Trabajo final de análisis y reflexión acerca de la práctica en la formación docente
YamilacicchiniDocumentos de Investigación9 de Mayo de 2017
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Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González
Profesorado en Ciencias de la Educación
Trabajo de Campo IV y Didáctica Específica II
Docente: Pablo Vicarí
Residente: Yamila Cicchini
Año: 2016
Trabajo final de análisis y reflexión acerca de la práctica en la formación docente.
Introducción
El presente trabajo se presenta como una reflexión y análisis de la práctica docente.
En la primera parte se dará cuenta del trabajo de planificación para las clases previstas en el nivel medio, de qué manera influyó tener que realizarlas en dos bloques y tiempos distintos, cómo se pensaron y articularon los componentes. Finalmente se desarrollará de qué manera incidió la planificación en el desarrollo de las clases.
En la segunda parte se hará una descripción y luego una reflexión en torno a la puesta en marcha de las prácticas docente, explicitando las expectativas y el imaginario que se ponía en juego al comienzo de las mismas y lo que sucedió en los primeros encuentros con los estudiantes. Se tomará una escena de clase para analizar los pensamientos que se ponían de manifiesto frente a algunas interacciones con los estudiantes. Finalmente se hará una puesta en palabras de la distancia entre el comienzo y el final de la práctica docente.
En la tercera parte se dará cuenta de la elaboración de los trabajos prácticos para nivel superior para los estudiantes de filosofía de primer año y del aprendizaje que implicó la práctica docente en relación al conocimiento académico, al trabajo con los otros, a la planificación, a la selección de contenidos, a la toma de decisiones. -. Por último se hace una reflexión en torno a lo que se podría cambiar o mejorar de la práctica.
En la cuarta y última parte se hará un análisis de cómo la práctica docente incidió en el plano profesional y personal. Para ello se tomarán ejes de análisis. Dentro del plano profesional se analizará lo no cuantificable del aprendizaje, la educación como acción que posibilita la emancipación y la autoridad pedagógica. Dentro del plano personal se analizará el concepto de la escucha y el vínculo pedagógico.
Primera parte
De la planificación
Las clases se prepararon en dos tiempos. En un primer momento realice doce observaciones de clase pude conocer el grupo y la dinámicas de la clase Luego, en segundo momento comenzó el receso escolar y tuve tiempo de armar las primeras planificaciones de acuerdo a los requerimientos de la cátedra, se hicieron basadas en las dos últimas unidades asignadas por la docente del nivel medio –Marina Lavanchy-.
La planificación las clases siguientes se fueron elaborando a medida que daba las prácticas en el aula. Con la ayuda de la profesora Marina, el profesor de las prácticas Pablo Vicarí y a la vez la posibilidad de cursar la materia Recursos didácticos con la profesora Nancy Romero. Tuve las suficientes herramientas y contención para poder desarrollar las clases de manera que no tuve grandes inconvenientes.
En relación a los componentes (propósitos para que cumplan los estudiantes, contenidos, metodología con actividades y recursos y, evaluación) se tuvo la intención de que al elaborarlos, hubiera coherencia y correspondencia entre ellos. Dado que una clase es un espacio continuo se pretendió que al elaborarla pudiera observarse la articulación entre estos momentos y elementos. El “disparador” para la elaboración de las distintas clases fue diferente a lo largo de las mismas. En algunos casos el comienzo fue pensar de qué manera presentar el tema requerido (pensar la metodología), en otro caso el puntapié fue la actividad planteada para los estudiantes (como en la clase planteada como repaso previo a la evaluación). A la vez, los diferentes componentes de la planificación funcionaron como elementos de control uno del otro. Es decir, una vez terminada la clase, se podía controlar la correspondencia entre el tema a dar, la metodología, los objetivos y la evaluación.
La planificación previa de las clases tuvo incidencia en el desarrollo posterior de las mismas ya que, entiendo a la planificación en un primer momento como un plan –una guía- que enmarca el motivo del encuentro: la enseñanza de un conocimiento determinado. En segundo lugar la planificación me permitió tomar una posición en tanto en relación al objeto de conocimiento como a la manera de abordarlo, la metodología a desarrollar con y para los estudiantes, el modo de evaluar, las actividades a desarrollar. En tercer lugar la planificación se me presentó como un propósito, una intención con respecto a lo que podría hacer y lograr en el aula. Finalmente -luego de finalizar la práctica docente- la planificación es el elemento que me sirve para generar mi propia autoevaluación de la propia práctica. Me permite analizar mi intención y lo que sucedió de manera real, con estudiantes concretos y situados, en un espacio social especializado concreto (el quinto año del turno mañana, división primera), con orientación en bachillerato pedagógico la materia Ciencias de la educación. Donde se pone en juego un escenario en el que se enseña de modo descontextualizado, en una organización singular (Escuela Normal Superior N°11 Dr. R. Levene) que tiene una segmentación del tiempo de enseñanza y aprendizaje, “en los que los roles del docente y los estudiantes se encuentran delimitados y se enseña de manera colectiva (a todo el grupo que conforma la clase) y los contenidos están estandarizados a pesar de la adaptación que se pueda hacer de los mismos y, hay una manera específica y reglamentada para la acreditación del conocimiento” (Basabe y Cols,2007).
Segunda Parte
De la práctica docente. Entre la expectativa, lo imaginario y lo concreto.
Desde el 2008 que estoy transitando la formación docente. Dentro de mi imaginario, esta instancia suponía un momento de prueba para mí: de lo aprendido durante la formación en relación a los conocimientos de Ciencias de la Educación, de lo que entendía como el ejercicio de la docencia, de mi carácter y mis reacciones frente a los estudiantes –me habían dicho docentes y compañeras que frente a un grupo de adolescentes sale a relucir “cómo es” uno realmente-, de mi vocación postergada durante tantos años. A la vez, el tránsito por la formación docente había ampliado y conceptualizado lo que significaba el ejercicio de la docencia para mí.
“La buena enseñanza demandaría del docente una suspensión de la lógica etnocéntrica en el trabajo pedagógico y una comprensión de las culturas que portan los estudiantes. Estos últimos pertenecen a universos socioculturales diversos. A la vez, debemos pensar a la acción educativa como un proceso intencional y sistemático dirigido a poner en cuestionamiento las propias presunciones ya que, el docente se constituye como un sujeto activo en la producción del conocimiento en el aula” (Davini, 1995).
La gestión como ética es una posición frente al hecho educativo, orientada a pensar las escuelas como las instituciones capaces de nombrar lo que acontece en ellas y habilitar que otras cosas, de otro orden puedan suceder. La ética está unida a una decisión, posibilidad y potencia, implicación desde el momento en que se elige que posición tomar frente a la realidad. (Duschatzky, 2001).
Para que haya efectos –en educación- no alcanza con ofertar, es necesario que lo ofertado sea significado para que se signifique. Se ponen en juego unas presencias, unos otros; lo que está en juego son los modos en que se singularizan las relaciones sociales y culturales en las que cada sujeto está inscripto y de las que es portador. Entre un profesor y un estudiante y un saber que se ofrece se define un continente en términos de afecto y efecto, la transferencia. La educación se define como acto político proponiendo trámite institucional al enigma subjetivo, ofreciendo objetos transicionales, asegurando la presencia del otro. Es allí donde el sentido político de la educación se juega entero, haciendo de la igualdad un principio (Frigerio, 2005).
De acuerdo a los requerimientos de la cátedra debía realizar doce horas cátedra de observaciones del grupo con el que iba a trabajar, esto me llevó alrededor de cuatro semanas. Esto me permitió conocerlos, ver de qué manera se relacionaban entre sí, con el docente, con la propuesta de trabajo que este presentaba.
Recuerdo que estaba muy ansiosa por que llegara el momento de comenzar a dar clases, había preparado –en términos de estudio- los temas iniciales con mucho esmero y me sentía preparada para responder a cualquier interrogante que surgiera. Finalmente llegó el día señalado. Tal como había planificado me presenté y les adelanté los temas que veríamos y de qué manera llevaría adelante el trabajo con ellos. Comencé a habilitar momentos de recupero de saberes, de indagar conocimientos relacionados. La buena predisposición que me mostraron me sorprendió y me hizo sentirme segura en relación a las decisiones que había tomado. A partir de ese instante dejé de preocuparme por mis temores y pude focalizarme en lo que me estaba pasando, en ese aquí y ahora. Salí completamente satisfecha y feliz de esa primera clase. En cada encuentro con los estudiantes –a pesar de no poder cumplir con el temario al pie de la letra de lo planificado- pude llevar adelante mis propósitos y objetivos, pude desplegar mi estrategia y por lo tanto, mi posición acerca de cómo concibo el trabajo docente.
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