La ética Protestante Y El Espíritu Del Capitalismo
luisamora26 de Junio de 2011
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RESUMEN 1
La ética protestante y el espíritu del capitalismo
Sobre la edición
Se trata, en concreto de la edición que salió de imprenta en 1993, de ediciones Península/Edicions 62, como reimpresión de la primera edición de julio de 1969, con traducción de Luis Legaz Lacambra (1906-1980).
Luis Legaz, era católico, muy cercano a Escrivá de Balaguer, y estaba especializado en filosofía del derecho.
En la época que se realizó la traducción no se conocían las ayudas informáticas, tanto en lo que se refiere a traducción asistida como a la utilización de programas de elaboración de textos que permitieran una lectura y una corrección más ágil: los textos se traducían escribiéndolos directamente en papel, que luego se revisaban con mayor o menor fortuna.
Todo ello impide una total adecuación a los textos originales, que aunque no imposibilita la lectura, supone mayores problemas de comprensión que se suman a la rebuscada prosa de Weber -que quizá algunos juzguen como muy profunda pero que yo considero oscura.
¿Quién era Max Weber?
Weber nació en Erfurt, Prusia, en 1864, en pleno apogeo de Bismark y de Guillermo I, que dictaban su ley en toda Europa, para convertir a la vieja Prusia en la nueva Alemania en una potencia a escala mundial.
Max Weber era de una familia acaudalada y calvinista, estudió derecho y luego fue profesor de derecho mercantil en Berlín y en Friburgo. Más tarde ejerció como profesor de economía política en Heidelberg, pero tuvo que abandonar la docencia por motivos de salud en 1903.
En 1901 había publicado La ética protestante y el espíritu del capitalismo, quizá su obra más conocida, en la revista Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik.
Más tarde participó como voluntario en la Primera Guerra Mundial y después de firmarse el armisticio volvió a la universidad de Munich, en 1919, y tomó parte en la elaboración de la Constitución de Weimar.
Murió en Munich en 1920.
Resumen del análisis de Weber
El capitalismo racional
La teoría de Max Weber es que el capitalismo avanzado -o racional como el prefiere denominarlo- sólo se produjo en occidente (para Weber, occidente comprende los EE.UU. y los países industrializados de Europa) a finales del siglo XIX.
¿Pero qué es el capitalismo avanzado? Hace una distinción entre:
• el capitalismo racional (o capitalismo avanzado, es la fase “final” del capitalismo a secas y única posibilidad de seguir avanzando)
• la simple ambición o deseo de lograr ganancias de los comerciantes burgueses que siempre ha existido en todas las civilizaciones.
Su punto de vista es que el capitalismo moderno no está basado en la ambición personal sino que pretende “la ganancia lograda con el trabajo capitalista, incesante y racional” (Weber 1993:9). E insiste: “sólo occidente ha sido capaz de crear una organización racional capitalista del trabajo formalmente libre” (Weber 1993:12).
A partir de ahí se pregunta por las razones que hayan podido favorecer esa organización, por lo que compara diversas culturas y sociedades para poder establecer las causas: busca la conexión ética de la economía moderna con la ética racional del protestantismo ascético, y en concreto del calvinismo. Y también las conexiones de las religiones más importantes con la economía y la estructura social de las culturas donde están inmersas, comparando así, desde su punto de vista, occidente con el resto del mundo, para analizar las causas de la aparición de la organización capitalista racional.
Y las encuentra de varios tipos:
• capacidad y aptitud de los hombres para determinados tipos de conducta racional (biológicas y hereditarias: las razas)
• la fe en los poderes mágicos y religiosos
• el deber ético
• razones económicas
• la técnica
• el derecho racional
• la contabilidad racional
Ya desde la introducción nos avisa que el trabajo va a centrarse únicamente en “la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una mentalidad económica de un ethos económico” para fijarse exclusivamente en las “conexiones de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético,” es decir, va a limitarse a exponer sólo “uno de los aspectos de la relación causal.”
Confesión y estructura social
Por ello, Weber se pregunta porqué las, entonces, regiones más ricas de Europa, las que habían logrado un mayor orden económico en el siglo XVI, se habían convertido al protestantismo. Porqué esas comunidades que vivían bajo un catolicismo poco intervencionista, preocupado sólo en las apariencias y en las cuestiones formales más externas del culto, se vuelcan al protestantismo, al calvinismo, que supone una regulación minuciosa, permanente y metódica de la conducta individual.
En su exposición, Weber aprecia que en la antigüedad la adscripción religiosa no era la causa de los fenómenos económicos, sino precisamente al contrario. Es decir a consecuencia de unos determinados fenómenos económicos.
En su análisis hace hincapié en estadísticas de finales del siglo XIX sobre la presencia de católicos y protestantes en los diferentes niveles y tipos de enseñanza. De ahí deduce una especial capacidad que diferencia a unos de otros y llega a la conclusión de que hay una relación causal entre la elección de profesión y todo ulterior destino en la vida profesional, determinada por la educación de una aptitud personal y directamente influenciada por la “atmósfera religiosa de la patria y el hogar” (Weber 1993:31).
Para ilustrarlo de una manera más gráfica, hace notar que los católicos prefieren un cierto alejamiento del mundo, dominados por algunos rasgos ascéticos e incluso elevados ideales, que se concretan en indiferencia ante los bienes terrenales. Por el contrario los protestantes (y siempre hace especial mención a los calvinistas) tienen un apego a los bienes de este mundo que liga indirectamente - en cuanto a una actitud vital - al influjo de la filosofía hebraica a través del Antiguo Testamento, concretándose en el materialismo protestante.
Es decir, según Weber, los unos y los otros tienen una actitud ante la vida completamente diferente que concreta en el dilema “dormir bien o vivir tranquilo” (Weber 1993:34)
El espíritu del capitalismo y la concepción luterana de la profesión
Desde estas premisas Weber pretende que de esas creencias religiosas calvinistas surge un hombre nuevo, capaz de un utilitarismo extremo “a mayor gloria de Dios” (Weber 1993:48)
Lo fundamenta en la creencia calvinista de la predestinación, que supone la existencia de elegidos por dios para la gloria eterna. A pesar de que esta predestinación podría suponer caer en el nihilismo o el fatalismo más absoluto, ya que los calvinistas creen que ninguna de las obras del hombre puede cambiar la voluntad de dios, Weber lo explica desde la concepción luterana de la profesión, es decir, como una misión impuesta por dios a los hombres y desde la idea de la comprobación práctica de que realmente están elegidos por Dios: los elegidos son inaccesibles al fatalismo y además, el éxito en la actividad económica demuestra que alguien ha sido elegido por la divinidad.
Para servir a dios, el calvinista debe trabajar cuanto le sea posible, no tan solo aceptando el trabajo “porque la providencia se lo envía” (Weber 1993:109) sino, además porque debe honrar a dios. Y también desde ahí llega a la conclusión de que como amar al prójimo solo puede servir para honrar a dios y no al prójimo la primera manifestación es el cumplimiento de las tareas profesionales impuestas por la ley natural, con “un carácter objetivo e impersonal, como un servicio para racionalizar el cosmos” (Weber 1993:132).
Por lo tanto, al embarcarse en una empresa debe utilizar toda su capacidad racional para conseguir el máximo de su trabajo. Y desde luego, el máximo beneficio.
A ese aspecto, Weber le añade la preocupación de los calvinistas por enfrentarse personal y aisladamente ante dios, debido a la desaparición del sacramento de la confesión de los católicos -que permitía desvíos en la conducta que se perdonaban a través de ella- y a la idea de que los elegidos no podían dar ni un solo paso en falso, debiendo cuidar el propio individuo todos los aspectos de su vida, privada y profesional, porque respondía de ella ante dios.
Y liga esa preocupación individual, ese enfrentarse personalmente a dios como único confidente del hombre, a las raíces individualistas de los pueblos de pasado puritano y a la aparición del autocontrol del típico gentleman y del hombre de negocios moderno, acabando con el “goce despreocupado de la espontaneidad vital” (Weber 1993:153)
Relación entre ascesis y el espíritu capitalista
Weber nos informa de que Calvino consideraba que la acumulación de riquezas no era obstáculo para la acción de los clérigos sino todo lo contrario, ya que demostraba su prestigio, y era una prueba de su capacidad de trabajo. A condición de que evitaran el escándalo. En realidad lo único que le parece reprobable es el descanso en la riqueza, el gozar de los bienes con un sentido tradicional de la propiedad, que lleva a la ociosidad y la sensualidad, y que aparta al elegido de la senda de la obra de dios. Los elegidos reposarán en la otra vida. En esta tienen que trabajar para honrar a dios, puesto que el tiempo es muy breve y no se puede dilapidar: ni en el sueño, ni en lujos, ni en vida social.
Desde ese espíritu escribe Franklin -personaje al que
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