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La construcción social de la realidad


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2019  •  Ensayos  •  1.616 Palabras (7 Páginas)  •  398 Visitas

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La construcción social de la realidad

Historicidad de la relación individuo-sociedad: institucionalización, justificación y legitimación.

La obra de Berger y Luckmann[1] presenta las características de las teorías constructivistas. Parte de la relación dialéctica entre individuo y sociedad, entendiendo la sociedad como realidad objetiva y subjetiva a la vez, y todo ello dentro de un análisis y un proceso histórico.

“La sociedad es un producto humano. La sociedad es una realidad objetiva. El hombre es un producto social capaz de subjetivizar la realidad”. (Berger y Luckmann, 1968).

En la construcción social de la realidad considera que el individuo contempla tres necesidades bio-psico-culturales que reciben el nombre de externalización, objetivación e internalización, y que se dan a partir de los procesos de institucionalización, justificación y legitimación, respectivamente.

Por externalización comprendemos que el mundo social es un producto de la actividad humana. La externalización es una necesidad antropológica, “el ser humano… continuamente tiende a externalizarse en actividad” (Berger y Luckmann, 1968). Esta necesidad de externalización se entiende a partir de dos teorías diferentes, aunque relacionadas entre sí: por una parte el análisis de la constitución biológica del ser humano y por otra la teoría de la alienación de Hegel y Marx.

Respecto a la constitución biológica, está claro que el ser humano tiene una enorme plasticidad, es decir, debido a la naturaleza de los instintos humanos, el individuo necesita crear un orden social que estabilice sus comportamientos. Como su carga instintiva se manifiesta ineludiblemente en lo social, se externaliza a través de la cultura.

Esta visión es perfectamente compatible con la idea marxista de ser humano como producto de la interacción con los demás en un momento histórico determinado: “El hombre construye su propia naturaleza aquí y ahora en su relación con los demás”.[2]

La idea de externalización introduce también una noción de sociedad: supone que la sociedad no es un “ente” provisto de leyes naturales sobre las que no cabe actuar: la sociedad está construida por la acción humana. El orden social es siempre fruto de la actividad humana, y aunque producido por la actividad humana, a veces constriña la acción, limita las posibilidades y hasta la apertura al mundo. Esta sería una perspectiva dialéctica, por la que el mundo social es fruto de la acción humana, y el hombre se construye en la interacción social: necesita de la sociedad para convertirse en humano al reflejo de lo reglamentado por sus instituciones. En efecto, el proceso por el que se produce la externalización es la institucionalización.

La institucionalización se genera a partir de las acciones repetidas en torno a un patrón social, que se convierten en típicas. Es el mecanismo para explicar el orden social:

“Las instituciones han sido concebidas para liberar a los individuos de la necesidad de reinventar el mundo y reorientarse diariamente en él” (Berger y Luckmann, 1997).

El elemento básico en el proceso de institucionalización es el hábito, que…

… “economiza esfuerzos y que es aprehendido como pauta para el que la ejecuta”. (Berger y Luckmann, 1968).

La gran ventaja del hábito es que restringe las opciones, lo que comporta cierto alivio psicológico. Con ello aparece la capacidad creadora, pues el hábito:

“… libera energía para aquellas decisiones que puedan requerirse en ciertas circunstancias. En otras palabras, el trasfondo de la actividad habitualizada abre un primer plano a la deliberación y la innovación” (Berger y Luckmann, 1968).

Instituciones y roles están íntimamente relacionados, como señalan los autores:

“La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por los distintos tipos de actores…. Lo que hay que destacar es la reciprocidad de las tipificaciones institucionales y la tipicalidad no sólo de las acciones sino de también de los actores en las instituciones” (Berger y Luckmann, 1968).

La institucionalización supone una tipología de los actuantes que interactúan bajo “tipos” concretos: los roles sociales. Las instituciones se hacen presentes y cobran vida en el desempeño de los roles. Roles que tienen las dos dimensiones - social e individual - pues al desempeñar los roles, participamos en un mundo social, y al internalizarlos, ese mundo cobra realidad subjetiva.

Otro elemento de las instituciones es su carácter histórico, de transmisión intergeneracional. Es allí donde adquiere todo su potencial de objetivación, pues solamente como mundo objetivo, pueden las formaciones sociales transmitirse a las nuevas generaciones que, por otra parte, nacen en un mundo institucionalizado donde las conductas están pautadas en torno a roles sociales. Con la historicidad y objetivación de las instituciones surge también la necesidad de desarrollar controles sociales específicos para las nuevas generaciones:

“es más probable que uno se desvíe de programas fijados por otros, que de los que uno mismo ha contribuido a establecer” (Berger y Luckmann, 1968).

Con ello se está considerando que la institucionalización no es un proceso irreversible, sino que variará históricamente.

La objetivación considera que la sociedad es una realidad objetiva. El mundo fabricado por los humanos se vuelve externo y coactivo en el sentido durkhemiano de “hecho social”,

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