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TALLER: RELACIÓN ENTRE TEORÍA DE LA MENTE Y PRAGMÁTICA. BASES PARA LA INTERVENCIÓN


Enviado por   •  16 de Marzo de 2022  •  Trabajos  •  6.984 Palabras (28 Páginas)  •  101 Visitas

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TALLER: RELACIÓN ENTRE TEORÍA DE LA MENTE Y PRAGMÁTICA. BASES PARA LA INTERVENCIÓN

Guía elaborada por: Beatriz Valles-González.

Nota: Este material se elaboró con fines didácticos como soporte de las actividades docentes de este taller, por lo que no debe ser reproducido.

Introducción: Teoría de la Mente y Pragmática, dos conceptos claves para la comunicación

El concepto de Teoría de la Mente (ToM) remite a una capacidad cognitiva específica que permite comprender que otros poseen creencias, deseos e intenciones diferentes a las nuestras. Este término se utiliza para designar la capacidad de juzgar las acciones, las intenciones y los motivos propios y de otras personas, en términos de estados mentales o de estados de creencias, pensamientos, conocimientos y deseos en relación con un estado de cosas observado en el mundo (Karmiloff-Smith, 1994). La ToM nos ayuda a explicar y predecir las intenciones y comportamientos de otros y, en consecuencia, es una habilidad necesaria para poder reducir los niveles de incertidumbre al comunicarnos y ajustarnos a las intenciones propias y de nuestros interlocutores. En otras palabras: atribuir estados mentales a la gente (a mí mismo y a los demás) y a partir de esto, organizar nuestra función pragmática, dicho en otras palabras: actuar utilizando el lenguaje.

Esta capacidad surge de la necesidad del niño de evaluar y dar organización a los elementos del mundo, a través del conocimiento de la manera como parecen funcionar las intenciones de los agentes (Gopnik & Meltzoff, 1999; Karmiloff-Smith, 1994). Gracias a la ToM se regula, además, la forma como planificamos la respuesta, el tipo de texto que seleccionamos y las características generales que tendrá finalmente, la conversación, es decir, a través de las habilidades comprendidas en la ToM, podemos regular nuestra actuación y la de los otros, por esto entre ToM y pragmática, entendida como  el uso del lenguaje en el contexto de una situación comunicativa concreta, se desarrolla un vínculo muy fuerte, lo que determina que las alteraciones en la primera, determinan limitaciones en las posibilidades de actuación lingüística.

Komidis et. al., (2008) plantean que existe una variedad de habilidades que hacen posible una interacción social exitosa, las cuales se agrupan en la llamada cognición social. Una de estas habilidades es la ToM, la cual define una capacidad cognitiva específica: comprender que otros poseen creencias, deseos e intenciones diferentes o similares a los nuestros. En términos generales representa la capacidad de tomar la perspectiva de otra persona. Estas habilidades cognitivas-sociales se van adquiriendo a lo largo del desarrollo, nos ayudan a monitorear y organizar nuestra interacción social y a ajustarnos a las demandas de cada contexto. Además, nos permiten hacernos conscientes de que nuestras palabras pueden ser adecuadas o no, y que, por lo tanto, la persona que escucha puede sentirse herida, insultada o aceptada.

Todo este control requiere de un soporte cognitivo y afectivo, el cual se manifiesta a lo largo de nuestras interacciones y hace posible organizar nuestra actuación comunicativa. En la conversación cara a cara la capacidad para reconocer los estados mentales en las expresiones faciales, especialmente los ojos, es otra forma avanzada de la ToM que se perfecciona en la época de la adolescencia (Baron-Cohen, Jolliffe, Mortimore y Robertson, 1997). La ToM es parte de los dominios metalingüísticos y metacognoscitivos, de allí que, para estudiar su desarrollo, es necesario explicarlo desde una perspectiva cognitiva y lingüística, desde la cual el funcionamiento ejecutivo se asume como el regulador y coordinador de todo el proceso. Cada hablante construye los textos que usa para comunicarse atendiendo al conocimiento que posee sobre su lengua y sobre el contexto, el cual le brinda la información necesaria para organizar o estructurar su texto y hacerlo adecuado o funcional para el logro de sus objetivos comunicacionales. Ahora bien ¿cómo logra el emisor construir un texto “funcional “?, ¿cómo darle al texto “textura” suficiente?, ¿cómo se desarrollan e interrelacionan los procesos cognitivos con las funciones lingüísticas a lo largo del ciclo vital de los humanos? Estas son algunas de las interrogantes que nos gustaría analizar de manera de poder aclarar la participación de las habilidades correspondientes a la Teoría de la Mente en la construcción de la interacción comunicativa, específicamente en el contexto de la conversación cara a cara y su importancia en el desarrollo de la pragmática a lo largo del ciclo vital. En el ámbito de la fonoaudiología estos aspectos son vitales para la elaboración de los programas de atención dirigidos a personas con trastornos en el lenguaje o en su comunicación.

Una breve explicación de las bases neurobiológicas de la ToM

La ToM tiene dos componentes. El primero, el cognitivo, el cual se refiere a la habilidad de hacer inferencias sobre creencias, deseos, pensamientos, motivaciones e intenciones propias y de los otros. El segundo, el afectivo, referido a la habilidad de inferir sobre emociones y/o sentimientos del propio sujeto y de los demás actores de las relaciones sociales y comunicativas.

La ToM depende en gran medida de un complejo mecanismo que permite la afinación e integración de funciones biológicas, psicológicas y sociológicas. A nivel biológico, se puede afirmar que por lo menos tres tipos de neuronas están implicadas: las neuronas en espejo, las “ecomomo” y las somatosensoriales especiales. Las primeras se activan cuando un sujeto ejecuta una acción y cuando un individuo observa a otro ejecutar una acción. De esta forma, son imprescindibles en la activación de la imitación y reforzamiento de gestos (por ejemplo, la sonrisa social), de sonidos (balbuceo) y de la llamada atención conjunta. Los estudios realizados sugieren que estas células se activan cuando los movimientos son intencionales, más que por el movimiento en sí. Además, las neuronas en espejo permiten entender las intenciones de otros y están implicadas en la inhibición de las anteriores, modulando la respuesta social inmediata. Las somatosensoriales especiales, se encargan de regular la observación de los otros y son parte del sistema que permite la percepción social y activar la empatía.

Cuando un movimiento es observado se da una actividad neural progresiva a través del cerebro, la cual sigue un orden e involucra una serie de estructuras, a saber:

1.- Corteza occipital

2.- Sulcus temporal inferior

3.- Lóbulo parietal inferior

4.- Gyrus frontal inferior

5.- Corteza motora primaria.

Las áreas cerebrales relacionadas con procesos emocionales como la ínsula anterior y la corteza cingulada, se activan cuando observamos las emociones de otros. De esta manera, la simulación motora sirve como un activador para la simulación de estados emocionales asociados. La dopamina es el neurotransmisor encargado de regular el circuito neural relacionado con el apego social, de allí que su rol es determinante al momento de evaluar el desarrollo de la ToM. Es importante resaltar que finalmente la ToM depende de un amplio espectro de funciones neurológicas que también incluyen las ejecutadas por el sistema límbico.

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