SALUD, SOCIEDAD Y CULTURA
chiva_abrego9 de Septiembre de 2011
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SALUD, SOCIEDAD Y CULTURA
Salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de infecciones o enfermedades ligeras, fuertes o graves, según la definición de la Organización Mundial de la Salud realizada en su constitución de 1946. También puede definirse como el nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como en el macro (social). El concepto salud abarca el estado biopsicosocial, los aspectos que un individuo desempeña. En 1992 un investigador agregó a la definición de la OMS: "y en armonía con el medio ambiente", ampliando así el concepto.
La forma física es la capacidad que tiene el cuerpo para realizar cualquier tipo de ejercicio donde muestra que tiene resistencia, fuerza, agilidad, habilidad, subordinación, coordinación y flexibilidad.
Existe también la salud mental, la cual se caracteriza por el equilibrado estado psíquico de una persona y su auto-aceptación (gracias al auto-aprendizaje y autoconocimiento); en palabras clínicas, es la ausencia de cualquier tipo de enfermedad mental.
Esta es la obra más importante del sociólogo alemán Ulrich Beck, escrita en la década de 1980 bajo los efectos de la catástrofe nuclear de Chernobyl. Aquí plantea que vivimos el pasaje desde la modernidad industrial hacia una sociedad del riesgo, a través de una transformación producida por la confrontación de la modernidad con las consecuencias no deseadas de sus propias acciones. El desarrollo industrial no regulado por el sistema político produce riesgos de una nueva magnitud: son incalculables, imprevisibles e incontrolables por la sociedad actual. Además, estos riesgos no pueden afrontarse desde los Estados Nación por cuanto trascienden sus fronteras. Ello implica que surge objetivamente una comunidad mundial, que falta -y será necesario- construir de forma política. La sociedad del riesgo implica una serie de cambios que pintan un paisaje de la actualidad e invitan a reflexionar: a) el pasaje de una sociedad de clases a una sociedad de riesgos (según Beck, el smog es democrático puesto que su efecto alcanza a todas las clases sociales); b) el pasaje de una sociedad estamental, de identidades fijas sostenidas en la etnia, la religión, el trabajo, a una sociedad de individuación cada vez mayor, en la que las personas construyen sus trayectorias en forma reflexiva, escogiendo sus trabajos, sus parejas, sus modos de vivir; c) el cambio del estatuto de la ciencia, desde una situación de monopolio del saber, hacia un escenario en el que las opiniones de expertos compiten con el saber lego y con la racionalidad social. El libro incluye una descripción detallada de las transformaciones contemporáneas en el proceso de trabajo (individualización de las tareas, desregulación, precarización del empleo, generalización del desempleo), en el rol de la mujer (incorporación al mercado de trabajo, mayor independencia), y en las ciencias (cambio de paradigmas, necesidad de incorporar la interdisciplinariedad, competencia de saberes). Esta obra resulta ya un clásico de la sociología contemporánea, ha sido revitalizada por los eventos del 11 de septiembre de 2001, que desencadenaron lo que Beck considera la primera guerra contra un riesgo global. Asimismo, el concepto de sociedad del riesgo permite analizar fenómenos actuales como la gripe aviar, el aumento de huracanes cada vez más fuertes producidos por el recalentamiento del planeta, o el Tsunami que abatió al mundo en el año 2004.
4. La sociedad de riesgos
Todas las sociedades tienen temores compartidos, comunes a todos sus integrantes, que todos ellos reconocen y los que les preocupan colectivamente: el rayo, las riadas, los aludes, los terremotos y otras catástrofes naturales, las pestes, las guerras, la inseguridad política, la delincuencia incontrolada, el desempleo, el deterioro ambiental, etc.
Las sociedades al conocer, o creer conocer los riesgos colectivos que les preocupan y amenazan, procuran evitar sus daños, minimizarlos, repararlos o compensarlos.
A lo largo del tiempo la manera de aceptar y enfrentar estos temores compartidos ha variado y esto ha permitido a algunos sociólogos referirse a diferentes tipos de sociedades los que, para los últimos tiempos caracterizan como: sociedad dogmática, sociedad positivista y sociedad del riesgo.
En las sociedades basadas en la ideología especialmente religiosa, típicamente la medieval, pero también muchas anteriores y algunas posteriores, los daños se consideran como castigos divinos o de la naturaleza divinizada, razón por la cual los riesgos no se enfrentan, sino que se asumen y cuando se concretan, se trata de atemperarlos mediante el procedimiento de satisfacer a su causa motora, la divinidad o las fuerzas naturales.
En las sociedades positivistas, propias de la época moderna y que actualmente mantiene sus características en algunos países en desarrollo, se consideraron a los daños como el efecto de ciertas causas derivadas especialmente de los enfrentamientos humanos y, para superar los riesgos que ello generaba se recurrió a la idea de lucha de clases y a propuestas de reparto de los bienes y de los beneficios que se encontraran repartidos inequitativamente.
En la sociedad de los riesgos, perspectiva sociológica asumida por las sociedades que han satisfecho sus necesidades primarias, algunas de las del llamado primer mundo, y ciertos grupos aislados fuera de él, pero cuyas consecuencias tambi
én impactan en los países atrasados o insuficientemente desarrollados, se perciben o, al menos, deberían percibirse, las nuevas amenazas determinadas por los descubrimientos científicos y adelantos tecnológicos de una nueva civilización, de una manera diferente a la forma en que lo hacían las sociedades anteriores.
No se trata de amenazas originadas en la justa o caprichosa ira de la divinidad, sino de amenazas y daños que pueden asumirse y enfrentarse.
Pero tampoco son amenazas derivadas del mero desarrollo de las fuerzas naturales y/o de la sociedad, que en todos los casos puedan determinarse con cierta precisión aceptable que permita analizarlas y dominarlas si son fuerzas de la naturaleza, o estudiarlas y encausarlas si se trata de fuerzas sociales.
Estas nuevas amenazas provienen de los propios seres humanos que, más allá de conocerse y encaminarse a sí mismos y a su entorno natural, han descubierto algunas de las claves del desarrollo de la naturaleza y la vida y pretenden manejar y a veces sustituir su devenir natural y espontáneo18.
Si bien estos nuevos riesgos no pueden predeterminarse con certeza y, en ocasiones, demoran mucho tiempo en ponerse en evidencia, tampoco cabe despreocuparse por ellos, ni prescindir de considerar su posible acaecimiento, porque, de actualizarse, pueden ser irreversible, irreparables y de profundas consecuencias negativas: desaparición de la vida humana, o la degradación de ella y del ambiente en que discurre.
Este problema se agrava si se tiene en cuenta que el conocimiento disponible actualmente y posiblemente también en un futuro bastante extendido, resulta insuficiente para confiar sólo en las ciencias y su autocontrol, para tener posibilidad de enfrentar las nuevas situaciones con resultados aceptables.
Todo esto es consecuencia del positivo y bien venido avance de las ciencias y la tecnología.
Pero también debe tenerse en cuenta que se han traspasado ciertos umbrales peligrosos
El concepto sociedad del riesgo, ampliamente definido por Beck, se basa en la
constatación de que, en las sociedades actuales, la producción social de rique-
za va acompañada sistemáticamente por una creciente producción social del
riesgo. En las sociedades contemporáneas, una proporción bastante elevada de
estos «riesgos» está directamente relacionada con la tecnología y el sistema pro-
ductivo, y se caracteriza porque trata de riesgos difícilmente detectables por
los sentidos humanos. La contaminación química, la modificación genética
de organismos o los efectos del cambio climático son algunos ejemplos de nue-
vos riesgos ambientales que se vienen a sumar a las terribles consecuencias
provocadas por la contaminación industrial en las últimas décadas del siglo XX.
Sin embargo, el análisis no sería completo si no añadiéramos a la lista de ries-
gos, el peligro latente de ruptura social que la globalización y los nuevos pro-
cesos de transformación económica están provocando en el seno de nuestra
sociedad.
LA SALUD Y EL CONTEXTO CULTURAL.
La enfermedad y la salud son dos conceptos internos de cada cultura. Para tener un mayor conocimiento de la prevalencia y la distribución de la salud y la enfermedad en una sociedad, hace falta un enfoque integral que combine cuestiones sociológicas y antropológicas además de las biológicas y de conocimientos médicos sobre salud y enfermedad.
Desde el punto de vista antropológico, la salud está vinculada a factores políticos y económicos que pautan las relaciones humanas, dan forma al comportamiento social y condicionan la experiencia colectiva.
La medicina occidental tradicional siempre ha considerado que la salud era igual a ausencia de enfermedad, a partir de la Salud Pública, significará incidir en las causas de los problemas de salud y prevenir dichos problemas a través de conductas sanas y saludables.
Desde la antropología médica para Entender las enfermedades, este enfoque ecológico - cultural hace hincapié en el hecho de que el medio ambiente y los riesgos para la salud que éste tiene
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