a la vez resulta extremadamente difícil la asimilación de tecnologías genéricas sin una capacidad de investigación y desarrollo propios; esto mismo sucede en otros contextos, como el de un municipio, por ejemplo, donde la capacidad de innovación y desarrollo hay que analizarlas considerando todas las estructuras dinamizadoras y no se puede reducir la innovación a la tecnología. La capacidad para el desarrollo innovativo depende entonces de la adaptación con rapidez a los cambios del entorno, tanto tecnológico como social, e incluso para provocar modificaciones favorecedoras.
De forma general, la innovación puede clasificarse según su objeto, impacto o magnitud del cambio, efecto y escala a que se realice; diferenciándose básicamente tres grandes tipos: tecnológica, social y metodológica (GETEC, 2005; Ortiz and Pedroza, 2006).
El proceso de innovación tecnológica se define como un conjunto de etapas que conducen al lanzamiento con éxito en el mercado de nuevos productos manufacturados, o a la utilización comercial de nuevos procesos técnicos, por lo que deviene en fuerza motriz que impulsa a las empresas hacia objetivos a largo plazo, conduciendo a nivel macroeconómico a la aparición de nuevos sectores de actividad económica. De una forma esquemática la innovación se traduce en la renovación y ampliación de la gama de productos y servicios; renovación y ampliación de los procesos productivos y cambios en la organización y en la gestión, la que, por concepto, hay que verla como un proceso sistemático (Ortiz and Pedroza, 2006) que no requiere necesariamente una condición problemática precedente, sino analizable y mejorable, de ahí su carácter de proactivo, que presupone pluralidad participativa, interacción y una visión holística.
El proceso en sí, implica la transformación de ideas en productos o procesos técnicos nuevos o mejorados en acciones de desarrollo, fabricación y comercialización, lo que incluye la orientación de las innovaciones hacia objetivos específicos. La gestión implica la capacidad de operar sobre dimensiones clave de distintos sistemas y procesos, modificando sus estados y sus rumbos (Albomaz and Fernández-Polcuch, 1997).
La innovación tecnológica es, por tanto, algo más que un proceso secuencial o integrado, que abarca diversas fases orientadas a introducir en el mercado los resultados de la investigación. Cada fase tiene una duración temporal y un consumo de recursos propios, no siendo necesario su desarrollo secuencial. Entonces, deben existir realimentaciones, originando flujos de información a lo largo del tiempo entre las diferentes actividades. La evolución de los modelos hasta la concepción del modelo en red, explica la necesidad de un número de alianzas estratégicas de carácter horizontal, basadas en la colaboración para el desarrollo de la innovación (Dodgson, 1994; Fusfeld and Haklish, 1987; Hagedoorn, 1990). Las relaciones de carácter vertical han llegado a alcanzar un carácter estratégico en los procesos de innovación (Rothwell, 1994).
Al hablar de innovación a nivel de empresas Terré i Ohme manejan conceptos como: innovación de producto, de proceso, tecnológica, de ruptura e incremental (Terré i Ohme, 2002). La innovación tecnológica se ha reducido quizás a la aplicación del conocimiento científico. Sin embargo, una situación clave a la que debe enfrentase una empresa es la de aumentar su capacidad de innovación. Para ello ha de considerar la cualidad procesal y sistémica de la innovación, por lo que el éxito está marcado por los recursos que se dediquen, la capacidad directiva para la gestión de la innovación, la integración de áreas del conocimiento en enfoques desde multidisciplinares a transdisciplinares, dependiendo de las características propias, todo lo cual repercutirá en la organización empresarial, la que debe estar guiada por una lógica, no necesariamente funcional.
Cualquier organización, independientemente de su complejidad se puede descomponer en una serie de procesos: los que cubren las actividades estratégicas de la empresa (procesos estratégicos); los que relacionan las actividades que entran en contacto directo con los clientes (procesos clave); y los que actúan de apoyo a los procesos anteriores y se relacionan con los proveedores (procesos de apoyo). La innovación es un proceso de carácter estratégico para la empresa.
Según Castells, vivimos uno de esos raros intervalos de la historia (...) caracterizado por la transformación de nuestra “cultura material”, por obra de un paradigma tecnológico organizado en torno a las tecnologías de la información. Paradigma que se encuentra en pleno desarrollo a través de un modo específico de operación, en el cual la generación del conocimiento se ha convertido en la principal fuente de productividad, junto con el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos (Castells, 1999). Todo ello favorece una transición social y económica hacia una sociedad determinada por escenarios que articulan reglas y estilos organizacionales alrededor de conceptos contradictorios como localismo y fragmentación, globalización e integración, subordinación dependiente y articulación creativa. De prevalecer las fuerzas de dominación brutal, el mundo estaría en el nivel de la vulnerabilidad absoluta, mientras que desde la lógica del último par, podría ser posible la construcción de una dimensión enriquecedora de múltiples interacciones interdependientes. De aquí que exista un proceso de reconceptualización y análisis que, por supuesto, pasa por la propia gestión, analizada desde el paradigma del modelo en red, con relaciones que en el contexto cubano, han de estar mucho más marcadas por la interdependencia sistémica que por la competitividad, elementos básicos que han de caracterizar las relaciones al interior de dicha red.
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