Infancia y Escuela
Ingrid MartinezMonografía7 de Mayo de 2020
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En la presente monografía voy a abordar un tema muy interesante para pensar la función de la escuela en la actualidad y su relación con la Infancia en dicha institución.
La concepción actual de Infancia y Escuela aparecen en la Modernidad como dos fenómenos paralelos y complementarios.
El objetivo del trabajo es analizar la emergencia del concepto de infancia como construcción histórica de la modernidad, para luego centrarme en el papel que desempeñó la Escuela Moderna como espacio de encierro, la cual tomo posesión de esta nueva Infancia, desde una perspectiva de control y disciplinamiento.
Para dicho trabajo, se tomarán los aportes sobre Infancia de Philippe Aries (1986)- (1993); DeMause (1991), Jacques Gelis (2001), Delfina Doval (2010), y su relación con la Escuela Moderna será tomada desde Varela, J., Álvarez Uría (1991), Escolano Benito (2000), Jaume Trilla (1999), Jean Hebrard (1989), Peter Burke (2002), y Michel Foucault (1976).
Para finalizar voy a realizar una conclusión sobre la investigación y una breve reflexión sobre el lugar que ocupa en la actualidad, tanto la Infancia como la Escuela.
La Modernidad como punto de confluencia del surgimiento de Infancia y Escuela
LA INFANCIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
Para comenzar a desarrollar la hipótesis, es importante indagar acerca del recorrido por el cual la concepción de infancia ha pasado, hasta llegar al sentimiento moderno de Infancia.
Para dicho objetivo es relevante preguntarnos, ¿El concepto actual de infancia es una construcción social o una concepción natural y dada? Para contestar voy a realizar un repaso del concepto Infancia desde el punto de vista histórico.
En la antigüedad romana, tal como señala Philippe Aries (1986), la vida era dada dos veces, la primera, al salir del vientre materno, y la segunda, cuando el padre lo elevaba. Esto es coherente con la importancia de los vínculos electivos en la antigüedad respecto a los sanguíneos. Los vínculos carnales, comienzan a ser importantes, en efecto, el matrimonio, comienza a predominar sobre otras formas de unión. De esta forma, la fecundidad adquiere un valor determinante y va a preparar a muy largo plazo la función que desempeñará el niño.
La tesis de DeMause (1991) consiste en que la fuerza central del cambio histórico proviene de los cambios “psicogénicos” de la personalidad resultantes de interacciones de padres e hijos en sucesivas generaciones y por eso realiza un recorrido sobre el concepto de Infancia por todos los siglos, y periodiza a la misma desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Sostiene que todas las prácticas de las épocas tienen su explicación en su tiempo y contexto. Bajo la teoría psicogénica se podrían explicar la evolución de la infancia a través de los cambios de contexto que hubo y porque las situaciones cambian en un determinado momento y sentido. Esta tesis se opuso a la de Aries, en la que dice que el niño era feliz porque podía mezclarse libremente con personas de diversas clases y edades y que en los comienzo de la época moderna se inventó un estado especial llamado infancia que dio origen a una concepción tiránica de la familia; destruyó la amistad y sociabilidad; y privó a los niños de libertad.
En relación a la periodización que hizo DeMause (1991), el autor plantea que en la Antigüedad el Infanticidio era algo común, nadie se preocupaba por la muerte de los niños y además había rigidez, castigos y maltratos hacia los niños.
“Las sociedades de la Antigüedad aprobaban estas prácticas. Las palizas que se describen en las fuentes eran en general muy duras, producían magulladuras y heridas, comenzaban en edad temprana y eran un elemento normal en la vida del niño.” (DeMause, Ll. 1991. Pág. 26)
Por otra parte, en la Edad Media el infanticidio y las palizas comienzan a entenderse como prácticas de delito y aunque gran parte de la sociedad lo seguía haciendo, bajó mucho el porcentaje de mortalidad en los niños. En este período comienzan a darle mayor importancia a ese niño/a que hasta entonces no ocupaba ningún lugar y se produce un cambio en la relación Padres-hijos. “Los infanticidios y los abortos están severamente condenados y perseguidos judicialmente.” (Aries, P. 1986. Pág. 7) o como afirma Jaque Gélis (2001) aparecen indicios de una nueva relación con el niño. Se trata, más que de nuevas muestras de afectividad, de una voluntad de preservar la vida del niño que se afirma cada vez más.
Siguiendo la periodización que hace DeMause (1991), él va a plantear que esta época se caracteriza por los Abandonos, porque los padres empezaban a aceptar al hijo como poseedor de un alma, pero lo entregaban a un ama de cría o era internado en el monasterio, y muchas veces lo tenían en el hogar en situación grave de abandono.
Sin embargo, a pesar de estos avances con respecto a la concepción de niño, este nuevo sentimiento que se le otorgó no es el que le damos hoy día. Philippe Aries (1986) va a señalar que “Parece como si el hombre de principios de la Edad Media sólo viese en el niño un hombre pequeño, o mejor dicho, un hombre aún pequeño que pronto se haría –o debería hacerse- un hombre completo: un período de transición bastante breve. Otro autor importante como Escolano Benito (2000) va a afirmar que en esta época, superada la breve etapa de la supervivencia, el niño era introducido, sin otro tiempo de espera y maduración, en los sistemas de vida compartidos con los adultos, en los trabajos y en los juegos de estos, sin atravesar los procesos de adolescencia que tanto las civilizaciones clásicas como las modernas incluyeron en su organización social.
Además James Bowen (2001) también aborda este tema y considera que no había una comprensión de la naturaleza de la niñez, una percepción clara de la psicología del aprendizaje, del papel del juego, de la fantasía o de la imaginación, de la necesidad de organizar los grados según la edad y las etapas de crecimiento e interés.
Jacques Gélis (2001), consideraba que cada miembro de la familia dependía de los demás, y que sin ellos no era nada. Por consiguiente, el niño fue considerado durante mucho tiempo vástago del tronco comunitario, parte del gran cuerpo colectivo. El niño, era un niño “público”. Existía poca intimidad en este contexto.
En la Época Medieval aparecen diferentes tipos de niños como el niño Ángel, el niño Jesús o niña Virgen y el niño desnudo a finales de la Edad Media.
Retomando a Philippe Aries (1993), él lo va a representar a este niño Ángel, bajo la apariencia de un hombre muy joven, de un adolescente joven: de un monaguillo.En cuanto al niño Jesús, en el siglo XII aparece en pie, con una camisa fina, casi trasparente, que con ambos brazos estrecha a su madre mejilla con mejilla. Con la maternidad de la Virgen, la pequeña infancia entra en el mundo de las representaciones. También Jacques Gélis (2001) va a hablar de este niño Jesús considerándolo como un gran niño de talla dulce, que está envuelto en sus mantillas teniendo las manos a todos los que quieran ser sencillos y pequeños como él y principalmente a los niños.
Y el tercer tipo de niño que aparece a finales de la Edad Media, es el niño desnudo, que en realidad es el niño Jesús pero sin ropa. Ya que como Philippe Ariés sostiene en su Revista de la Educación publicada en 1993 “En nuestro arte medieval, el alma está representada por un niñito desnudo y en general asexuado” (Pág. 3)
DeMause (1991), en relación a la periodización que hace, afirma que a finales de la Edad Media comienza una nueva etapa a la cual denomina Ambivalencia, porque se les permitía a los niños entrar en la vida afectiva y la tarea de los padres era moldearlos.
A finales de la Edad Media se multiplican las escenas infantiles, y aparecen otros tipos de niños. Ya no se trata de mostrar al niño solo, sino que también las costumbres y anécdotas van a estar presentes. Según Philippe Aries (1993) el niño se convierte en uno de los personajes más frecuentes de estas historietas, el niño en la familia, el niño y sus compañeros de juegos, que son frecuentemente adultos, niños entre la multitud, pero bien “compaginados” en los brazos de su madre, o sujetos por su mano.
Gélis (2001) sostiene que a finales del siglo XIV, en los medios acomodados de las ciudades aparecen indicios de una nueva relación con el niño. Se trata de una voluntad de preservar la vida del niño que se afirma cada vez más.
En la Modernidad, época importante en la que se despierta este sentimiento hacia los infantes, aparecen cuadros de los niños solos, es decir, de los niños aislados de su familia. Philippe Aries (1993) afirma que en el siglo XVIII se vuelven numerosos estos retratos y observa que ha arraigado la costumbre de conservar el aspecto fugaz de la infancia.
Esto que sostiene Philippe Aries (1993) refleja la importancia que se le da a este niño, en la Edad Moderna. En esta época, aparece una sensibilidad que otorga a esos seres frágiles una particularidad que se ignoraba antes de reconocerla.
Según Gélis (2001) se empieza a modificar la estructura familiar, y los comportamientos de ésta, porque se pasa de una familia troncal a una nuclear, en la cual el deseo de tener hijos no va a ser para garantizar la permanencia del ciclo, sino simplemente para darles cariño y recibirlo de ellos. En relación a este nuevo modo de relación entre individuo y grupo corresponde una nueva imagen del cuerpo: el cuerpo gana autonomía, se individualiza. Este modelo permite comprender mejor por qué el niño ocupa en adelante un puesto
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