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GÉNESIS, DESARROLLO Y DECLIVE DE LA


Enviado por   •  9 de Octubre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  87.728 Palabras (351 Páginas)  •  161 Visitas

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PARTE DÉCIMA

GÉNESIS, DESARROLLO Y DECLIVE DE LA

ESCOLÁSTICA

RAZÓN Y FE EN LA EDAD MEDIA

«Al igual que si uno cae por un precipicio, allí se queda si es que no le ayuda otro a levantarse, nuestra alma no habría podido volverse a elevar desde las cosas sensibles hasta la contemplación de sí misma y de la eterna verdad que se refleja en ella, si la verdad misma —asumiendo en Cristo la forma humana— no se hubiese convertido en escalera de redención, después de la caída de la primera escalera de Adán. Por ello, nadie, por más que esté iluminado por los dones de la naturaleza y de la ciencia adquirida, puede entrar en sí mismo para gozar de Dios, si no es a través de la mediación de Cristo, que dijo: Yo soy la puerta; quien pasa a través de mí se salvará, entrará y hallará pastos eternos.»

San Buenaventura

CAPÍTULO XVI

DESDE LA PATRÍSTICA A LA ESCOLÁSTICA

1. LA OBRA DE SEVERINO BOECIO

1.1. Boecio, el último de los romanos y el primero de los escolásticos

El historiador bizantino Procopio de Cesarea, en su Guerra de los godos, nos narra: «Símaco y su yerno Boecio, hombres de antigua nobleza, se contaban entre los más acreditados senadores romanos, revestidos ambos de nobleza consular. Los dos se dedicaron a la investigación filosófica y destacaron por su sentido de la justicia. Se mostraron muy dadivosos, llegando a utilizar sus riquezas en favor de sus conciudadanos y de los forasteros; y precisamente por esto adquirieron una gran nombradía, pero también atrajeron la envidia de hombres corrompidos por la perfidia. Teodorico, persuadido por las calumnias de éstos, los condenó a muerte bajo la acusación de tramar una rebelión y mandó confiscar sus bienes.»

En realidad, «el proceso de Boecio no constituyó un caso de venganza personal o un episodio aislado, sino el momento culminante de una sorda y extendida controversia de carácter político, y la señal de un cambio radical de dirección en los métodos de gobierno de Teodorico» (L. Obertello).

Anicio Manlio Severino Boecio nació en Roma alrededor del 480. Siendo aún muy joven contrajo matrimonio con Rusticiana, hija de Símaco; fue nombrado cónsul en el 510. En el 522 fueron elevados sus dos jóvenes hijos a la dignidad consular, y con este motivo pronuncia el panegírico de Teodorico. Alrededor de los años 522-523 ejerce el cargo de magister officiorum (la dirección general de los servicios de la corte y del Estado, algunas tareas de política exterior y el mando de la guardia del palacio real). Atacado y acusado por el referendarius Cipriano, miembro del partido filogótico, fue arrestado y juzgado sin ser oído siquiera. Fue ajusticiado en el invierno del 524 en el Ager Calventianus, al norte de Pavía.

Los cargos formulados contra él fueron los de haber impedido la obra de los delatores en relación con el senado y haber conspirado para restaurar en perjuicio de Teodorico la autoridad del emperador.

Martin Grabmann definió a Boecio como «el último de los romanos y el primero de los escolásticos». Por su parte, E.K. Rand ve en él uno de los fundadores de la edad media. En realidad, la tarea que Boecio llevó a cabo con plena conciencia consistió en dar a conocer a los latinos la cultura griega. A él «se debe el marco tradicional que servirá para organizar, durante una gran parte de la edad media, la transmisión y la continuidad de la vida intelectual» (C. Vasoli). En una carta a Símaco, Boecio manifiesta su intención de tomar en consideración todas las ciencias que llevan a la filosofía: aritmética, música, geometría y astronomía. Y la consideración de dichas ciencias tendría que resultar funcional para la filosofía.

Con este propósito, Boecio proyecta traducir al latín y comentar todas las obras de lógica, de moral y de física escritas por Aristóteles, y la traducción y el comentario de todas las obras de Platón, para poner de relieve el acuerdo substancial que existe entre ambos filósofos. Debido a su muerte prematura Boecio no pudo llevar a cabo su vasto y ambicioso proyecto. En cualquier caso, escribió un comentario a la Isagoge de Porfirio, tomando como base la traducción de Mario Victorino. Sin embargo, insatisfecho con esa traducción, preparó él mismo otra más correcta y literal, desarrollando un comentario mucho más vasto. Traduce y comenta las Categorías de Aristóteles; prepara la versión del De interpretatione, también de Aristóteles, y escribe dos comentarios sobre esta obra, uno elemental (en dos libros) y otro más sistematizado y amplio (en seis libros). Comenta los Tópicos de Cicerón. Del Organon de Aristóteles, traduce asimismo los Analíticos primeros y los Analíticos segundos, los Elencos sofísticos y los Tópicos, esto es, todos «aquellos textos que fueron hasta el siglo XIII la única fuente esencial de la enseñanza de Aristóteles» (C. Vasoli).

1.2. Boecio y el «cuadrado lógico de la oposición» de las proposiciones categóricas

Cousin sostuvo con cierta exageración que el problema de los universales es el problema de la escolástica. Y este problema pasó a la escolástica precisamente a través de Boecio. Al comentar la Isagoge de Porfirio, Boecio se enfrenta con tres cuestiones propuestas por dicho autor: a) si existen o no los universales, es decir, los géneros y las especies: animal, hombre, etc.; b) si son corpóreos o no; c) en el caso de que sean incorpóreos, si se hallan unidos a las cosas sensibles. Porfirio se había planteado estos interrogantes, pero no había propuesto ninguna solución a ellos. Boecio, en cambio, siguiendo las huellas de Alejandro de Afrodisia, sugiere determinadas respuestas, que pueden resumirse en aquella corriente que a continuación será denominada «realismo moderado». El universal (animal, hombre, etc.) existe en cuanto universal sólo en el intelecto, y por esto los universales son incorpóreos. En la realidad no existe el hombre universal, sino que existen en cambio hombres individuales. Abstrayendo los caracteres comunes —típicos de la especie o del género— de los hombres individuales, se obtienen los universales.

Además de traductor y comentador de los escritos lógicos antes mencionados Boecio es autor asimismo de tratados logicos Introductio ad categoricos syllogismos, De syllogismo categorico, De syllogismo hypothelico, De divisione, De diferentiis topicis.

Apuleyo el poeta latino autor del Asno de oro, tambien escribio acerca de la filosofía. Hasta nosotros ha llegado su obra en tres libros De dogmate Platonis. En el tercer libro, titulado De philosophia rationali, Apuleyo se interesa por las relaciones entre las cuatro proposiciones clásicas, que se dividen —según su cantidad, es decir, según la extensión del sujeto— en universales, particulares, singulares e indefinidas. Una proposición es universal cuando el predicado es atribuido o negado con respecto a todos los entes abarcados por el sujeto: «todos los hombres (o: ningún hombre) son filósofos». Tenemos una proposición singular cuando el predicado se afirma o se niega de un solo individuo: «Juan es filósofo», «Luis no es filósofo». Una proposición particular es aquella en la que el predicado se atribuye o se niega sólo de algunos de los entes abarcados por el sujeto: «algunos hombres son filósofos». En la proposición indefinida el predicado se atribuye o se niega de un sujeto, pero sin precisar a cuántos individuos se hace referencia: «el tren corre».

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