Evolución de la calidad

Los datos ofrecidos por la Corporación Andina de Fomento (2013), muestran que el emprendimiento se puede considerar como la base estructural de la economía de Latinoamérica, esto se presenta como contraparte a los altos índices de desempleo existentes en este territorio. En América Latina existe al menos un 28,7% de personas autoempleadas, un 54,8% que trabaja para una entidad y un 4% de la población es empleadora.

En el trabajo de Hidalgo, Kamiya y Reyes (2014), se indica que existe una teoría que define la actitud del emprendedor como “efectual”, puesto que estos tienen rasgos que los asemejan a Cristóbal Colón navegando en un sistema y ambiente económico desconocido por muchos, este mismo comportamiento los lleva a cometer errores que fortalecen sus capacidades.

Sin embargo, dado que los emprendedores tienen un rol determinante cuando se trata del desarrollo local, estos serán los poseedores de un conjunto de agentes productivos y tecnológicos que terminan generando una fuerte capacidad para la toma de decisiones y distintas habilidades, que de ser poseídas por la mayoría de emprendedores ecuatorianos terminaría dando origen a un territorio que está en constante progreso (Montalvo, Cárdenas, González, Chinga y Zavala, 2019).

Zamora (2018), expone que la capacidad emprendedora de la sociedad, la educación, la apertura del mercado, las normas sociales y culturales, entre otros aspectos son los que posibilitan la generación de actividades productivas en el país, mientras que las regulaciones en el mercado de trabajo, la burocracia y la corrupción son elementos que entorpecen el dinamismo del sector productivo. Sin embargo, y pese a las distintas dificultades existentes en el ecosistema emprendedor, hay indicios de que la población está optando por crear sus propias fuentes de ingresos a causa de la falta de trabajo en el país, además es importante señalar que los emprendedores, al desarrollar nuevos negocios para satisfacer las necesidades de la población, permiten incrementos de productividad y terminan generando la mayor parte del empleo del país.

De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor (2016), Ecuador es el país latinoamericano con el mayor índice de creación de negocios de la región. El emprendimiento en Ecuador está mayormente orientado hacia actividades de comercio de productos y servicios vendidos en el mercado doméstico, este se lleva a cabo para aprovechar una oportunidad de negocio que permita obtener mayores ingresos, independencia económica y la satisfacción de necesidades.

Aspectos como la creatividad e innovación, actualmente son elementos fundamentales para el desarrollo y creación de proyectos empresariales siendo generados principalmente por iniciativas propias o externas al emprendimiento, no obstante, hay que mantener un sentido de sensatez en relación a elementos creativos e innovadores aplicables a una entidad, es vital tener en cuenta que las posibilidades de generar un cambio no deben encasillarse a ser numerosas y variadas, si no que el grupo  de posibles cambios que se adecuen para el desarrollo o creación de un emprendimiento deben ser controlables, accesibles y redituables (Bonilla, Erreyes, Torres y Tapia, 2019)

Cuando se trata de poner bajo análisis a la economía del Ecuador hay que comprender que sigue con la misma estructura en la que materias primas como el petróleo, se han tomado en cuenta como factores importantes y beneficiosos para que se siga manteniendo la construcción de industrias básicas e intermediaras que proporcionan alto contenido tecnológico que también dará paso al desarrollo de más iniciativas que provocará el crecimiento de la economía ecuatoriana. Sin embargo, cuando se quiere llevar un proceso similar a un contexto popular, se presentan problemas como la baja calidad de los emprendimientos, su reducida capacidad de cubrir necesidades, así como la de identificarlas, adjunto a esto se presenta la mínima o nula evaluación de las aptitudes y recursos de este tipo de entidades (Valle y Fuentes, 2016).

Cabrera (2013), propone que existen más limitantes para los emprendimientos como la debilidad de adquisición frente a la competencia, una débil red de comunicación, una mínima si no nula importancia frente a tecnologías que podrían generar un beneficio, redes de producción insostenibles, financiamiento reducido, problemas relacionados con el costo y tiempo de producción y un acceso a la infraestructura de muy baja calidad.

Es entonces cuando Yugse, Urrutia y Bardillo (2020), señalan que el fomento del emprendimiento ecuatoriano debe impulsarse desde una base apoyada por iniciativas en el campo empresarial, de este modo las normativas y políticas referidas al soporte de los emprendedores en el ecosistema empresarial son fundamentales para la creación de pequeñas y medianas entidades, hay que considerar que los diferentes criterios aportados por el gobierno son las bases a partir de las cuáles los riesgos que puede correr un negocio se verán reducidas de manera considerable, pero cabe recalcar que existen distintos niveles de actividades que afectan a la cantidad y variedad de oportunidades que la población percibe. A partir de aquí es en donde el sector público toma gran importancia, detectando las necesidades de los emprendedores y poniendo a su servicio programas enfocados a ayudar en sus actividades, además están a la orden diversos instrumentos que abarcan la capacitación, asistencia técnica, microcréditos y la creación de empresas incubadoras (Landsdale, Abad y Vera, 2012).

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