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LA GRAN HISTORIA DE PUERTO RICO


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2015  •  Resúmenes  •  2.421 Palabras (10 Páginas)  •  273 Visitas

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HISTORIA DE PUERTO RICO

LECTURA 4 – Llegan los europeos: conquista y colonización Los exploradores europeos llegaron al Caribe a finales del siglo XV buscando una ruta más corta y menos costosa al lucrativo comercio de especias orientales. Aunque los exploradores no encontraron la anhelada ruta a las Indias, sí tropezaron con lo que para ellos era un nuevo mundo y de paso alteraron profundamente el curso de la historia de la humanidad. Impresionados por las riquezas halladas en el Caribe, los europeos iniciaron un proceso de colonización de las islas “descubiertas”. Este proceso consistía en trasladar e imponer su forma de vida, su cultura y sus instituciones a la nueva región. La colonización era también un proyecto económico; pues los europeos venían a enriquecerse a costa de la explotación de los habitantes de los territorios descubiertos. Los indígenas caribeños fueron los primeros en sentir el impacto de la colonización europea, pues las Antillas fueron el primer territorio americano con que tropezaron los exploradores españoles. Los primeros poblados españoles en América se establecieron en La Española, luego en Puerto Rico y Cuba. Desde sus bases caribeñas los peninsulares se lanzaron sobre los grandes imperios americanos. La extracción de las riquezas antillanas conllevó el despojo, sometimiento y explotación de los pueblos indígenas, que reaccionaron violentamente en protección de su libertad y su forma de vida. La superioridad tecnológica europea facilitó la conquista, es decir, el sometimiento violento de los antillanos, y garantizó el proceso colonizador. Este proceso de exploración, colonización y conquista iniciado en el Caribe, se convirtió en el patrón que siguió la expansión europea en tierras americanas en los siglos XVI y XVII. En esta lección examinaremos cómo se desarrolló este proceso en el Puerto Rico de principios del siglo XVI. Lección 4 2 LOS ANTECEDENTES En 1493, Cristóbal Colón estableció el primer asentamiento español en América en la isla que él llamó La Española. Aquí fundó Isabela, nombre dado por Colón, al nuevo poblado que marcó el comienzo de la colonización española de América. En La Española los colonizadores desarrollaron prácticas, técnicas e instituciones coloniales que luego llevaron consigo a Puerto Rico. La experiencia adquirida en La Española les ayudó a conocer las posibilidades económicas de las islas antillanas, el idioma y las costumbres de los taínos, la conducta y capacidades militares de los locales, los peligros de la empresa colonizadora, etc. De ahí la importancia de echarle una ojeada al proceso colonizador en la isla vecina. En La Española se definieron los elementos económicos fundamentales de la empresa colonizadora: la explotación de un recurso que facilitara el enriquecimiento de los españoles a través del trabajo indígena. Ese recurso no fue otro que el oro, por lo que no debe sorprender que los españoles llegaran a Puerto Rico esperando encontrar ese metal y la riqueza que justificaba los riesgos de la empresa colonizadora. Para facilitar la explotación de los recursos de la Isla, los españoles necesitaban la mano de obra indígena. Imposibilitados de esclavizarles, por limitaciones establecidas por la Corona, los españoles optaron por la encomienda y el repartimiento como métodos de trabajo forzoso. Los monarcas españoles no querían que los taínos fueran esclavizados, pero necesitaban el oro de América para pagar sus gastos en Europa, por lo que en 1503 cedieron ante la presión de los colonizadores y autorizaron la creación de encomiendas. A quien se le concedía una encomienda, recibía a un cacique y un número de indios que estarían a su servicio a cambio de que velara por su cristianización. De esta forma los nativos fueron repartidos entre los colonizadores. De acuerdo a la orden real que autorizó la encomienda, los indios debían ser bien tratados y cristianizados. Sin embargo, la encomienda se diferenció muy poco de la esclavitud; pues los españoles obligaban a los indígenas a trabajar en las minas y en las ocupaciones agrícolas. Los taínos eran víctimas de los maltratos y la codicia de los Lección 4 3 españoles. Poco acostumbrados a trabajos extenuantes, asolados por las condiciones de trabajo y expuestos a las enfermedades que trajeron los españoles a tierras americanas, los nativos comenzaron a desaparecer rápidamente. De acuerdo con el historiador dominicano Frank Moya Pons, a la llegada de los españoles a La Española habitaban la isla unos 400,000 taínos. La colonización europea provocó un desastre poblacional porque para 1508 sólo quedaban 60,000 indios en La Española. Esta debacle poblacional se repetirá básicamente entre todos los pueblos americanos que fueron colonizados y conquistados por los españoles, incluidos los habitantes originales de Puerto Rico. LA COLONIZACIÓN En 1505, Vicente Yáñez Pinzón fue autorizado por la Corona española a iniciar la colonización de Puerto Rico, mediante una capitulación. Yáñez era un explorador español que había participado en las expediciones colombinas. La capitulación o autorización concedida a Yáñez le autorizaba a poblar la Isla con colonos que no fueran vecinos de La Española. Éste debía comenzar la empresa colonizadora en un periodo no mayor de un año. Yáñez debía fundar varias villas y se le autorizaba a conceder tierras en usufructo, pues el Rey se reservaba la propiedad de todas las tierras de la Isla. Por razones que no están claras, Yáñez no pudo cumplir con el término de un año y perdió el asiento que se le había concedido. Éste se limitó a enviar a la Isla a uno de sus subalternos –Alonso Cansino– quien dejó libres cabras y cerdos para que se reprodujeran. Estos animales ajenos al ecosistema local causaron daños a las siembras de los amerindios locales. En 1508 el gobernador de La Española, Nicolás de Ovando, concedió una capitulación a Juan Ponce de León para la conquista y colonización de la isla de San Juan, nombre con el que era conocida Puerto Rico en ese entonces. Ponce de León era uno de los aventureros que habían llegado a La Española en busca de riqueza, en el segundo viaje de Colón. Allí se destacó por su capacidad castrense dirigiendo una exitosa campaña militar contra un cacique rebelde. El texto del asiento concedido a Ponce de León se Lección 4 4 perdió, por lo que no podemos saber con certeza cuales fueron las condiciones que le fueron impuestas al momento de autorizar la colonización de Puerto Rico, pero podríamos pensar que fueron muy similares a las de Yáñez Pinzón. Ponce de León y sus acompañantes desembarcaron a mediados de agosto de 1508 en las tierras del cacique Agüeybana “el Viejo”, en el sur de Puerto Rico (en el puerto de Guánica). De acuerdo al relato de los exploradores, el encuentro con los taínos fue amistoso. Tras su encuentro con los nativos, Ponce de León levó anclas y navegó alrededor de la Isla recorriendo la costa sur y este hasta llegar al norte, donde decidió establecer un poblado cerca de la bahía de San Juan. Fue así que a finales de 1508 y principios de 1509, Ponce de León fundó la villa de Caparra, localizada en el interior. Allí construyó una Casa Fuerte y otro edificio, ambos de piedra y tapiería en su centro, y se dedicó a extraer oro, actividad que refleja claramente el objetivo de la empresa colonizadora. Caparra fue la capital de la colonia desde 1508 hasta 1519. Tras permanecer varios meses en Puerto Rico, Ponce de León regresó a La Española y renegoció las condiciones de su asiento, logrando que se le permitiera hacer uso de los taínos para el trabajo agrícola y minero. Ponce de León consiguió la autorización para tomar parte de la producción agrícola de los nativos para el sustento de los colonizadores. Ponce de León también logró que el poblado fundado en Puerto Rico fuese designado oficialmente con el nombre de Caparra y que se le permitiera trasladar desde La Española familiares de los colonos, alimentos y animales. Con sus nuevos poderes y con el nombramiento de teniente gobernador, Ponce de León regresó a Puerto Rico sin sospechar que sería víctima de un conflicto totalmente fuera de su control. Como vimos en la Lección 3, Cristóbal Colón recibió de los Reyes Católicos una serie de concesiones y derechos económicos, políticos y administrativos sobre los territorios que el explorador “descubriera”. Desafortunadamente para Colón, los Reyes Católicos no cumplieron con la palabra empeñada, violentando las llamadas Capitulaciones de Santa Fe. Tras la muerte de Colón en 1506, su hijo y heredero, Diego, entabló un pleito contra la Corona en reclamo de los derechos y títulos concedidos a su Lección 4 5 padre. Por más de veinte de años, Diego Colón y la Corona mantuvieron un forcejeo por el control del gobierno y administración de las colonias españolas en América, y el poder y la riqueza que éstos conllevaban. En 1508, el Rey Fernando reconoció los derechos heredados por Diego, excepto el título de virrey y le nombró gobernador de La Española. Tres años más tarde, el Consejo de Castilla reconoció el derecho de Diego al título de Virrey. La entrada del heredero de Colón al escenario político caribeño le costó a Ponce de León su posición de gobernador de Puerto Rico. Para sustituirle en la gobernación Colón nombró a los hermanos Juan y Martín Cerón alcalde mayor y alguacil, respectivamente. La composición del gobierno de la Isla registró un rápido cambio con la llegada de Miguel Díaz como reemplazo de Martín Cerón. La caída de Ponce de León duró poco; porque una orden real le confirmó como gobernador y le otorgó poderes judiciales a nivel civil y criminal. Una de las primeras acciones de Ponce de León tras recuperar su posición de gobernador fue arrestar a Cerón y a Díaz y enviarles a España. Reconocido como gobernante, Ponce de León continuó con la empresa colonizadora repartiendo indígenas y tierras, fundiendo oro y desarrollando la ganadería y la agricultura. El número de españoles en la Isla fue creciendo gradualmente con la llegada de nuevos colonos. Entre ellos se encontraba un peninsular de familia noble de nombre Cristóbal de Sotomayor, quien se había instalado en Guánica. Éste fue nombrado alcalde mayor y fundó un poblado cuya localización exacta no ha podido ser precisada. Cristóbal de Sotomayor llamó a este poblado, ubicado en el oeste, Villa de Sotomayor. Este poblado es conocido hoy como Aguada. Para 1511 la empresa colonizadora iba viento en popa, con una creciente población española y la existencia de dos poblados: Caparra en el norte y la Villa de Sotomayor en algún punto en la zona occidental de la Isla. EL TRABAJO INDÍGENA Como sabemos, la colonización era un proyecto económico que buscaba el enriquecimiento de los conquistadores españoles a través de la explotación de los recursos naturales de las colonias. Los españoles entendieron rápidamente que el éxito Lección 4 6 de ese proyecto dependía de la utilización de la mano de obra más abundante en la Isla: los amerindios. Con ese fin se ensayaron varias formas de explotación. La primera de ellas fue la esclavitud, pero ésta fue limitada por las acciones de la Corona y la Iglesia. En 1513, la Corona decidió que sólo podían ser esclavizados los amerindios que rechazaran el cristianismo y la autoridad real. Los conquistadores estaban obligados a leer a los indígenas, por medio de un intérprete, un documento con información sobre la fe cristiana y la autoridad real. Si tras la lectura de dicho documento los nativos no se sometían, podían ser esclavizados. Demás está decir que este mecanismo fue usado por los conquistadores para esclavizar muchos indígenas. La Corona buscó limitar la esclavitud, pero sus gestiones fueron presas de un gran dilema. Por un lado, había una preocupación por el futuro y la libertad de los amerindios. Por el otro, la Corona quería las riquezas americanas y enfrentaba la presión de los conquistadores que requerían del trabajo indígena para explotarlas, tanto en Puerto Rico como en las demás colonias. De ahí que las acciones reales sobre este tema no fueran consistentes, sino bastante ambivalentes. Por ejemplo, en 1500, los indígenas fueron reconocidos como súbditos reales, pero tres años más tarde se les ordenó trabajar para los españoles, no como siervos, sino como personas libres. El maltrato y la explotación a que fueron sometidos los amerindios provocó la reacción de algunos religiosos, especialmente, los frailes de la Orden de los Dominicos. Éstos habían establecido un convento en Santo Domingo en 1510 y fueron testigos del trato dado a los amerindios, lo que provocó su indignación y protesta pública. Uno de los principales defensores de los indios fue el fraile Antonio de Montesinos, quien criticó duramente a los colonizadores. Usando el púlpito como arma, Montesinos lanzó duras críticas contra los españoles acusándoles de haber cometido actos tiránicos y crueles por los cuales no salvarían sus almas. Las críticas sobre le trato recibido por los indígenas llegaron a España, provocando una gran discusión. En 1512, una junta real se reunió en la ciudad castellana de Burgos para examinar el tema de los indígenas americanos. El producto de esta junta fue la Lección 4 7 aprobación de las Leyes de Burgos, reglamentando las relaciones entre amerindios y españoles. Las Leyes reconocían la libertad de los indios, pero no eliminaban la encomienda, sólo la regulaban especificando las responsabilidades del encomendero. Entre otras cosas, el encomendero debía construir una iglesia para que sus encomendados asistieran a los servicios religiosos, debía velar por el bautismo de los recién nacidos, velar porque los muertos recibieran cristiana sepultura, asegurarse que los solteros se casaran por ritos cristianos y alimentarles adecuadamente, entre otras responsabilidades. Es necesario subrayar que las leyes de Burgos no alteraron el régimen de trabajo forzoso ni, por ende, la explotación de los amerindios. Otro defensor de los indios fue el fraile dominico Bartolomé de las Casas, quien lanzó lo que podríamos denominar como una cruzada moral. De las Casas dedicó gran parte de su vida a llamar la atención de la Corona ante los abusos de los que fueron víctimas los amerindios. Para ello enfrentó a los cada vez más poderosos encomenderos, no sólo de La Española, sino también de México y el Perú. En 1552, Bartolomé de las Casas publicó la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, exponiendo las injusticias y abusos cometidos por los colonizadores contra los indígenas americanos. En 1542, el emperador Carlos V promulgó las Nuevas Leyes limitando los poderes de los encomenderos. Al igual que las Leyes de Burgos, las Nuevas Leyes chocaron con la realidad de la conquista y colonización, y los problemas asociados con su imposición. En otras palabras, las buenas intenciones chocaban con las realidades políticas, la extensión del Imperio y la codicia humana.

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