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La construcción social de la realidad


Enviado por   •  14 de Julio de 2021  •  Tareas  •  1.564 Palabras (7 Páginas)  •  369 Visitas

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La construcción social de la realidad

Esta obra de Berger y Luckmann[1] presenta las características de las teorías constructivistas. Esto es, parten de una relación dialéctica entre individuo y sociedad, entendiendo la sociedad como realidad objetiva y subjetiva a la vez y todo ello dentro de un análisis histórico.

“La sociedad es un producto humano. La sociedad es una realidad objetiva. El hombre es un producto social” (Berger y Luckmann, 1968 :84).

En la construcción social de la realidad consideran que el mundo social puede caracterizarse por la interacción de tres momentos que reciben el nombre de externalización, objetivación e internalización. A partir de los procesos de institucionalización, legitimación y socialización.

Por la externalización comprendemos que el mundo social es un producto de la actividad humana. La externalización es una necesidad antropológica, “el ser humano… continuamente tiene que externalizarse en actividad” (Berger y Luckmann, 1968 :73). Esta necesidad de externalización se entiende a partir de dos teorías diferentes, aunque relacionadas entre sí: por una parta el análisis de la constitución biológica del ser humano y por otra la teoría de la alienación de Hegel y Marx. Respecto a la constitución biológica, está claro que el ser humano tiene  una enorme plasticidad, es decir, debido a que los instintos humanos son inexistentes necesitamos crear un orden social que estabilice los comportamientos. Como nuestra carga instintiva es tan pequeña, necesitamos de la cultura, es decir, de la externalización. Esta visión es perfectamente compatible con la idea marxista de ser humano como producto de la interacción con los demás en un momento histórico determinado. El hombre construye su propia naturaleza en su relación con los demás[2].

La idea de externalización introduce también una noción de sociedad: supone que la sociedad no es un “ente” provisto de leyes naturales sobre las que no cabe actuar, la sociedad está construida por la acción humana. El orden social es siempre fruto de la actividad humana, aunque, a la vez, y una vez producido por la actividad humana, constriña la acción, limite las posibilidades ofrecidas por la apertura del mundo. Esta sería la perspectiva dialéctica, por la que el mundo social es fruto de la acción humana, y el hombre se construye en la interacción social, necesita de la sociedad para convertirse en humano.

La objetivación considera que la sociedad es una realidad objetiva. El mundo fabricado por los humanos se vuelve externo y coactivo en el sentido durkhemiano de “hecho social”, es decir, tiene realidad independientemente de los actores que la producen, son “cosas”, se objetivan. Pero objetivación no es reificación, en el proceso de objetivación siempre ha de estar presente que es el humano el que crea su mundo social, la relación entre el ser humano, productor, y los productos es siempre dialéctica. Los procesos por los que se produce la objetivación son la institucionalización y la legitimación.

La institucionalización se genera a partir de las acciones repetidas, que se convierten en típicas. Es el mecanismo para explicar el orden social:

“Las instituciones han sido concebidas para liberar a los individuos de la necesidad de reinventar el mundo y reorientarse diariamente en él” (Berger y Luckmann, 1997: 81).

El elemento básico en el proceso de institucionalización es el hábito, que

 “economiza esfuerzos y que es aprehendida como pauta para el que la ejecuta” (Berger y Luckmann, 1968 :74).

La gran ventaja del hábito es que restringe las opciones, lo que comporta cierto alivio psicológico con ello aparece la capacidad creadora, pues el hábito

“… libera energía para aquellas decisiones que puedan requerirse en ciertas circunstancias. En otras palabras, el trasfondo de la actividad habitualizada abre un primer plano a la deliberación y la innovación” (Berger y Luckmann, 1968 :75).

Instituciones y roles están íntimamente relacionadas, como señalan los autores:

“La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores…. Lo que hay que destacar es la reciprocidad de las tipificaciones institucionales y la tipicalidad no sólo de las acciones sino de también de los actores en las instituciones” (Berger y Luckmann, 1968 :76).

La institucionalización supone una tipología de los actuantes que interactúan bajo “tipos” concretos, los roles sociales. Las instituciones se hacen presentes y cobran vida en el desempeño de los roles. Roles que tienen las dos dimensiones –social e individual- pues al desempeñar los roles participamos en un mundo social, y al internalizarlos, ese mundo cobra realidad subjetiva.

Otro elemento de las instituciones es su carácter histórico, de transmisión intergeneracional, donde adquiere todo su potencial de objetivación, pues solamente como mundo objetivo pueden las formaciones sociales transmitirse a las nuevas generaciones, que, por otra parte, nacen en un mundo institucionalizado, donde las conductas están pautadas en torno a roles sociales. Con la historicidad y objetivación de las instituciones surge también la necesidad de desarrollar controles sociales específicos para las nuevas generaciones: 

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