El Docente Y La Cultura
14 de Enero de 2014
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El docente y el conocimiento de la cultura de su entorno.
Uno de los importantes roles que desempeña el docente es el de servir de mediador entre la cultura y el estudiante y no sólo, como se creyó tradicionalmente, transmitir los conocimientos propios de la asignatura que orienta. Como profesional cumple con una gran diversidad de tareas a través de los cuales puede aproximar a sus estudiantes a las creaciones culturales de las sociedades mundiales y a las creaciones de su sociedad particular o local.
Existen muchas formas de acceder a los productos de la cultura, especialmente desde la invención de los medios masivos e inmediatos de comunicación. Esto implica que cualquier persona está en la posibilidad de tener acceso a la información, con lo que podríamos pensar que el papel del docente como transmisor de conocimientos ya no tiene la importancia que tuvo en el pasado.
No obstante, a pesar de los avances tecnológicos aplicados a la educación, el docente sigue siendo fundamental en la construcción de conocimientos ya que ninguna tecnología podrá sustituir jamás el componente afectivo del acto pedagógico. Efectivamente, en el acto pedagógico hay una continua interacción entre los estudiantes y de estos con el docente, creando unos valores que difícilmente se darían sin la actividad orientadora del maestro.
De otra parte, es bueno anotar que el docente acerque a sus estudiantes a los productos de la ciencia, del arte, de la tecnología y que, a más de eso, lo incentive a adentrarse en ellos, a que descubra que todo conocimiento, todo producto es el resultado de un proceso social histórico y no el resultado espontáneo de la actividad aislada de un genio.
El docente, según Alvarado (1996) debe:
Propiciar en sus estudiantes el interés por conocer que él no es un ser aislado, asocial y ahistórico sino que debe saberse como el producto de un continuo proceso de socialización, entendido este como "el juego recíproco entre sujetos y entre ellos y la cultura; siendo allí en este juego recíproco en el que se hace real el dominio o la emancipación del sujeto humano y de los grupos humanos.
Lo que interesa no es tanto el origen de los elementos, sino precisamente el haber dejado de ser manifestación personalizada, única, para pasar a ser colectiva, compartida por todos los miembros de la comunidad. Estos pueden no haber sido actores, parte activa en el proceso; basta con que en conjunto presten ambiente de receptividad general al bien de que se trate. En otros términos, que el hecho no resulte, en el consenso social, exótico, llamativo, anacrónico. Si al hacer, pensar, creer, sentir, cantar no se suscita en los demás extrañeza, rechazo, burla, desprecio, incomprensión en el sentido social, se trata de un fenómeno colectivizado. Para que la doma de potros o las prácticas de las curanderas sean fenómenos folklóricos no es preciso, desde luego, que todos los miembros de la comunidad sean domadores o curanderos... su vigencia social significa que el grupo los considera incorporados a su patrimonio tradicional, del que todos, por lo tanto, se sienten copartícipes, aunque no intervengan personalmente en su expresión.
Criterios para la selección de los materiales folklóricos.
Según las características y tradiciones de cada provincia, se adaptarían los currículos escolares con distintos bloques temáticos: actividades productivas, alimentación, artesanías y manufacturas; costumbres, juegos tradicionales; contexto histórico paisajístico; danzas; fiestas y celebraciones, creencias, mitos, leyendas y rituales; formas de organización social, indumentaria y vocabulario, entre otros.
Formas de aplicaciones, proyectos y difusión del folklore: directa, correlacionada y trabajo de campo.
Son muchas y diversas las corrientes del Folklore en Venezuela, por ejemplo las artes, la pintura, la escultura, la poesía, la música , el vestuario, los instrumentos musicales, quienes lo tocan, quienes lo cantan o escriben las canciones venezolanas, los bailes, los juegos, la cocina típica, en fin que todo está relacionado con el folklore en nuestro país. Donde cada una de sus manifestaciones tiene un significado estético, religioso y social.
El significado estético lo constituye la creatividad por parte de los habitantes de la región con sus complicadas vestimentas, en las construcciones de las figuras representativas, en las producciones artesanales con fines utilitarios que adquieren funciones distintas según la región donde se ubiquen, existiendo una diversidad de técnicas en el país tales como: cerámicas, tejidos, cestería, productos textiles, trabajos con madera, en cuero, etc.
El religioso forma parte de las creencias del pueblo, en la manifestación de la fe, donde los participantes manifiestan agradecimientos, hacen peticiones y pagan promesas, tiene sus raíces en la catequesis que trajeron los misioneros, pero que se ha ido transformando con la inclusión de elementos propios de otras culturar originarias y dan como resultado una fiesta novedosa irreverente que caracteriza la religiosidad popular venezolana.
En lo social, se aprecia el sincretismo característico de la sociedad venezolana cuando se conjugan en las celebraciones la fe, la superstición, la magia y la religión; que pese a la poca importancia que el sistema educativo concede a nuestra herencia cultural y a la notable perdida de las raíces singulares de cada nación, la tradición popular está viva y a través de las representaciones el pueblo cumple promesas y reafirma su identidad nacional.
En este sentido, se puede afirmar que no existe sociedad sin fiesta, ceremonia y celebración. Desde siempre los grupos humanos se han apegado a los rituales para intentar comunicarse con sus dioses y divinidades, ofrenden su veneración por la naturaleza, conmemoran hechos y personajes históricos que han sido decisivos para la existencia del grupo social. Así las manifestaciones folklóricas son ceremonias que nacen espontáneamente en una comunidad y luego se van ritualizando y reglamentando, estableciendo roles que cumplen estrictamente los participantes. Por lo cual, estos ritos constituyen uno de los elementos culturales que resisten el paso de los tiempos, por su capacidad de actualización con la incorporación de nuevas formas de expresión que los mantiene siempre vigentes.
Hacer folklore no es volver al pasado sino, por el contrario, traer el pasado histórico, costumbrista, que significa rescatar los valores culturales del pueblo. Saber que contamos con un legado cultural y artístico precolombino de diversas etnias indígenas, con su arte rupestre, cestería, alfarería y una rica tradición oral (en especial en las regiones andinas, en las áreas montañosas del litoral, las sabanas de Los Llanos y las selvas amazónicas), se suma el extraordinario aporte lingüístico, arquitectónico, de artes decorativas, pintura, orfebrería y mobiliario de los conquistadores y colonizadores españoles. Ello se matizó con contribuciones significativas en música, artes pictóricas y sentido de lo mágico de viejas culturas africanas.
Por tanto, el concepto del folklore, como ciencia que contribuye a un mejor conocimiento del hombre, crea en la nacionalidad la urgente incorporación de dicha ciencia como elemento indispensable de la enseñanza en la etapa escolar. Pero para llegar al éxito de esta relación entre el Folklore y la nacionalidad, hay que capacitar debidamente a profesores y maestros, para emprender esta empresa, creando cátedras para que los educadores puedan utilizar al Folklore de forma conveniente y correcta en el momento de impartir su enseñanza.
Al ser una ciencia, el Folklore tiene un método, un esquema de estudio-enseñanza y sus resultados deben exponerse en forma sistemática.
1. Colectivo, socializado y vigente.
Que el hecho no sea extraño a la comunidad, ni exótico, debe ser parte de esa sociedad y que tenga acción vigente. La doma de un caballo en el campo forma parte de la sociedad y es práctica activa y vigente, a nadie le llama la atención, sin embargo ese hecho en la ciudad sería visto con ojos extraños.
2. Popular
El pueblo recibe como herencia algún cantar o una leyenda, por ejemplo, que el mismo uso ha ido variando y lo ha convertido en parte misma de la población. De este modo se conocen tantas y tan variadas versiones de la leyenda del duende, que forma parte del imaginario popular. No es lo mismo popular que popularizado, ya que este último considera los hechos que son de fama momentánea o de moda.
3. Empírico, espontáneo y no institucionalizado
El hecho debe ser creado como parte de una sociedad, por imitación, por conveniencia, en forma impensada. No debe ser impuesto por medio de algún sistema o método, como aprender a trenzar con un libro, o cocinar sacando recetas de un programa de televisión.
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