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Enviado por   •  24 de Septiembre de 2016  •  Informes  •  1.371 Palabras (6 Páginas)  •  252 Visitas

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Casos :  Foro 1

     “Con la solemnidad de las grandes horas, preguntó por el hacendado, y no le llamó con el  respeto de siempre "don Timoteo", sino que murmuró, como en el tiempo antiguo, cuando era novio de Grimanesa:
     -Quiero hablarle, mi padre.
     Se encerraron en el salón colonial, donde estaba todavía el retrato de la hija muerta. El viejo, silencioso, espero que Conrado, turbadísimo, le fuera explicando, con indecisa y vergonzante voz, su deseo de casarse con Ana María. Midió una pausa tan larga que don Timoteo, con los ojos entrecerrados, parecía dormir. De súbito, ágilmente, como si los años no  pesaran  en aquella férrea constitución de hacendado peruano, fue a abrir  una caja de hierro de antiguo estilo y complicada  llavería, que era menester solicitar con mil ardides y un " santo y seña" escrito en un candado. Entonces, siempre silencioso, cogió allí un alfiler de oro. Era uno de esos topos que cierran el manto de las indias y terminan en hoja de coca, pero más largo, agudísimo y manchado de sangre negra.
  Al verlo, Conrado cayó de rodillas, gimoteando como un reo confuso.
     -¡Grimanesa, mi pobre Grimanesa!
     Más el viejo advirtió, con un violento ademán, que no era el momento de llorar. Disimulando con un esfuerzo sobrehumano su turbación, murmuró en voz tan sorda que se le comprendía apenas:
     -Si se lo saqué yo  del pecho cuando estaba muerta... Tú le habías clavado este alfiler en el corazón... ¿No es cierto? Ella te faltó, quizá...
      -Sí, mi  padre.
      -¿Se arrepintió al morir?
      -Sí, mi padre.
      -¿Nadie lo sabe?
      -No mi padre.
      -¿Por qué no lo mataste también?
      -¡Huyó como un cobarde!
      -¿Juras matarlo si regresa?   

     -¡Sí, mi padre!

     - El viejo carraspeó sonoramente, estrujó la mano de Conrado, y dijo, ya si aliento:
      -¡Si ésta también te engaña, haz lo mismo!... ¡Toma!
 Entregó el alfiler de oro solemnemente, como otorgaban los abuelo la espada al nuevo  caballero, y apretando el corazón desfalleciente, indicó al yerno que se marchara en seguida…”

(“El Alfiler” Ventura García Calderón)

1. Identifica los hechos delictivos que encuentras en el texto

2. Identifica los sujetos activos y pasivos del o de los hechos delictivos

3. Identifica el arma que utilizó en el hecho delito

4. Tipifica los delitos encontrados

5. Interpreta los hechos delictivos y luego aplica la ley de acuerdo a la Constitución Política o los Códigos

Foro 2     Caso 2:

“El juez se detuvo frente a él, aguardó  un momento, y, de pronto, lanzó él también una carcajada.

Raskólnikov, cuya hilaridad habíase calmad súbitamente, se levantó.

-Porfirio Petróvitch- dijo con vz ruda y fuerte, manteniéndose  dificultosamente  en pie. A causa del temblor que asignaba sus piernas- no me cabe duda: usted sospecha que yo he asesinado a esa anciana y a su hermana Isabel. Por mi parte,  le confieso que estoy ya hasta la coronilla.  Si usted cree que tiene el derecho de perseguirme  de hacerme arrestar, hágalo usted y métame en la cárcel, per no voy a permitir que nadie se burle de mí o que me martirice. ¡No lo permito!  Gritó bruscamente, Y dio un vigoroso puñetazo sobre la mesa- ¿Lo ha oído usted, Porfirio Petróvitch? ¡No l permito!

¡Ah! ¡Dios mío! Pero qué le pasa a usted? –dijo el juez de instrucción, en apariencia muy inquieto- ¡Muchacho! Rodión  Romanóvitch, amigo mío, ¿qué está usted diciendo?

¡No le permito!- repitió Raskólnikov, vociferando.

¡Muchacho,  hable un poco más bajo! Van a oírlo, acudirán y, entonces, ¿qué diremos? Reflexiones usted un poco en ello- musito ´como atemorizado Porfirio Petróvitch, que había aproximado su rostro al del muchacho. Este corrió a abrir la ventana…

Le confieso - gritó Raskólnikov  nervioso y llorando- que ya no puedo soportar. Cometí el crimen porque necesitaba el dinero. El día diecisiete de abril, yo, Rodión Rmanóvitch Raskólnikov, me levanté muy temprano y me dirigí a la casa e la anciana usurera, sabía ue estaba sola y que tenía mucho dinero. Toqué la puerta, esperé un momento, luego  abrió, le dije que tenía  interés en hacer un negocio con  ella. Creyó en mí, a pesar de las deudas que le tenía, y me hizo ingresar. Aproveché y cerré la puerta, cogí e hacha y la maté. Cuando me disponía a llevarme las joyas apareció la hermana, y empezó a alarmar a la gente con sus gritos. Tuve miedo y lo mismo hice con ella. ¡Estoy arrepentido y no puedo dormir, ni seguir ocultando este hecho que me consume, pido perdón!

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