Las Competencias Y Los Fines De La Educación
Mercy_732416 de Octubre de 2013
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“La ciencia no podría progresar
a menos que esté basada en la inculcación del impulso por el desafío,
por el cuestionamiento de doctrinas o de la autoridad
a través de la búsqueda de alternativas, o del uso de la imaginación,
del actuar libremente con nuestros impulsos, con el trabajo cooperativo”
Noam Chomsky
INTRODUCCIÓN
La educación es un proceso que permite la socialización de los seres humanos. Ésta propicia la asimilación de conocimientos, haciendo conciencia de la cultura y la conducta, de la cual el individuo se apropia al convivir con sus semejantes, y posteriormente se verá reflejada en las habilidades que desarrolle, fortaleciendo así su intelecto, sus emociones y su desenvolvimiento social.
“Ningún hombre o mujer se desarrolla en soledad, sino en interacción con sus iguales. Necesita de otros para madurar, para extraer lo mejor de sí mismo, a la vez que requiere también de los demás lo mejor para aportar y dar lo mejor de sí a esos otros, colaborando así en la evolución continua de la cultura y de la sociedad” (García Aretio y Cols., 2009).
El individuo puede desarrollar habilidades, materializando las competencias que orientarán el aprendizaje sobre las herramientas que le permitirán desenvolverse dentro del ámbito profesional y globalizado en que vivimos, considerando los pilares de la educación basada en competencias: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
Es entonces que los fines de la educación y las competencias se verán unidos, pues la educación busca orientar al individuo en su encuentro con el mundo que le rodea, es prioritaria en el mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de las personas.
Los diversos enfoques sociológicos estudian el papel de la educación, pues los seres humanos contemporáneos enfrentan un panorama abierto, incierto, complejo, fluido y cambiante. Con la implementación de la educación basada en competencias, se busca un mayor desarrollo humano y social del individuo.
DESARROLLO.
En la actualidad, uno de los retos más importantes de las sociedades es la igualdad de oportunidades, y sin duda, la educación es un elemento que contribuye para lograr alcanzar este principio.
Cada individuo, en algún momento de su vida, se ha planteado las preguntas: ¿Quién soy y qué quiero llegar a ser?. Para dar respuesta a ellas ha tenido que recurrir no sólo a los aspectos psicológicos del análisis de su yo interior, que respondería al primer cuestionamiento, sino que, en la mayoría de los casos, ha resuelto la segunda interrogante acudiendo a una institución de educación formal.
Sin embargo, habría que analizar primeramente, ¿cuáles son los fines de la educación?, ¿a quién, por qué y para qué se educa?.
Como menciona García Aretio (2009) “El fin (de la educación) es pues, el problema primario de todo planteamiento educativo, puesto que es aquello que la educación persigue y aquello por lo que se realiza, es decir, el principio y el término del proceso educativo, y al ser conocido y precisado nos permite organizar y planificar la acción educativa con la intención de alcanzarlo”.
No hay que confundir los fines con los objetivos de la educación, pues los primeros se concretan en los segundos, es decir, “los objetivos son los propósitos que se pretenden lograr a través de una acción educativa específica, los eslabones que nos conducen de forma clara y coherente a la consecución de ese fin” (García Aretio, 2009).
Para estructurar los fines de la educación, se tiene que establecer primero el ideal de sociedad que se pretende lograr, el tipo de individuo que se busca formar; esto construirá una base segura para la elección de los materiales, contenidos y métodos de instrucción más adecuados.
Así mismo, se debe considerar el concepto que del ser humano se tiene, la axiología o valores aceptados, la sociedad y sus condiciones (sociales, políticas y económicas), pues todos ellos son factores que influyen directamente en la construcción, implementación, desarrollo y evaluación de los fines que se pretenden.
De igual manera, estableciendo los objetivos que llevarán al logro de los fines educativos, se facilitan las acciones a realizar, ya que definen el qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y el quién realiza determinadas acciones, como dirigir, enseñar, evaluar, etc.
La educación, y sus procesos, han atravesado por diversos análisis en la historia. Por ejemplo, el objeto de la sociología de la educación es el sistema educativo. Es así, que en diversos momentos, se ha estudiado el papel de la educación en las sociedades, bajo distintos enfoques.
Encontramos entonces teorías sociológicas de la educación. Las teorías con enfoque funcionalista “sugieren que deberíamos empezar con un análisis lógico del concepto de sociedad y preguntarnos qué ocurriría si una sociedad –grande o pequeña, simple o compleja- ha de sobrevivir y desarrollarse (…) Esta sociedad debe reclutar nuevos miembros a medida que desaparecen las viejas generaciones” y esto representa un problema, por lo que “a los mecanismos de resolución de problemas se les denomina instituciones (…): familia, instituciones económicas, instituciones políticas, instituciones religiosas y la educación, la cual ayuda a resolver el problema de la formación de la juventud” (Rafael Feito,1999).
Si bien es cierto, la escuela en muchas ocasiones puede ser vista como una “institución de poder”, también lo es que el sistema educativo y sus transformaciones responden, como sugiere Durkheim a consecuencias causales de los cambios económicos y sociales en la sociedad considerada globalmente, y que las características específicas de las estructuras educativas y sus contenidos se relacionan fuertemente con las necesidades de la sociedad.
Un ejemplo claro de lo anterior, es la Educación Basada en Competencias, puesto que no es una moda por su implementación en diversos países, sino que responde a una serie de necesidades sociales, y que al ser detectadas éstas por el Estado, él define las políticas educativas que darán respuesta a estos requerimientos.
Esta modernización educativa, a la que el mundo se enfrenta, busca la igualdad de oportunidades, que conlleva diferencias de logro por los individuos, ya que éstos por naturaleza son distintos. Es entonces que las diferencias de logro, en este caso educativo, propician nuevas formas de desigualdad, pues los comprobantes o títulos educativos determinan el lugar en el que se habrá de desarrollar laboralmente el individuo.
¿Cuántas veces no hemos escuchado a nuestros alumnos decir que estudian para ser mejores en la vida? Esa es la ideología que el sistema educativo ha inculcado en su mente para legitimar las desigualdades de las que se habla en el párrafo anterior.
Y si hablamos de la educación en términos de productividad, que finalmente es lo que busca el sector laboral, estaremos enfocándonos a la Teoría del Capital Humano, que refiere la rentabilidad de invertir en la educación, en donde el cálculo del rendimiento de la inversión está determinado por las diferencias de ingresos en el conjunto de la vida activa de individuos con distintos niveles de educación. Aquí es donde la educación se hace un instrumento dependiente de la economía del país en donde se implementa un determinado modelo.
Es en esta línea de pensamiento donde podemos hablar de la meritocracia, y el tipo ideal de sociedad que ésta implica, ya que en ella “las posiciones sociales se distribuyen de acuerdo con el mérito y la cualificación (…), la educación formal es el medio principal para adquirir estas cualificaciones (…), para todo individuo la posibilidad de acceso a la educación formal sólo depende de sus preferencias y capacidades (…), las capacidades intelectuales se distribuyen al azar entre cualesquiera grupos de la población” (Rafael Feito, 1999).
Por otra parte, las teorías con enfoque Marxista refieren que el sistema educativo es una institución que favorece a las clases sociales privilegiadas, por lo que la escuela a más de ser legitimadora, justifica las desigualdades
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