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Crisis Subprime

Jose_Cespedes4 de Noviembre de 2013

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CRISIS HIPOTECARIA DE ESTADOS UNIDOS Y SU REPERCUSIÓN

EN LA ECONOMÍA MEXICANA

* Mtro. Rodolfo Valenzuela Reynaga

**Lic. Lugardo Salazar Campos

RESUMEN

El presente trabajo es una idea clara sobre los sucesos económicos y financieros que se han

venido suscitando desde el inicio de la crisis hipotecaria en los Estados Unidos y sus posibles

repercusiones económicas en México, además da un panorama general lo los posibles efectos

macroeconómicos y de la forma en que se pueden solventar.

ABSTRACT

This work is a clear idea about the economic and financial events that have been raising since

the beginning of the mortgage crisis in the United States, and its economic potential impact in

Mexico, also gives an overview as possible macroeconomic effects and the how they can be

overcome.

* Maestro del Departamento de Contaduría y Finanzas del Instituto Tecnológico de Sonora.

** Egresado de la Licenciatura en Economía y Finanzas del Instituto Tecnológico de Sonora.

En los últimos meses se han venido dando una serie de sucesos financieros provenientes de las

hipotecas de alto riesgo, conocidas en Estados Unidos como Subprime, las cuales son un tipo

especial de hipoteca, preferentemente utilizado para la adquisición de vivienda, y orientada a

clientes con escasa solvencia, y por tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la media

del resto de créditos y en donde su tipo de interés es más elevado que en los préstamos

personales, por lo cual las comisiones bancarias resultan más gravosas1.

Agosto de 2007 pasará a la historia financiera por la crisis del mercado estadounidense de

hipotecas de baja calidad crediticia (Subprime). Estas hipotecas se califican así cuando se

conceden a personas con un historial de crédito problemático o que no aportan toda la

documentación necesaria, como por ejemplo las pruebas de sus fuentes de ingresos2.

Actualmente, el mercado hipotecario de Estados Unidos es de unos 10 billones de dólares, de

los cuales las hipotecas Subprime representan un 13% del total del mercado hipotecario y un

9% del producto interior bruto (PIB) nominal de Estados Unidos. A priori, no parece que su

importancia económica pueda poner en jaque la liquidez del sistema bancario de Estados

Unidos. Sin embargo, dos elementos han potenciado los efectos nocivos del aumento de la

morosidad de este activo.

Pero antes de explicar el contagio debemos detenernos en averiguar quién tiene estos activos

en sus carteras de inversión. La mayoría de estos préstamos hipotecarios Subprime son

otorgados por entidades financieras no tomadoras de depósitos que están sujetas a menores

exigencias regulatorias y de supervisión, en comparación con el resto de bancos y entidades de

depósito. Una vez que el cliente utiliza el préstamo para adquirir su vivienda, la deuda queda

anotada en el balance de las entidades que han concedido el préstamo.

Pero estas entidades, con el fin de dinamizar su actividad, se desprenden de estas hipotecas y

las venden a bancos comerciales o bancos de inversión. Estos nuevos tenedores, a su vez,

empaquetan las hipotecas en bloques y emiten bonos de titulización de deuda (los CDO,

acrónimo de Collateralised Debt Obligation), es decir, se genera un nuevo activo más

fácilmente negociable en los mercados a partir de las hipotecas Subprime, y este bono es el

que detenta el riesgo de la operación.

A medida que los propietarios de las hipotecas van pagando mensualmente la deuda, con este

dinero se paga a los que han comprado estos bonos. Los adquirentes de CDO son normalmente

fondos de inversión, compañías de seguros, tesorerías, traders, etc., los cuales obtienen con

estos títulos unos rendimientos superiores a la media del mercado si bien, lógicamente,

incurren en un riesgo superior. Este nuevo producto se segmenta según el riesgo crediticio

asumido y se le asigna una calificación o rating crediticio por parte de las agencias de rating.

La crisis hipotecaria de 2007 se desató en el momento en que los inversores percibieron

señales de alarma. La elevación progresiva de los tipos de interés por parte de la FED que

desde el 2004 comenzaron a subir para con ello controlar la inflación, así como el incremento

natural de las cuotas de esta clase de créditos hicieron aumentar la tasa de morosidad y el nivel

de ejecuciones que es lo que comúnmente se llama embargo en las hipotecas de alto riesgo.

Como se ha analizado, dos han sido los factores clave de esta problemática: la alta liquidez y

el apalancamiento financiero. Desde hace varios años, el sistema financiero global está

inmerso en un mar de liquidez, como consecuencia de varios factores (políticas monetarias

expansivas, baja inflación, desarrollo de nuevas tecnologías para la gestión del riesgo, etc.).

Para corregir esta situación, los bancos centrales de las principales economías se hallaban en

una fase de subidas de tipos de interés, ante el temor a la existencia de una burbuja

especulativa ligada a los activos inmobiliarios y a las materias primas.

Varias circunstancias se han aliado para dar lugar a la crisis financiera del Subprime en

Estados Unidos. En primer lugar, el fuerte aumento de los tipos de interés hipotecarios.

Además, el sector inmobiliario entró en recesión en enero de 2006, con caída del número de

viviendas vendidas y descenso de precios.

Adicionalmente, se ha producido una ligera desaceleración económica y, finalmente, una

relajación de los estándares de concesión de crédito hipotecario Subprime, sobre todo en 2005

y 2006. Estos elementos han impulsado el aumento de la morosidad hipotecaria.

Desde el año 2004 hasta el 2006 el tipo de interés pasó del 1% al 5,25%. El crecimiento del

precio de la vivienda, que había sido espectacular entre los años 2001 y 2005, se convirtió en

descenso sostenido. En agosto de 2005 el precio de la vivienda y la tasa de ventas cayeron en

buena parte de los Estados Unidos de manera abrupta.

Las ejecuciones hipotecarias debidas al impago de la deuda crecieron de forma espectacular, y

numerosas entidades comenzaron a tener problemas de liquidez para devolver el dinero a los

inversores o recibir financiación de los prestamistas. Para el 2006, la crisis inmobiliaria ya se

había trasladado a la Bolsa: el índice bursátil de la construcción estadounidense (U.S. Home

Construction Index) cayó un 40%.

En el año 2007 el problema de la deuda hipotecaria subprime empezó a contaminar los

mercados financieros internacionales. Muchos compradores no reunían los requisitos para

recibir un préstamo hipotecario. La industria inmobiliaria creó entonces varias fórmulas para

que los compradores pudiesen obtener préstamos, entre ellas las llamadas subprimas.

Los compradores aceptaron pagar sólo intereses durante los primeros años de su hipoteca, sin

tomar en cuenta que los intereses estaban subiendo. Para colmo de males, las hipotecas de alto

riesgo no tienen interés fijo, sino variable. Esto se está convirtiendo en una pesadilla para el

comprador, al tener que pagar mucho más mensualmente debido a las variaciones de los

intereses.

El sector de la vivienda fue clave en el crecimiento económico de Estados Unidos entre 2001 y

2006. Según el Centro de Estudios de la Vivienda de la Universidad de Harvard, el sector

supone más del 25% del Producto Interno Bruto del país. Y en ese tiempo produjo un tercio

del empleo creado y casi la mitad del gasto en consumo. Pero en el último año y medio, las

ventas de viviendas nuevas (un recorte anual del 6,6% en julio) y los precios (el 1,4% menos)

se han estado desplomando, y presentan los peores datos de los últimos 16 años.

El crecimiento va de nuevo para abajo y con ello la esperanza de obtener mejores resultados

que redunden en ciudadanos felices por tener trabajo, contentos por contar con un ingreso para

pagar el multiplicado agobio mensual de las deudas. Del homo economicus al homo obligatoonis

significa que, a esta sociedad global, hemos arribado endeudados, la vida se encuentra a

plazos, cómodas mensualidades, con intereses a pagar por décadas por la hipoteca, el coche,

los seguros, las tarjetas de crédito, los bienes de consumo.

El cataclismo del subprime con epicentro en Estados Unidos no hace más que remover la llaga

abierta para el mundo entero: la gente quiere una vivienda propia, es una de las principales

motivaciones cuando se tiene un empleo, cuando se decide formar una familia, dejar de pagar

por un alquiler y asumir la obligación de una hipoteca para ser dueños del ladrillo. El

problema es que, demográfica y salarialmente hablando, no hay ladrillo para todos, la

especulación desde hace años se apropió de la construcción de vivienda, de los programas

públicos y privados.

Los costos de la vivienda privada y pública son indignantes, y no es tampoco ninguna novedad

desde finales de la década de los ochenta viene formándose una burbuja especulativa en el

terreno de la vivienda pública y privada. Contribuye a ello el desbalance

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